El estreno de "Carmen" en español registró media entrada en la Maestranza de Sevilla

Alrededor de 4.000 personas -menos de la mitad del aforo de la plaza de toros- asistieron anteanoche al estreno mundial en español de la ópera Carmen, de Georges Bizet, en versión de Fernando Quiñones, que tuvo lugar en la Real Maestranza de Sevilla bajo el patrocinio del Ayuntamiento de la ciudad. La representación, que ha estado rodeada de polémica por diversos motivos, obtuvo un moderado éxito de público.

El montaje revistió la espectacularidad característica de las obras dirigidas por José Tamayo, especialmente los actos tercero y cuarto, que se desarrollan, respectivamente, en una cueva de contrabandistas y en la propia plaza de toros de la Maestranza, donde Carmen muere a manos del despechado José, mientras triunfa Escamillo. El último acto resultó particularmente vistoso. Fueron muy ovacionadas por los asistentes las apariciones de toreros, picadores y cuadrillas en el ruedo maestrante.El público aplaudió notablemente la actuación del ballet español de Paco Alba y la dirección musical de Jorge Rubio, a pesar de que la distancia física existente entre la orquesta y el escenario provocaba cierta falta de sincronización con los cantantes, apreciable en ocasiones. La incomodidad de los tendidos (en las sillas situadas en el ruedo la visión se hacía francamente difícil) y la larga duración de la obra, tres horas, no acabaron con el interés de los espectadores, entre los que se encontraban destacadas personalidades y numerosos aficionados a la ópera de España y el extranjero.

En cuanto a la interpretación de los principales personajes de la obra, hay que señalar que Pedro Lavirgen (José), Vicente Sardinero (Escamillo) y Josefina Arregui (Micaela) desempeñaron favorablemente sus respectivos papeles, mientras que la actuación de Stella Silva y Mari Carmen Ramírez, que se turnaron para hacer de Carmen, provocó -por emplear términos taurinos- una notable división de opiniones en cuanto a su calidad.

Ausencia de la izquierda

Fue ostensible durante la noche del estreno la ausencia de los concejales sevillanos del Partido Socialista Obrero Español, que en su momento se habían opuesto, en unión de sus colegas del PCE, a que el Ayuntamiento se hiciese cargo financieramente del espectáculo, por estimar que la ciudad tiene carencias culturales más perentorias. El presupuesto global del montaje supera los veinticinco millones de pesetas, de los que cinco han sido cubiertos por el Ministerio de Cultura, quedando el resto a cargo del municipio, si bien se espera que el taquillaje permita reducir la cantidad.Otros aspectos polémicos colaterales al estreno han venido protagonizados por un sector de profesionales de la música de Sevilla, disconformes con la categoría de los músicos contratados, y por los figurantes de la obra, reclutados en la ciudad, que amenazaron con no salir a escena si no se satisfacían sus reivindicaciones económicas. El Ayuntamiento sevillano pudo resolver este último problema.