El Ateneo de Madrid rinde homenaje a México como "segunda patria de los españoles"
El Ateneo de Madrid rindió anteayer un homenaje a México por la actitud que este país mostró hacia los españoles durante el exilio que siguió a nuestra guerra civil. En el acto fue entregada la medalla de oro de la mencionada institución al presidente mexicano, José López Portillo, cuyo embajador en Madrid, Francisco Alcalá Quintero, recogió la distinción. El presidente del Ateneo, Fernando Chueca Goitia, destacó en el acto que esta entidad «ha querido rendir este homenaje a un país que para muchos españoles ha sido, en los momentos más críticos de nuestra reciente historia, una segunda patria». Una exposición del pintor mexicano José Guadalpe Posada (1852-1913), inaugurada anoche en el Ateneo, es el segundo acto de este reconocimiento.El acto contó con la asistencia del alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, y del embajador de México en España, Francisco Alcalá Quintero. «No podemos olvidar», expresó Chueca Goitia en el momento de la entrega de la medalla, «lo que ha significado México, auténtica nación hermana para nosotros. Los que hemos vivido no ya en la República mexicana, sino en México, en lo más hondo de nuestros corazones podemos hacer nuestras las palabras de Julián Marías: ningún español es extranjero en México y ningún mexicano lo es en España. A lo sumo son forasteros». Recordó asimismo unos cuantos nombres de entre los muchos que hallaron a su salida de España tras la guerra civil cobijo en tierras mexicanas: Max Aub, José Giral, Indalecio Prieto, León Felipe, José Prat...
«Asimismo», destacó también Chueca Goitia, «hemos querido simbolizar con este homenaje un acercamiento a América, a su cultura; una cultura a la que estamos unidos los españoles por vínculos como la lengua, la religión y la arquitectura».
Antes de la entrega se leyó un mensaje del rey Juan Carlos, que fue recibido con aplausos y vítores entre los asistentes al acto. El embajador mexicano agradeció la entrega con un breve discurso, en el que recalcó «la importancia de este acto, en el que el Ateneo de Madrid, auténtico templo de la cultura, entrega su primera medalla a nuestro presidente por su acendrado hispanismo. Nuestros dos países, quienes no hace demasiado tiempo reanudaron un diálogo interrumpido desde hacía muchos años, van logrando día a día un mejor entendimiento».
Anteriormente había inaugurado el homenaje una conferencia sobre el barroco en México, pronunciada por Hugo Gutiérrez Vega, agregado cultural de la Embajada de México. «Creo que no exagero al afirmar que la mayoría de las naciones americanas hispanohablantes nacieron bajo los auspicios del barroco. Y creo que la gran época barroca (precursora del racionalismo y del escolasticismo tridentino) ha sido muy poco estudiada».
Comenzó Hugo Gutiérrez Vega uniéndose a las palabras de Octavio Paz (a quien se le ha concedido recientemente el Premio Cervantes): «Nuestros clásicos son los clásicos en lengua española». Describió el barroco como una dicotomía no resuelta, producto de una intensa agitación y de una profunda contradicción entre el pensamiento del Medievo y el del Renacimiento, definiéndole Finalmente como «un arte oficial y contestatario, que es la mitológica y delirante historia de una frustración, de una preciosa derrota. El barroco es un sueño, como diría Calderón, y es una manera de vivir».
Tras un breve análisis del barroco peninsular, el conferenciante narró su plena y rotunda introducción en México, «donde los criollos se enamoraron de la ornamentación barroca, de su retórico colorido. De hecho, en las iglesias barrocas mexicanas, los angelitos tienen rostros indios. El delirio barroco marcó la vida de las provincias de ultramar».
Babelia
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