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La última película de Ferreri crea las primeras polémicas en el Festival de San Sebastián

El filme español "Después de...", proyectado en la sección de Nuevos Realizadores

Historias de locura cotidiana, del italiano Marco Ferreri, ha sido la película que más entusiasmos y encendidas discusiones ha despertado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. El público nocturno acogió con una ovación prolongada el final de la proyección. El escaso éxito que Historias de locura cotidiana había tenido en el reciente Festival de Venecia ha sido corregida por este entusiasmo del Festival de San Sebastián, que, de momento, ha encontrado su mejor película. La posesión, de Zulawski, sería el otro título importante.

Las discusiones sobre el filme de Ferreri son, no obstante, más ricas que las que pueda producir el filme polaco. Ferreri urga con pasión en situaciones y vivencias que afectan a todos sus espectadores; otra cuestión es que estos coincidan plenamente con el punto de vista de la película.Hubo asistentes que abandonaron la sala, quizá molestos por la sutil pero contundente agresividad de las imágenes de Ferreri: el miserable mundo que retrata a través de su protagónico escritor aIcohólico y degradado debe inquietar a quienes nos anclamos en, consideraciones burguesitas.

Ferreri ha dado ya una vuelta vivencial al mundo y ahora, de regreso, contempla lo que ha conocido. Su visión es básicamente de asco ante una sociedad como ésta, que provoca la destrucción de cualquier ser humano. Es, sin embargo, más generoso Ferreri que esa sociedad al ofrecer a sus personajes la posibilidad del amor o, más exactamente, del amor expresado en sexo. De una hermosa y patética historia de amor nos habla en esta película, compuesta de personajes en ambientes sórdidos, perdedores, suicidas... Adaptando cuentos de Bukowski, Ferreri ha construido un retrato personal que coincide plenamente con muchas de sus películas anteriores: su reflexión sobre nuestra vida es cada vez, lógicamente, más compleja y más sobria también.

Su seguridad en el ambiguo poder de captación de una imagen cinematográfica le ha hecho cuidar poéticamente su puesta en escena de tal manera que será difícil que hasta los que rechazan la película en sus resultados finales no se sientan conmovidos con ella. Una película importante, plenamente justificada en el marco del festival.

Como también lo es Después de..., la película-reportaje que Juan José y Cecilia Bartolomé han mostrado en la sección de Nuevos realizadores. No han tenido, sin embargo, las mismas oportunidades. Su proyección matinal ha coincidido con la mesa redonda que sobre cine y literatura ha celebrado la mayoría de los invitados del mundo de la cultura; las segundas y últimas proyecciones de la película coincidirán en horario con la sección oficial. Es difícil, por tanto, que el cine español se sienta estimulado en estas condiciones.

Más grave es esa desatención general en el caso que nos ocupa, puesto que Después de... ha sufrido ya alguna curiosa y secreta retención. Quizá se deba ésta a la inseguridad con que les censores oficiales o espontáneos suelen contemplar las imágenes que hablan de nuestro presente. La película de los hermanos Bartolomé trata de reflejar la realidad social de nuestro país en el transcurso de la reforma política posfranquista. Testimonios y realidades no siempre conocidos van alternándose con una visión crítica de los autores. Crítica, no obstante, que se supedita al testimonio en sí: de ahí, sin duda, su interés. Si la condición no narrativa de esta película no la hacía posible en la tradicional sesión oficial, merecía, al menos, un trato más decoroso.

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