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Reportaje:El régimen militar turco prepara la devolución del poder a los civiles / 1

El Gobierno de Ankara, sensible a las críticas occidentales sobre violación de los derechos humanos

Diecisiete meses después del golpe de Estado en Turquía, las democracias europeas se han dividido estérilmente sobre qué medidas tomar contra el régimen militar, acusado de violación sistemática de los derechos humanos. Estados Unidos, por su parte, apoya incondicionalmente a Ankara e incluso invita al primer ministro turco, Bulent Ulusu, a criticar la falta de libertades en Polonia en un programa televisado a medio mundo. Un enviado especial de EL PAIS acaba de regresar de Turquía.

El periódico Salom, publicado en Estambul por la comunidad judía sefardí, defendía así, el pasado 27 de enero, al régimen militar que gobierna Turquía: "Este Governo si vino al Poder por estabilisir la verdadera demokrasia i no como en otros paizes del mundo ke kuando un Goberno militar viene ae Poder perkura de asentarse por entero, mientras ke en Turkia el Goberno militer aklaro el kalendario por el retorno a la vida normal i por demazia el Governo militar turko en viniendo ae Poder salvo la Turkla de un grande katastrofa".El carácter transitorio del régimen militar instaurado en Turquía el 12 de septiembre de 1980 fue resaltado desde el primer momento por el propio líder de los golpistas, general Kenan Evren, quien poco después se proclamaría jefe del Estado. La democracia no ha sido eliminada, sino temporalmente suspendida, dijo Evren, quien aseguró que las fuerzas armadas se retirarían a sus cuarteles una vez cumplida su tarea.

Diecisiete meses después de la operación militar, como se califica siempre al golpe de Estado en círculos oficiales y en la mayoría de la Prensa, los militares turcos han iniciado un proceso que llevará a la devolución del poder a los civiles y a la creación de un sistema político de características aún inciertas, pero que algunos definen ya como democracia engalonada.

Elecciones en 1985

Según el calendario anunciado por el general Evren, las primeras elecciones podrán celebrarse en el otoño de 1983, es decir, tres años justos después del golpe de Estado que derrocó al Gobierno del primer ministro conservador, Sulcimán Demirel. Si se cumple este plazo, será la intervención más larga del Ejército turco en la vida política de esta república, creada por Mustafa Kemal Atatürk en 1923 sobre las ruinas del imperio otomano.En 1960, los militares turcos tomaron el poder y abolieron la Constitución para, tras redactar una nueva carta fundamental, devolver el poder a los civiles diecisiete meses después. En aquella ocasión el primer ministro derrocado, Adnan Menderes, fue ahorcado. Otra Intervención militar se produjo en 1971, y aunque esta vez no se disolvió el Parlamento ni se abolló la Constitución, el Ejército estuvo en el poder hasta dos años y medlo después.

Los aliados occidentales de Turquía aprobaron más o menos tácitamente el golpe de Estado del general Evren y, desde luego, no lo condenaron. La constante inestabilidad política, la violencia terrorista y la desastrosa situación económica que atravesaba Turquía en 1980, cuando aún estaban recientes los acontecimientos de Irán, hacían temer por la pérdida de un aliado esencial en esa zona geográfica donde confluyen la OTAN el Pacto de Varsovia y Oríente Próximo.

Sólo en los últimos meses, y a raíz de la publicación de informes de diversas procedencias sobre las violaciones de los derechos humanos por el régimen militar, ha comenzado algún tipo de presiones europeas sobre Ankara. Aparte del bloqueo del cuarto protocolo financiero por el que la CEE iba a conceder a Turquía 650 millones de dólares, algunos países han aplicado sanciones económicas unil ater al mente.

Críticas europeas

El Consejo de Europa, una institución creada en 1949 para defender y alentar la democracia parlamentaria, optó hace unos días por criticar al régimen turco, pero sin expulsarlo de su seno.El ex senador Metin Toker, columnista del diario Millyet y antiguo representante de Turquía en el Consejo de Europa, considera injustas las críticas europeas contra el régimen militar: "Aquí hay un consenso claro del pueblo, que acepta temporalmente un Gobierno militar, hasta que pueda crearse una democracia sana", asegura.

En su casa del barrio residencial de Cankaya, al norte de Ankara, Metin Toker dice que, hay tres motivaciones bien distintas en esas censuras europeas. "Hay naciones, como España y Portugal, donde los socialdemócratas temen que el modelo turco salga bien y pueda suponer una tentación para sus ejércitos. Les diré entonces que si alguien debe tomar una lección de lo que Dcurrió en Turquía son los políticos, para que sean más sensibles y mejores que los nuestros. Entonces, ningún ejército podrá actuar, contra ellos con el apoyo del pueblo. Luego están los socialdemócratas del norte de Europa, que tienen una idea abstracta de la democracia y de los derechos humanos, miran aquí y quieren ver lo mismo que en sus países, cuando la situación es muy diferente. Por último, están los comunistas, interesados en que la democracia no triunfe en Turquía".

Un informe hecho público por Amnistía Internacional el pasado 21 de enero aseguraba que más de setenta presos políticos murieron en las cárceles turcas desde el golpe de Estado.

Las autoridades del régimen que rechazan este informe y otros similares, tienen cifras oficiales que se apresuiran a repartir. Un funcionario ciel Ministerio de Asuntos Exteriores las dicta: "Ha habido 390 alegaciones de tortura, de las que 115 se han considerado infundadas, otras 231 se están investigando, 37 están en los tribunales y en ocho casos ya se ha fallado. Están sujetos a procesos 108 policías y soldados. De los casos fallados, once personas han sido consideradas inocentes y siete culpables de practicar torturas. Han sido condenados a penas diversas, uno de ellos a catorce años de cárcel".

Posteriormente pueden comprobarse pequeños detalles que no figuraban en la explicación oficial, como, por ejemplo, que este policía condenado a catorce años se llama Mustafá Haskiris, fue condenado por torturar hasta la muerte a un detenido izquierdista, puesto en libertad provisional poco antes de que se dictara sentencia, y se encuentra ahora libre y en paradero desconocido.

Las cifras oficiales reconocen once penas de muerte ejecutadas y setenta impuestas hasta el momento, y la existencia de más de 30.000 detenidos. Un informe de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas estima mucho más cercana a la realidad una cifra entre 70.000 y 90.000 prisioneros.

El proceso contra 52 dirigentes de la central sindical DISK, que se celebra en Estambul, en el que el fiscal pide la pena de muerte para los acusados, y la condena de tres meses de cárcel Impuesta al ex primer ministro Bulent Ecevit por criticar al régimen militar son los casos de represión más conocidos en los países occidentales. Pero centenares de detenidos comparecen cada día ante consejos de guerra, o esperan meses y meses hasta que los congestionados tribunales militares puedan ver su caso.

Torturas

El informe realizado a finales de diciembre por el abogado belga Fréderic Weyl, de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas subraya las irregularidades existentes en el juicio contra los sindicalistas, acusados de intentar derrocar por la fuerza el Gobierno para imponer un régimen marxista-leninista. En general, sobre este y otros procesos, el abogado destaca: actas de acusación basadas exclusivamente en interrogatorios efectuados en las dependencias policiales; tortura frecuente con la variedad autóctona de la fellaka o bastonazos en las plantas de los pies; simulacros de ejecuciones; imposibilidad de los detenidos de ver a sus abogados hasta que acaba el período de detención; la aplicación de leyes con efecto retroactivo, y la interpretación muy amplia de los textos represivos para castigar de hecho los delitos de opinión.Bulent Ecevit, de 56 años, tres veces primer ministro y líder del partido que fundara Ataturk, el Republicano Popular (PRP), fue condenado a cuatro meses de prisión, que luego le serían reducidos a tres, el pasado mes de octubre, por haber criticado la disolución de los partidos políticos dictada por la Junta Militar. Ecevit, un socialdemócrata que goza de gran popularidad en las democracias del norte de Europa, es actualmente la única voz que se opone abiertamente al régimen. Al ser puesto en libertad, el pasado día 1 de febrero, Ecevit expresó sus dudas sobre la naturaleza democrática del sistema que quieren imponer los militares.

Aunque el general Evren reaccionó airadamente a las críticas del Consejo de Europa y en algunos círculos políticos turcos se teme que un incremento de las presiones europeas se traduzca en un mayor endurecimiento del régimen, existen indicios que demuestran que los generales turcos no qtiieren verse aislados de Europa y qtie las críticas de las democracias occidentales tienen algún efecto sobre ellos.

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