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La Fundación Miró y Bellas Artes preparan 'una primavera de la fotografía' en España

La fotografía en España está a punto de vivir un momento de gran esperanza que va a comenzar a advertirse en primavera. El próximo 11 de marzo, en efecto, la Fundación Miró de Barcelona inaugurará una serie de exposiciones cuyo inicio estará protagonizado por una antológica de la colección Wagstaff. Por otra parte, la Dirección General de Bellas Artes prepara para los próximos meses una muestra de la fotografía en España hasta 1900 según la idea de un libro del que se habla en esta página. Y, finalmente, ayer comenzó en un hotel de Madrid un congreso internacional de Fotografía que organizan tres revistas españolas especializadas -Fotógrafo profesional, Fotoventas y Flash-Foto- y en el que se discuten aspecto técnicos, artísticos y comerciales del mencionado arte.

En Barcelona, a partir del próximo día 11 de marzo, con la muestra en la Fundación Miró de la espléndida colección Wagstaff de fotografía, tendrán lugar, aproximadamente, y a lo largo de la primavera, cincuenta exposiciones conjuntamente en unas cincuenta salas. Será una auténtica primavera fotográfica, que culminará en Madrid en mayo con una antológica titulada La fotografía en España hasta 1900 y que supondrá una búsqueda eficaz en Ias raíces del arte fotográfico en este país.Actualmente la fotografía vive momentos apasionantes. Algunos de los más grandes maestros recientemente desaparecidos, o vivos aún, han estado trabajando hasta hace poco o lo siguen haciendo, y hemos podido ir siguiéndoles muy detalladarnente, observando la progresión / desarrollo de su obra en continuidad: Beaton, Kertesz, C. Bresson, Avedon, Penn, Bourdin. Alguno, incluso, ha trabajado recientemente en España: Horst o Reinhart Wolf, que ha retratado algunos castillos españoles de forma mágica.

Wolf, en sus recientes fotografías en España -castillos-, ha conseguido integrar la totalidad de cada una de las fotos mediante el color y su manera de concebir el espacio, en el que el castillo aparece en el centro como una visión, pieza de ensamblaje que, al devolver la luz absorbida, lo impregna todo de ella. ¿Se quedarán entre nosotros esas placas? Es curioso: ni Van Gogh, ni Cézarme, ni Matisse, ni Leger, ni Giacometti, etcétera, están junto a los Pinazo, Casas, Nonell, Julio González -¡y hubiera sido tan bueno para éstos estar junto a aquéllos!...-.

La oportunidad de tener en nuestros museos a aquellos grandes maestros de la pintura contemporánea la perdieron quienes no supieron ver, aunque esa fuera su obligación. Pero no hemos perdido la de que podamos ver juntas -¡es el momento!- obras fotográficas de Ortíz de Echagüe, Avedon, Wolf, Blassi, C. Bresson, Cualladó, Rauchenberg, Catany,Fontana, Fontcuberta, Badía, Samso, etcétera. Se puede poner en marcha la idea de un museo fotográfico permanente que cumpliera esa misión. La Biblioteca Nacional, en Madrid, sería un lugar idóneo.

En la Biblioteca Nacional tendrá efecto, precisamente, el próximo mes de mayo, una exposición titulada La fotografía hasta 1900, colección que está perfectamente representada, tanto en colecciones estatales como privadas. "Las colecciones de Charles Clifford, por ejemplo, que poseen el Palacio Real y la Biblioteca Nacional, de Madrid, son difícilmente superables", dice el fotohistoriador Lee Fontanella, en su libro La historia de la fotografía en España, Desde sus orígenes hasta 1900, que acaba de publicar Ediciones El Viso. Es una obra realmente extraordinaria, amena y rigurosa, que constituye el único punto de partida realmente válido para ahondar en nuestra fotohistoria.

Es un libro en el que merece la pena detenerse, aunque la aproximación se hiciera por simple curiosidad, tal es la belleza y el interés de sus páginas, el poder de sugestión de los daguerrotipos reproducidos, la curiosidad de los anuncios que se insertan; por ejemplo, los de la casa Mr. Napoleón: "Se retrata aunque llueva", o "Se va a domicilio a retratar difuntos". Este Mr. Napoleón nada tiene que ver con el otro, Jéróme (1852), fotógrafo también, y hermano del Napoleón auténtico, el emperador, filiación que dio origen al asombro del asombroso Barthes, que originó esas páginas clarividentes que se llaman La chambre claire.

"La historia de la fotografía en España en el siglo XIX podía ser una historia de la imagen que rivalizara con las imágenes de cualquier país. Veo que así es, efectivamente, y que, como suele pasar en otros países, las imágenes representativas probablemente interesarán a los historiadores del arte en general, a todo fotohistoriador interesado en un mayor conocimiento de la imagen fotográfica, no importa de dónde provenga, a los historiadores y a los que se dedican a las ciencias sociales y a los hispanistas peninsulares, en general. Mis experiencias propias, por lo menos, me han enseñado muchas cosas en todas estas áreas, y presento este libro con el deseo de que sirva igualmente a los demás". Además de las palabras anteriores de Lee Fontanella, que sirven de presentación a su libro, Julio Caro Baroja, que lo prologa, dice: "El arte de la fotografía es también después, cuando la imagen se puede fijar sobre un papel, un arte en esencia skiagráphico. Nos da una visión de luces y sombras, de imágenes que se matizan con dos colores: blanco y sepia antes que negro. ¿Y hay algo más convencional y extraño que la 'visión sepia del mundo' propia de los fotógrafos de 1860, 1870, 1880? ¿No está precisamente en ella el encanto de otra serie magnífica de fotos que nos ofrece este libro? Una España espectral, fantasmal, enigmática; por eso, y no por lo que tenga de absolutamente real, es por lo que está llena de encanto".

Realmente, el libro de Lee Fontanella es el mejor prólogo para el tiempo que se avecina: el momento de la fotografía en España.

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