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El campeón de Guatemala triunfa en O Cebreiro, etapa reina de O Gran Camiño

Sergio Chumil, del Burgos, se aprovecha del ataque del líder, Derek Gee, para ganar su primera carrera en España como ciclista profesional

Sergio Chumil
Sergio Chumil, a la izquierda, se impone a Derek Gee en O Cebreiro.Iraia Calvo
Carlos Arribas

En O Cebreiro empieza Galicia y el aire frío, tan limpio, puro, de los Ancares y el Courel embriaga tanto como las palabras hermosas, y las refuerza, y las convierte en ideas de éxito impepinable, y después de proclamarlas Ezequiel Mosquera sonríe esperanzado. Acaba de anunciar la creación del Bloque Ciclista Antipuntos. Organizadores, equipos y corredores unidos contra la dictadura de una clasificación UCI que hace más rentable quedar décimo que arriesgarse por ganar, que hace mezquinos a los equipos que solo luchan para sobrevivir, que arruinan el ciclismo y las ideas nuevas, como O Gran Camiño surgido del caletre de Mosquera, guía espiritual del ciclismo que vivió el sábado su etapa reina en coincidencia con la Het Volk, la clásica de apertura de la temporada flamenca de muros y piedras.

El aficionado de visera para arriba y banderitas de leones saliva cuando le recitan Bosberg, Berendries, Kapelmuur, Molenberg, letanía de muros santos del ciclismo, y en O Cebreiro, en un paisaje más antiguo aún, más real, pallozas habitadas hasta hace nada, cuando no había carreteras, sino caminos, y el hospital más cercano estaba a un día de camino y solo los veterinarios en Land Rover se aventuraban en invierno, es lícito preguntarse qué tienen aquellas carreteras que no tengan la subida a Pintinidoira, que ya los peregrinos se aventuraban a atravesar hace más de 10 siglos, valles invictos ante el progreso que envenena el mundo, robles, castaños, prados verdes verdes, y en el que el Israel apabulla al pelotón una tarde luminosa de sol y viento helado, como siempre.

Preparan al grupo, lo anestesian, para que no les duela la aceleración progresiva de su canadiense en las nubes y la cabeza a pájaros, el pistard Derek Gee, hermoso de amarillo, que sube como Wiggins, sin despegarse del sillín, y con él los 20 kilómetros últimos, Sergio Chumil, escalador de bolsillo, volcánico como la Guatemala cuyo maillot de campeón viste, que se adhiere a su rueda como Cacaíto Rodríguez hace décadas con Indurain, y como aquel colombiano solo le da un relevo, y le mata por media rueda, cuchillo limpiamente hundido entre los omoplatos del canadiense, en el último de los 137.150 metros de la etapa, cuando los acogen las pallozas y los sólidos edificios cuadrados, granito, pizarra, paja del pueblo más bonito de la Galicia real.

Han seguido el camino de los peregrinos, barrancos que quitan el hipo, pero no son peregrinos, sino trabajadores migrantes. Uno, Gee, 27 años, llega a Europa de la rica Canadá. El otro de Guatemala. Un resistente. Vence quien resiste. “Sabía que era la buena rueda. Ni sé de dónde saqué fuerzas”, dice Chumil, 24 años, de Tecpán, a 2.200 metros de altitud de altiplano. Llegó a España hace cuatro años y después de crecer ciclísticamente en el Cortizo gallego, el equipo del Club Ciclista Padronés, fichó por el Burgos. Vive en un hotel y cuando gana, y también ganó una etapa el pasado verano en la grandísima, la Vuelta a Portugal, en el Alto de Torre, se acuerda de su equipo y de su novia. Y, como todos los que saben aprovechar las oportunidades que se buscan en la vida, no se sonroja cuando le dicen que chupó rueda y se aprovechó del gigante canadiense. “Hice lo que nos convenía”, dice. “En el Burgos tenemos nuestra forma de correr”.

O Gran Camiño da un salto el domingo para llegar al Obradoiro en Santiago. La última etapa saldrá de Betanzos y llegará a la capital y su catedral por camiños de terra hasta Milladoiro, donde los peregrinos se humillan para gozar de la vista de las torres románicas y el pórtico. Ni Gee, que llega de líder con 37s de ventaja sobre el italiano Davide Piganzoli, ni Chumil, ni ningún ciclista se humillará. Todos, orgullosos, desafiarán la belleza con su sudor. Es su oficio, tan puro, aunque lo quieran complicar con los puntos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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