Los cancilleres comentroamericanos piden ayuda a la comunidad internacional para superar la crisis de la región
Los cancilleres centroamericanos, reunidos el sábado en Tegucigalpa, acordaron pedir ayuda a la comunidad internacional para poder superar la grave crisis de la región. Representantes de Gobiernos tan dispares como los de Nicaragua y El Salvador estuvieron de acuerdo en que la conflictividad de la zona arranca de desigualdades crónicas en el reparto de la riqueza, y no de la confrontación Este-Oeste.Varios de los ministros de Asuntos Exteriores asistentes manifestaron que los seis países centroamericanos necesitan una inyección exterior de 20.000 millones de dólares (unos dos billones de pesetas) para lograr su pleno desarrollo. Este cálculo figura en un informe elaborado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Los ministros subrayaron que al hablar de ayuda exterior no se refieren a inversiones de empresas multinacionales, sino a una cooperación directa con los Gobiernos para que éstos puedan poner en marcha planes de desarrollo integral, siempre en un marco de respeto a su soberanía y al camino político elegido por cada país.
La reunión de Tegucigalpa pone de manifiesto que las diferencias políticas internas no son un obstáculo insalvable para coordinar el desarrollo regional, siempre que no haya condicionamientos políticos. Los países democráticos y progresistas del área (Costa Rica, Panamá y Nicaragua) trataron de obviar temas políticos que hubieran imposibilitado todo acuerdo con Honduras, El Salvador y Guatemala.
La ausencia no justificada (por razones familiares) del canciller guatemalteco, a quien sustituyó la embajadora en Honduras, puso de manifiesto, sin embargo, la radical diferencia entre el Gobierno más sangriento del área y algunos de sus vecinos, con quienes no interesa reunirse ni siquiera para tratar cuestiones económicas.
Guatemala entiende que cualquier plan de ayuda global a la región tenderá a consolidar al Gobierno sandinista y, en consecuencia, a desestabilizar a los regímenes autoritarios de la región. En línea con el posicionamiento norteamericano, Guatemala se muestra así partidaria de limitar cualquier programa conjunto a aquellos Gobiernos que hagan profesión de fe anticomunista.
Los acuerdos de Tegucigalpa han desechado este camino, y por sí mismos suponen un intento de superar diferencias entre Gobiernos que durante los últimos meses han estado al borde de la confrontación directa, como es el caso de Nicaragua con Honduras y El Salvador.
El comunicado final supone, por otra parte, un repaldo directo a la posición adoptada por México acerca del plan estadounidense de ayuda a Centroamérica y el Caribe. México, apoyado esta vez por Canadá y Venezuela, expuso claramente en Nassau que no participaría en este proyecto a menos que comprendiese a todas las naciones de la región (con una referencia especial a Cuba y Nicaragua) y excluyese el envío de armas.
La Administración Reagan parece querer acentuar, sin embargo, su presencia militar en Centroamérica, siempre con la excusa de frenar la penetración cubana y soviética. A la ayuda para el Ejército salvadoreño (55 asesores y más de 35 millones de dólares en lo que va de año) se ha unido hace unos días el envío de veintitrés asesores militares a Honduras, a cuyas fuerzas armadas trata de convertir en su gendarme del área.
Vehículos militares por importe de diez millones de dólares han sido vendidos igualmente a Guatemala, al tiempo que eminentes personalidades de la Administración norteamericana no se recatan en manifestar que EEUU quiere cooperar más estrechamente con este Gobierno amigo, por encima de consideraciones sobre derechos humanos.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Jeanne Kirkpatrick, ha añadido un elemento de tensión al área con una oferta formal de apoyo militar a Costa Rica, país que constitucionalmente carece de Ejército. El presidente Rodrigo Carazo se ha apresurado a declarar que rechaza la oferta y que los conflictos centroamericanos tienen origen interno.
Por encima de la opinión de los propios países afectados, Estados Unidos trata de reforzar su presencia militar. El ex embajador norteamericano en Tegucigalpa y San Salvador Robert White ha manifestado en la capital hondureña que la Administración Reagan ha optado abiertamente por los regímenes opresores, silenciando el clamor de los pobres.
La reunion de cancilleres de Tegucigalpa, celebrada en un clima de entendimiento, tampoco debe hacer olvidar los viajes que la pasada semana efectuaron a la misma capital hondureña los presidentes de Guatemala y El Salvador, en lo que se ha interpretado como una iniciativa de los tres Gobiernos militares de la región por coordinar a sus fuerzas armadas en la lucha contra la guerrilla salvadoreña y, en última instancia, contra la propia Nicaragua.
Los guerrilleros salvadoreños parecen haber retomado la iniciativa de la guerra, sobre todo en el departamento de Morazán, donde ocuparon hace menos de una semana la población de Perquin, el segundo núcleo más poblado. Las columnas guerrilleras se disponen a iniciar el asalto a la capital departamental de San Francisco Gotera, donde el Ejército ha concentrado más de 2.000 soldados y a su regimiento Atlacatl, entrenado en la lucha antiguerrillera por los asesores norteamericanos.
El Gobierno salvadoreño quiere asegurarse de que Honduras le cubrirá la retaguardia en el combate por Morazán, impidiendo que la guerrilla pueda huir hacia este país en una eventual retirada. Periodistas destacados en Honduras han manifestado que varios de los asesores estadounidenses enviados a Tegucigalpa han sido vistos en la zona fronteriza con El Salvador armados de fusiles, desmintiendo así la versión estadounidense de, que se les había prohibido portar armas.
Guatemala pretende que el Ejército hondureño juegue el mismo papel respecto a su propia guerrilla, que en el último mes ha pasado a la ofensiva. El nombramiento del general Aníbal Guevara como candidato oficial para las elecciones presidenciales del próximo mes de marzo anula cualquier esperanza de apertura por parte del régimen guatemalteco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.