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RELIGIÓN

Monseñor Delicado considera "demencial" la actual carrera de armamentos

José Delicado Baeza, vicepresidente de la Conferencia Episcopal española y arzobispo de Valladolid, ha redactado una carta semanal en la que se manifiesta contra la construcción de la bomba de neutrones, e invita a invertir el dinero destinado a su fabricación en favor de los países subdesarrollados. Monseñor Delicado califica de demencial la actual carrera de armamentos y asegura: «Se vuelve a optar por la muerte y no por la vida».

La bomba de neutrones, según José Delicado, supone invertir 500.000 millones de dólares al año para la destrucción potencial (claro, que hay fuertes ganancias para determinados grupos), sustraídos a otro posible destino.La bomba de neutrones es, según monseñor Delicado, un invento doblemente mortal «por su finalidad directa y porque se sustrae del combate contra la muerte que ya está presente en el hambre, analfabetismo, insalubridad, subdesarrollo, explotación, etcétera. El complemento informativo de este verano es la supuesta destrucción de más de un millón de toneladas de alimentos, en lo que va de año, ordenada por la CEE para mantener los precios internacionales. Los alimentos destruidos supondrían una pérdida de 10.000 millones de pesetas». José Delicado, que fue uno de los grandes candidatos a la presidencia de la Conferencia Episcopal, cargo que finalmente recayó en monseñor Díaz Merchán, señala en su carta: «Si los Estados fueran sinceros y se dedicaran a moderar el histérico afán armamentista, esta ayuda internacional, a costa de esas peligrosas y cuantiosas inversiones, podría hacerse sin gravámenes excesivos para las sociedades. Con un carro de combate se podrían equipar más de quinientas escuelas primarias, y con un caza supersónico se podrían establecer hasta 40.000 farmacias en medios desasistidos».

Según el arzobispo de Valladolid, la política mal enfocada es la causa principal de este estado de barbarie, «en el que mueren con las personas también las conciencias. Se necesita urgentemente una nueva voluntad política y una nueva organización que canalicen las energías humanas, ya que con los bienes existentes hay más que suficiente para equilibrar su destrucción y superar las amenazas. La sociedad gasta en consumos superfluos miles y miles de millones. No se trata sólo de decisiones políticas de alto nivel, sino de una sociedad con una mentalidad nueva. Cada uno tendría que ver en qué invierte su dinero cuando media humanidad muere de inanición, después de malvivir en la carencia y el sufrimiento. Pensemos en nuestros prójimos azotados por el paro o abandonados en la marginación».

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