El soviético disidente Lev Kopelev, premio de la Paz de los libreros alemanes
El autor ruso Lev Kopelev, privado de su nacionalidad por las autoridades soviéticas, recibió el domingo en Francfort el Premio de la Paz de los libreros alemanes, en un acto dentro de la 33ª Feria del Libro, que concluyó el mismo día, con menos visitantes que el año anterior.
«Incluso en los años más tenebrosos no se cerraron las fuentes de la tradición intelectual rusa, porque entonces vivía la palabra», dijo el autor Lev Kopelev en su discurso de aceptación del Premio de la Paz de los libreros alemanes el domingo en la Paulskirche, de Francfort, el lugar donde a mediados del siglo XIX se aprobó la primera Constitución alemana.Kopelev se considera a sí mismo una especie de «disidente entre los disidentes». A pesar de haber sido privado de su nacionalidad y su amistad con muchos intelectuales considerados disidentes, Kopelev no se suma a las campañas habituales ni se considera un disidente típico.
En Francfort dijo Kopelev que «los Estados y las ideologías pasan, pero se conserva siempre el espíritu de la nación, que vive en el idioma, en la creación literaria, en el aire, en las diferentes capas del mundo de las ideas, que anima siempre a las nuevas generaciones y lo asumen y desarrollan otros pueblos».
El escritor, premiado con un millón de pesetas, la distinción más prestigiosa en el mundo intelectual de la República Federal de Alemania, hizo un llamamiento a la paz en su discurso, cuando lamentó que «los guerreros siempre tuvieron más éxito entre los escritores que la pacífica Iris, la diosa de la paz o la pacifista Lisístrata».
También dijo Kopelev que «hoy se escuchan de nuevo las señales de alarma, pero la alternativa ya no es guerra o paz, comprensión o enemistad. Hoy la alternativa es paz o catástrofe global, entendimiento o destrucción de la mayoría de los seres humanos del planeta».
Al concluir el acto solemne de entrega del Premio de la Paz, al que asistió el presidente federal alemán, Karl Carstens, tres mujeres sacaron una pancarta en la que se leía: «18 de octubre de 1977 Gudrun Ensslin, Andres Baader, Jan-Carl Raspe, asesinados». Las tres mujeres, entre ellas la hermana de Ulrike Meinhof, acusada de terrorismo, que murió ahorcada en la cárcel de Stammheim, pronunciaron gritos para llamar la atención sobre la situación de aislamiento de los «presos políticos en la RFA», y recordaron que «hace cuatro años Ensslin, Baader y Raspe fueron asesinados en Staminheim».
Unos policías de paisano les arrebataron la pancarta en la Paulskirche y se limitaron a tomar nota de los nombres de las tres manifestantes.
La feria del libro concluyó ayer, lunes bajo un signo pesimista entre los industriales, que prevén un descenso de ventas debido a la crisis económica existente y la carestía de la producción de libros.
Babelia
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