Fiesta
Shakespeare escribió El sueño de una noche de San Juan (siempre llamado en España El sueño de una noche de verano por mala traducción de la palabra. Mid summer ) con un espíritu burlón bromista, algo erótico y de suave ternura lírica.Lindsay Kemp y David Haugh ton han tomado todo este juego de la obra para hacer uno de sus espectáculos característicos; sin apenas palabras, con participación máxima de esbozos de danza, expresión corporal, música, algunos gags. Un sentido neobarroco alimenta la escena y exagera -deliberadamente, desde luego- la sensualidad y el erotismo que puso Shakespeare -con una exaltación de la ambigüedad- y lo lleva a vece a la simulación de la orgía, aunque siempre con un nota de inocencia en el fondo.
El sueño de una noche de verano, de Lindsay Kemp y David Haughton, sobre la obra de Shakespeare
Intérpretes, Lindsay Kemp «El increíble Orlando», Roberto Dimitrievich, Neil Caplan, FrançoisTertory, A nnie Huckle, Atilio López, Lola Peno, Christian Michaelsen. Música de Carlos Miranda. Decorajo-, vestuarioy dirección, Lindsay Kemp. Estreno, María Guerrero, (Centro Dramático Nacional, del Ministerio de Cultura), 26-V-81.
Los autores pueden llevar a sus personajes hacia el circo, o ponerles a bailar unajota: su aciert les permite todas las licencias Algunas propuestas de mayor filosofía que parece tener el espectáculo -la corriente del mal o del destino por debajo de la fiesta, los estratos de poder (aristócratas, campesinos, dioses)- resultan bastante menos evidentes que su carácter de juego, de fantasía, de pretexto (en este caso habría que decir de postexto). Lo que siempre queda por encima es un gran sentido de lo teatral, una inteligencia creadora, un hallazgo de soluciones técnicas para los problemas creados por la necesidad de la magia, y una estética brillante.
A veces se siente que los cuerpos pesan ya demasiado; a veces se impone el recuerdo de los dos espectáculos anteriores (en Madrid), de Lindsay Kemp. Pero, generalmente, la fiesta está ahí, la preparación física consigue sus propósitos, y la música -de Carlos Miranda, interpretada en vivo por un cuarteto, sobre grabaciones previas- tiene continuamente una presencia importante y bien lograda.
El público (en el estreno) se dejó ganar por el espectáculo y por los intérpretes, y les hizo repetir los saludos finales una y otra vez.
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