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Frustrada petición de asilo en la Embajada de EEUU en Moscú

El centenar y medio de occidentales, que al mediodía del domingo salían de la misa católiea de la Embajada estadounidense en Moscú, pudieron asistir a un espectáculo un tanto insólito: el recinto diplomático norteamericano se hallaba rodeado por la milicia (policía) y hombres vestidos de paisano paseaban solitarios a lo largo de las aceras que lo rodean.El fuerte despliegue obedecia a algo que ya se viene convirtiendo en rutina en la capital soviética: un hombre, Boris Lesnov, de 42 años, había logrado entrar en el recinto para pedir asilo político.

Las dos puertas principales de la Embajada norteamericana en Moscú se encontraban, como es habitual, vigiladas por la milicia cuando, poco después de las nueve de la mañana, Lesnov, blandiendo una escopeta y a bordo de su Moskvich utilitario, logró entrar en el recinto.

El intruso ámenazaba con suicidarse si no le era concedido asilo polítlco. Los marines estadounidenses encargados de la seguridad de la Embajada lograron desarmarle de modo pacífico y, horas después, Lesnov salía de la representación diplomática.

Justo antes de ser detenido por varios agentes del KGB (policía política), Boris Lesnov confió a los periodistas occidentales que se había quedado sin trabajo por razones políticas y ello le llevaba a intentar emigrar. Fallido ya su intento de pedir asilo, Lesnov a firmó amargamente: "Sé que acabaré mi vida en un hospital psiquiátrico".

Durante los últimos dos meses, nueve soviéticos han entrado a escondidas o por la fuerza en embajadas occidentales.

La costumbre marca que ninguna representación diplomática de Occidente acceda a este tipo de peticiones, ya que, previsiblemente, y a pesar de la fuerte vigílancia de la milicia, las embajadas en Moscú se convertirían en poco tiempo en campos repletos de refugiados.

En los últimos años, sólo se ha accedido una vez a una petición de este tipo: a finales de la primavera de 1978, siete miembros de una familia de protestantes pentecostistas soviéticos consiguieron asilo .en la Embajada norteamericana, donde aún siguen a la espera del salvoconducto soviético que les permita abandonar el país.

Hace treinta años, la Embajada norteamericana en Moscú fue testigo también de otro intento similar que finalizó sangrientamente.

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