El control de la OCDE sobre la inmersión de residuos nucleares resulta poco eficaz
Al poco de finalizar la segunda guerra mundial, el Reino Unido comenzó el lanzamiento de residuos radiactivos a veinte millas al norte de la isla de Guernesey. Pero años después, el Gobierno británico decidió buscar otro punto, porque el anterior «cementerio nuclear» resultaba «demasiado cercano a tierra». El punto elegido se situaba al sur. Según una información que publicaba Ingeniería Nuclear (INUC), en su número del 15 de junio de 1976, la Agencia de la OCDE para la Energía Nuclear anunció en París que se iba a proceder a la inmersión de desechos radiactivos en el Atlántico, frente a Galicia.
La misma agencia INUC señalaba que este producto tenía una escasa actividad atómica y procedía de instalaciones nucleares de Bélgica, Reino Unido, Suiza y Países Bajos, con un peso total de 6.700 toneladas. La operación consistiría en lanzar estos residuos a una profundidad de 4.500 metros, una fosa «utilizada ya para este fin en anteriores ocasiones, a novecientos kilómetros de la costa escocesa». Sin embargo, en esta nota se omitía que el punto elegido estaba mucho más cerca de la costa española que de la escocesa.En cuanto al contenido de los detritos nucleares también parece existir alguna irregularidad. El Forum Atómico Español daba a conocer a través de su servicio de información el 31 de octubre de 1978 las condiciones técnicas exigibles para la inmersión de residuos nucleares, y especificaba que «dada la dilución y dispersión de los materiales radiactivos en el medio marino, los residuos de baja y media actividad pueden descargarse al mar bajo condiciones específicas y debidamente controlados». Pero el Reino Unido, y quizá también los demás países que proceden a lanzar al Atlántico estos restos, parece aplicar la normativa de la OCDE con notable elasticidad. El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung informaba el 5 de julio de 1976 que «el lanzamiento de basura atómica al mar es juzgado con diversos raseros: con exigencia en cuanto a las directrices y muy elásticamente por el legislador». Tanto es así, añadía el diario, que, entre otros casos, el Reino Unido «continúa lanzando al mar regularmente residuos con contenido de plutonio». Desde 1949 hasta 1976, el Reino Unido, según cifras de la OCDE, ha lanzado al mar 6.500 toneladas de residuos nucleares, mientras que en 1976 tenía dispuestas otras mil toneladas para dejarlas sepultadas en el océano. En 1978, el movimiento Green Peace detectó la presencia de otras 2.066 toneladas de residuos, en 5.500 barriles, a bordo de un buque inglés. Por lo demás, no se cuenta con cifras completas de tal actividad, cifras que, por supuesto, de conocerse harían el fenómeno mucho más preocupante. Y eso que la OCDE «controla» desde 1967 estas operaciones de lanzamiento e informa de ello a los países miembros de la organización. Sin embargo, según puntualización del citado diario alemán, publicada el 3 de agosto de 1976, «no se investiga, sin embargo, si penetran o no sustancias radiactivas en los fondos marinos». Pero existen precedentes inquietantes. El oceanógrafo. norteamericano R. S. Dyer, investigador del organismo norteamericano EPA, para el control del medio ambiente, ha analizado el estado de algunos de los bidones con residuos nucleares hundidos por Estados Unidos hace treinta años; en total se trata de 67.000 recipientes, conteniendo residuos nucleares de bajo contenido nuclear, y ha concluido que algunos de estos bidones han perdido energía, una energía que lógicamente ha pasado a las aguas marinas. El material acumulado en los recipientes estaba integrado, fundamentalmente, por guantes utilizados por científicos, aparatos experimentales de medición y cuerpos de animales sometidos a pruebas de laboratorio. Estos restos habían sido a su vez encerrados en una masa de hormigón y asfalto, en cuyo interior se había insertado un recipiente de acero y plomo. Justamente los elementos que hoy se consideran «seguros» por los organismos oficiales de la energía nuclear. El doctor Dyer comunicó hace cinco años al diario New York Times el resultado de sus observaciones sobre las primeras muestras de suelo marino tomadas de las inmediaciones del «cementerio nuclear». En las muestras obtenidas del fondo del Pacífico constató la presencia de un alto contenido de plutonio, mientras que en las procedentes del Atlántico, el con. tenido más abundante era el cesio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Contaminación radiactiva
- Legislación ambiental
- Oceanografía
- OCDE
- Océanos y mares
- Política ambiental
- Agua
- Protección ambiental
- Organizaciones internacionales
- Contaminación
- Espacios naturales
- Relaciones exteriores
- Problemas ambientales
- Legislación
- Ciencias naturales
- Ciencia
- Medio ambiente
- Justicia
- Radiactividad
- Energía nuclear
- Energía