Los aliados europeos confían en que Schmidt sea capaz de convencer a Breznev de la cohesión interna de la OTAN

La Alianza Atlántica espera y confía en la capacidad del canciller de la República Federal de Alemania (RFA), Helmut Schmidt, para convencer al líder soviético, Leónidas Breznev, de la cohesión interna de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la irreversibilidad de su decisión de instalar los 572 euromisiles, a menos que Moscú desmantele sus SS-20.En los medios aliados se concede una gran importancia a la visita que inicia mañana domingo Breznev a la RFA, pocos días antes de la apertura de las negociaciones de Ginebra entre la URSS y Estados Unidos para el control y, reducción de armamento nuclear en Europa. No porque los aliados esperen ningún resultado espectacular, sino porque, ante la negativa de Reagan a entrevistarse personalmente con su colega soviético, Schmidt es el mejor portavoz de la OTAN ante Moscú.

La posición de la RFA en la polémica de los Pershing 2 y Cruise, es, a juicio de la Alianza, la "piedra de toque" de las negociaciones de Ginebra.

Conscientes de esta responsabilidad, los diplomáticos de la RFA han realizado una cuidadosa preparación de las entrevistas Breznev-Schmidt. Los aliados europeos han hecho cuanto estaba en su mano para apoyar al canciller y fortalecer esa impresión de coherencia interna en la Alianza que Schmidt está obligado a dar a Moscú como "condición básica" para el buen desarrollo de las negociaciones que se inician el próximo día 30 en Suiza. Incluso el ministro de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, Max van Der Stoel, socialista, ha desafiado en cierta forma a su partido, declarando públicamente que la Alianza no podrá prescindir de los euromisiles si no es posible llegar a un acuerdo con la URSS.

Los Países Bajos, al igual que Bélgica, no han dado todavía autorización para instalar los 48 Cruise que le corresponde a cada uno de estos países.

La OTAN espera que Schmidt convenza a Moscú de la irreversibilidad de la decisión adoptada por la RFA, incluso aunque estos otros dos países no cambiaran de actitud antes de 1983, fecha en la que está prevista la instalación de los primeros euromisiles, lo que parece cada día más probable, dadas las dificultades internas de los Gobiernos de Bruselas y de La Haya.

Flexibilidad

Pero, al mismo tiempo, la Alianza Atlántica confía también en el canciller de la RFA para transmitir a Moscú una cierta sensación de flexibilidad por parte de la OTAN y de la seguridad de que Norteamérica, cuando se siente en la mesa de negociaciones, estará lo suficientemente presionada por sus aliados europeos como para presentar unas posiciones auténticamente negociadoras.

La seguridad de Europa occidental, según muchos expertos europeos en materia de distensión (seguridad y no supremacía, evidentemente).

Por eso los aliados europeos pueden asegurar a Moscú que no respaldarán ningún tipo de aventura estadounidense y que la OTAN -su parte europea- no buscará nunca la superioridad en la relación de fuerzas con el Pacto de Varsovia.

Los aliados europeos pueden mostrar además a Breznev varios triunfos de sus tesis frente a las mantenidas inicialmente por Washington, tal como la aceptación norteamericana de la opción cero como punto de partida de las negociaciones con la URSS.