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Análisis internacional del papel de la cultura española en Europa

Será realizado por el Comité de Estudios sobre la Sociedad Contemporánea y la Universidad Menéndez y Pelayo

Juan Arias

En Italia está siendo acogido con interés y simpatía el acuerdo que acaba de firmarse entre el Comité Internacional de Estudios sobre la Sociedad Contemporánea (CIESC) y la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) para analizar y profundizar de manera seria y científica el papel de la cultura española en la historia europea.

El acuerdo prevé, entre otras cosas, la preparación de una muestra internacional, en Roma sobre el tema la Constitución en el seno de la Universidad Menéndez y Pelayo; de un Instituto de Altos Estudios dedicado a estudiar con métodos investigativos el influjo de la sociedad contemporánea de la cultura española, y, por fin, la celebración en los primeros días de septiembre de este año, en el seno de los cursos de verano de la Universidad Menéndez y Pelayo, en Sitges, de un seminario de trabajo dirigido por el catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Nápoles, Ricardo Campa, que es al mismo tiempo el presidente del Comité Internacional de Estudios sobre la Sociedad Contemporánea.Para comprender mejor la envergadura de esta iniciativa del Comité Internacional de Estudios sobre la Sociedad Contemporánea, del que forman parte personajes ilustres, como el premio Nobel Eugenio Montale, el físico Gilberto Bernardini, el escritor Ernesto Sábato, el historiador Pedro Sainz Rodríguez, el filósofo político Manuel García Pelayo, el filólogo Dámaso Alonso, etcétera, el corresponsal de EL PAIS en Italia ha conversado en Roma con Riccardo Campa, antes de que saliera para Sitges. El catedrático italiano que dirigirá el seminario de Sítges recuerda que «España ha sido por tradición el filtro natural de todas las corrientes culturales que del Mediterráneo han atravesado y revuelto la Europa continental».

Según Campa, «a partir de la revolución científica y del consiguiente debate religioso y político, la revolución ha sido representada por la cultura ibérica».

Se trata, pues, de lanzar toda una serie de iniciativas para dar a conocer mejor el papel que la cultura española ha tenido siempre en la sociedad europea.

Durante el seminario de Sitges se estudiará la posibilidad de llevar a cabo en 1983 toda una serie de iniciativas culturales (exposiciones de pinturas, obra gráfica, representaciones teatrales y cinematográficas) que den a conocer a Europa esta realidad española y se pondrán las bases para la creación de un punto de encuentro (que se llamará Instituto de Altos Estudios) entre estudiosos pertenecientes a corrientes y a países distintos, pero preocupados de sondear la realidad contemporánea para sacar de ella útiles premoniciones para el futuro.

Nueva enciclopedia

«Sin embargo», subraya con mucho énfasis el catedrático Campa, «un punto de encuentro de este tipo debe poder sustraerse a toda tipología tradicional, sea bajo el aspecto organizativo, sea bajo el normativo: deberá ser una presencia sin estructuras». El Instituto debería además programar la realización de una nueva enciclopedia, que debería publicarse por una editorial en condiciones de garantizar la mayor difusión y la tradución a los idiomas más importantes. ¿Por qué la cultura ibérica está llamada, según el catedrático Campa, a promover una profunda revisión crítica de las teorías básicas del mundo moderno y contemporáneo? Lo afirma con estas palabras: «En realidad, la única vertiente de la cultura occidental que, a pesar de todo, no ha sido corrompida por el racionalismo mecanicista, es la cultura ibérica: ella tan sólo está en condiciones de garantizar esa visión en la cual es posible hallar los elementos para una nueva hipótesis creativa».«Una hipóteis», continúa, «diseñada por la literatura ibérica y latinoamericana, ampliamente y quizá inconscientemente aceptada por la muchedumbre según un nuevo internacionalismo lingüístico: el castellano. Es ésta una operación cultural que podría prever una nueva visión de la realidad capaz de sosegar en cierta manera los temores del hombre contemporáneo».

El intelectual italiano, autor, entre obras obras, de Nuevas herejías, es uno de los estudiosos internacionales que con mayor tesón ha marcado las fases del proceso de secularización de la cultura occidental desde los comienzos de la primera revolución científica hasta nuestros días.

Tradición y reforma

Según Campa, «la sociedad contemporánea constituye quizá la imagen más exasperada del problema abierto por la reforma». Por otra parte, la crisis del hombre medieval «garantizado hasta el nivel de la angustia en sus intentos desesperados de darse cuenta de la condición en la que actúa, halla en la perspectiva, en una ilusión óptica, una nueva dimensión de la realidad. La edad de los descubrimientos se identifica en la hazaña conceptual, que ensancha los límites mentales y de proposición del universo».El proceso de industrialización tras las primeras sublevaciones de los campesinos alemanes comienza bajo ese signo de una rebelión religiosa que desprecia el pasado y proyecta hacia el futuro la esperanza de una renovación económica y moral: «El dinero», afirma Campa, «es la institución típica del futuro, en cuanto planea esos bienes que todavía no pueden lograrse; es el correlativo de la salvación operante de la cultura campesina. Sobre el pasado incumbe el pecado, mientras que el futuro es libertador; mejor dicho, no garantiza la libertad, sino la liberación del apuro material».

La dicotomía occidental, tradición católica-reforma protestante, «agudiza», según el catedrático de la Universidad de Nápoles, «el contraste entre el modelo mecánico y la concepción dramática (no trágica) de la existencia, que impone la elaboración de un pacto (Hobbes) entre los miembros de esas comunidades que fatalmente desaparecerán tras la pérdida de la visión sacral y unitaria del mundo».

¿Y el juicio sobre los últimos decenios? «El heroísmo y el fariseísmo de las políticas de estos últimos años», responde Campa, «demuestran que la tentación de una coincidencia global ha progresado, disfrutando de esa etapa de transformación de la sociedad agrícola a la sociedad contemporánea. Una vez sobrepasado este límite, será inevitable la adopción de fórmulas y de modelos políticos que confirmen el consentimiento, cualquiera que sea el modo con que éste se haya logrado. La máquina parece aún necesitar de la mano del hombre, aunque sea una mano anquilosada».

En este contexto, el Comité Internacional de Estudios sobre la Sociedad Contemporánea, dirigido por el catedrático Riccardo Campa, está convencido de que la cultura ibérica podrá representar una ayuda esencial en la búsqueda de nuevas hipótesis creativas, mientras que el nuevo Instituto de Altos Estudios que se va a crear en el seno de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo con el apoyo de importantes intelectuales de todo el mundo de diversas tendencias, podrá presentar una re visión crítica y creativa de las teorías fundamentales de nuestra sociedad, en vistas a una hipótesis de futuro menos deshumanizada y más a la medida del hombre.

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