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Tribuna:Ineficacia de las dictaduras ante la crisis/ 6
Tribuna
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El desmantelamiento de la industria nacional divide a los militares chilenos

Joaquín Estefanía

ENVIADO ESPECIAL, El coste social que requerirá el ajuste económico para salir de la recesión -rebaja de salarios y crecimiento del paro- y sus consecuencias más inmediatas -exterminio de la industria nacional- han levantado ya divisiones entre los militares chilenos acerca de los Chicago boys y de la política económica que aplican. Sin embargo, Sergio, de Castro, ministro de Hacienda y actual conductor del programa económico, y sus hombres están bien apoyados. El pasado noviembre, De Castro fue confirmado en su opuesto.

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Nadie conoce lo que durará la recesión en Chile. Les ha pillado de sopetón, sin estudios teóricos por delante. El presidente del Banco Central, Sergio de la Cuadra, declaraba a la revista Qué Pasa: "Lo que hay en Chile en este momento es un crecimiento más lento comparado con el año pasado, no más lento comparado con años anteriores". Estas declaraciones son un eufemismo: poca gente modera ahora sus palabras para hablar del oscuro porvenir inmediato de la economía chilena.Sólo el mero hecho de haber entrado en recesión ya ha causado problemas dentro de la Junta Militar. El relevo en la titularidad de la Oficina de Planificación (con categoría de ministerio) de un Chicago boy por el general Danús, perteneciente al sector proteccionista o nacionalista de las Fuerzas Armadas chilenas, ha dado lugar a las más diversas interpretaciones. La más común es que el general Danús es el caballo de Troya para, poco a poco, cambiar de política económica y preparar un paquete de medidas de corte proteccionista. Sergio de la Cuadra, en las declaraciones citadas, cuando le preguntan si tiene significación política el nombramiento de Danús, contesta: "Yo creo que sí la tiene..., y además creo que no es bueno". Por esta contestación se rumoreaba en Santiago, en la segunda quincena de diciembre, que se le había pedido la dimisión a De la Cuadra. Dimisión que no fue confirmada.

Rebajar los salarios

Si el anuncio de la recesión y de las primeras medidas para salir de ella han logrado que por primera vez se hable de militares ultraliberales y militares nacionalistas, es decir, que se establezca una división en el seno de las Fuerzas Armadas, ¿qué puede ocurrir si dicha recesión no es coyuntural y la crisis revienta en las manos de los Chicago boys? Desde luego, las medidas que se repiten como necesarias para superar el mal momento constituyen un ajuste de caballo, según expresión de un economista ligado a sectores democristianos.

Las cifras de paro y de quiebras de empresas aumentan en progresión geométrica. Pero además se les dice a los trabajadores no sólo que perderán poder adquisitivo, sino que sus salarios nominales serán rebajados.

El primero en admitirlo fue el general Pinochet, que en unas declaraciones afirmó que bajaría el sueldo de los funcionarios. Tal escándalo se armó, que el mismo Pinochet, en una conferencia de Prensa posterior, dijo: "Jamás he pensado en rebajar los sueldos. Jamás he pensado bajar las remuneraciones en la Administración pública". Y ante una pregunta: "Presidente: pero algunas empresas, acogiendo lo dicho por el ministro De Castro, ya están diciendo a sus trabajadores que o aceptan la rebaja de sueldos o hay despidos". El general Pinochet contestó: "Ahí están los trabajadores, que tienen que ver el problema. Esto es en las industrias privadas, y en ellas tiene que haber un acuerdo entre los empresarios y los trabajadores". Las palabras de Pinochet no eran un error: una rebaja de las remuneraciones facilitaría el ajuste global de la economía al período recesivo que se está registrando actualmente. Esta fue la síntesis de distintas intervenciones mantenidas en la Prensa por Sergio de la Cuadra (presidente del Banco Central), Alvaro Bardón (presidente del Banco de la Concepción) y Rolf Luders (máximo ejecutivo del grupo de empresas BHC); los tres, importantes representantes de los Chicago boys. Por su parte, el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (cúpula patronal), Domingo Arteaga, declaraba: "Es mejor bajar los sueldos antes que cerrar industrias". Y del dicho al hecho: "En la fábrica de plásticos Sánchez Campbell, la totalidad de los trabajadores fue despedida, ya que no aceptó firmar nuevos contratos con rebaja en sus sueldos" (diario Las Ultimas Noticias, del 21 de diciembre pasado).

Esta insensibilidad de los Chicago boys a los costes sociales del ajuste es la que puede explicar la increíble petición del presidente de la Confederación de Trabajadores Metalúrgicos a Pinochet y a los integrantes de la Junta de Gobierno: que los cargos de ministros sean servidos exclusivamente por militares, "porque ellos tienen mayor conciencia social que los civiles".

La clase media, centro del sistema

La división entre ultraliberales y proteccionistas no se da sólo entre los altos cargos de la Administración militar, sino también en el sector privado. Los militares contrarios a los Chicago boys están representados por el citado general Danús, definido por un ex ministro como "militar desarrollista, cuñado del presidente de la Corporación del Cobre (Codelco), Gastón Fred", otra punta de lanza proteccionista, junto con el general Sincler. El grado de nacionalismo de estos personajes también es discutido; para algunos, los generales críticos aplicarían subsidios a las exportaciones o cambarían el tipo de cambio, depreciando el peso, pero jamás elevarían las tarifas arancelarias, con lo que el proteccionismo se aguaría bastante.

Entre los empresarios también hay división de: opiniones. La Sociedad de Fomento Fabril (patronal industrial) es la institución empresarial más abiertamente en contra de los Chicago boys. La Asociación de Banca e Instituciones Financieras es tanibién crítica, pero en otro sentido: no habla de la necesidad de aranceles, pero sí de no intervenir más instituciones financieras y de cambiar la paridad del peso. Javier Vial, su presidente, en unas recientes declaraciones, afirmaba que la paridad actual peso-dólar era artificial y que para luchar contra los problemas de la balanza comercial habría que devaluar un 30%.

La batalla por la devaluación del peso es significativa en sí misma, por cuanto que Pinochet ha defendido en diversas ocasiones que el tipo de cambio fijo es consustancial al sistema. Así, una devaluación o una flotación que destruyese el patrón-dólar acarrearía una derrota política de primera magnitud a Pinochet. La empresa americana Frost y Sullivan preparó un estudio para inversores que calentó el ambiente de las divisiones, en el que se decía textualmente: "Chile puede enfrentar pronto una crisis económica seria, y una eventual recesión severa podría causar divisiones entre los militares, provocando un cambio de política y aun de conducción". Y más adelante continúa: "Una declinación económica prolongada y severa puede crear suficientes divisiones dentro de los militares que lleven desde un cambio de política al reemplazo de Pinochet por otro militar o, en el caso más improbable, al colapso del Gobierno militar y el retorno al Gobierno civil".

La posibilidad civil es negada a corto plazo por casi todas las personas entrevistadas, sobre todo por la fragmentación de los partidos políticos y su falta de alternativas. "El consumismo impediría una repetición de los resultados; electorales de l973", nos diría un diplomático. "Los partidos no han dado respuesta alguna a la trampa del consumismo".

Por el contrario, hubo personas, tanto en Chile como en Argentina, que avanzaron convencidas de lo que ocurriría si se volviese a un sistema político democrático: en Argentina ganarían los peronistas; en Chile, la izquierda. Pero ¿quién podría hacerse cargo del Gobierno tras una experiencia tan dilatada, de liberalismo que ha aniquilado la industria nacional? Esta incógnita, está presente en todos los grupos. políticos, legales o clandestinos. Con los votos, pero sin las claves; para mover la economía, no se: puede gobernar.

En cuanto a los sindicatos, están destrozados. Los cuadros de la histórica Central Unica de Trabajadores (CUT) permanecen en la clandestinidad o en el exilio, y sólo se permiten organizaciones de empresa, sin vinculación orgánica alguna. "No podemos pedir a los trabajadores", decía un sacerdote español, "que vayan a la pelea y exijan. ¿Cómo vamos a pedírselo, si ello significa automáticamente que pierden su puesto de trabajo y su sustento? ¡Es tan dificil hoy la organización obrera!".

Agricultores, industriales, constructores..., casi todos los empresarios que no quebraron todavía, están en contra del ultraliberalismo suicida. Excepto los que ideológicamente contestan que "tenemos siempre presentes a Allende 37 a la Unidad Popular. Si hay que elegir entre Allende y los Chicago boys, preferimos a los de ahora". Los exportadores y los trabajadores también están en contra. Entonces, ¿quién apoya? Para el ex ministro citado apoya al Gobierno claramente la clase media, que es la superior numéricamente y que fue la que más sufrió con el anterior régimen; también el sistema financiero y el sector terciario. "El Gobierno se apoya en sectores altos, con una base amplia", contesta un sindicalista. "Hay personas que trabajan en la bolsa, en banca, en financieras, etcétera, que ganan más de lo que un homónimo en cualquier país europeo. Son la base social del régimen, junto con los jefes y oficiales militares y los directores de colegio", responde un sociólogo. Y un economista, director de una fundación privada, expone que "el principal apoyo del régimen es la inversión extranjera, que ha tenido un tratamiento generosisírno".

Desde agosto de 1974 hasta junio de 1981, el Comité de Inversiones Extranjeras autorizó un total de 631 proyectos de inversión, correspondientes a 42 países, por un montante de 4.247 millones de dólares.

La entrada de capitales para inversiones descendió algo en los últimos meses, al iniciarse la recesiórí económica. Esto no afecta a España: Chile es el primer país receptor de capital español; el segundo es Argentina.

Una última opinión: fuentes generalmente bien informadas de Chile, consejeras de importantes multinacionales americanas, profetizaron a este periódico que "anted de tres meses habrá heterodoxias dentro del campo de lo económico. Hay algo más en el caldero que una mera crisis coyuntural", terminaron.

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