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La aparición de "los guerreros de Riace" desata en Italia la pasión por la arqueología

Juan Arias

Después de la explosión de entusiasmo producida por los dos bronces de los guerreros de Riace, que ayer dejaron Roma para establecerse definitivamente en el Museo de Regio-Calabria, ha nacido en el país una especie de fiebre arqueológica. Se hurga no sólo en el fondo del mar a la búsqueda de nuevas estatuas griegas, sino también en los castillos abandonados e inaccesibles.Precisamente en estos días ha vuelto a la actualidad la leyenda del castillo encantado de Scilla, a pocos kilómetros de Regio-Calabria. Scilla es uno de los ángulos de mar más bellos del mundo. Scilla tiene un castillo a pico sobre el mar con más de cincuenta habitaciones, abandonado porque es prácticamente imposible llegar hasta él.

Hace unos días, un aficionado (como aficionado era el buceador que descubrió en Riace los dos guerreros) logró llegar trepando hasta una de las ventanas del castillo, y en una de las cincuenta habitaciones abandonadas vio nueve esqueletos, varios de niños. Según estos jóvenes, los esqueletos están aún intactos. Se piensa que puede tratarse de las víctimas del terremoto de 1783. Pero se trata sólo de suposiciones.

El castillo, en realidad, ha estado siempre abandonado, debido a la dificultad de acceso a pico sobre una roca que domina la costa calabresa, en la embocadura norte del estrecho de Mesina. Nunca se hicieron investigaciones sobre lo que podría haber escondido en aquellas habitaciones solitarias. Y por eso la fantasía ha tenido campo libre.

La leyenda ha hablado siempre de un tesoro escondido en el castillo. Se trataría de un millón de monedas de oro de la familia Ruffo, que había construido la formidable torre como símbolo de potencia y para controlar desde ella la navegación de la costa.

Según un texto escrito por el historiador calabrés Minasi, publicado en Nápoles en 1889, la familia Ruffo escondió en los siglos pasados en aquel castillo armas, monedas y cuadros. Y en la publicación de arte Brutium, de 1922, se afirma que en las bodegas del castillo existe una galería de arte excepcional organizada por Tiberio Ruffo con obras de Tintoretto, Veronese, Mattia Preti y algunos cuadros del mismísimo Rubens.

Por ahora, lo único que el joven escalador ha visto ha sido, además de los esqueletos humanos, una moneda antigua en el suelo de una de las enormes habitaciones. Pero dentro de poco se podrá conocer la verdad de esta historia encantada, ya que la Dirección de Bellas Artes de Calabria, ante el entusiasmo despertado por los bronces de Riace, ha dedicado ya quince millones de pesetas para que una empresa especializada pueda abordar el castillo y escudriñar palmo por palmo sus legendarias habitaciones y bodegas. Hay quien no excluye que puedan encontrar algún fantasma.

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