El debate del veneno

HOY DÍA la comunicación en las sociedades industriales se rige por el principio indiscutible de que el alarmismo o los rumores interesados sólo se contrarrestan con el mayor caudal posible de información. Y una sociedad como la española no puede verse más alarmada de lo que está ante el envenamiento masivo por ingestión de aceite de colza desnaturalizado. Quince mil afectados y unos 120 muertos en menos de cuatro meses -todo ello en medio del desconcierto, la incuria o la desinformación oficial- han dado pie a todo tipo de rumores y de alarmas en la opinión pública.Hay, consecuentemente, que estimar que la negativa del Gobierno y su grupo parlamentario a radiotelevisar en directo el Pleno del Congreso del martes próximo, en el que se debatirá este homicidio masivo, obedece a otras razones y no a las aducidas sobre la posible preocupación del pueblo español o la índole técnica de la discusión. Con esta media el alarmismo de la población ante este aún incontrolado envenenamiento no hace sino aumentar en la sospecha de que el Gobierno intenta, cuando menos, poner sordina a sus explicaciones parlamentarias y que teme -acaso justificadamente- que los ciudadanos tengan todos los datos posibles sobre este particular regreso español al tercermundismo.

Honda preocupación tiene que albergar este país cuando al silencio de las autoridades francesas, en cuyo territorio se origina de alguna manera la cadena de fraudes, desidias administrativas o casualidades fatídicas, se suma ahora el temor del Gobierno español a la retransmisión en directo de un debate parlamentario sobre el veneno, que era el mínimo gesto de respeto y de atención que podía tenerse para con una población que está soportando con tanta paciencia algo más que la desidia de la Administración.