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El presidente italiano Pertini ordena llegar hasta el final en el escándalo de "Ios masones"

Juan Arias

En el mundo político italiano se multiplican los encuentros a alto nivel para analizar el terremoto que ha sacudido al país con las revelaciones sobre la logia masónica P-2, en la que aparecen implicados casi mil personajes excelentes de la vida pública. Como ha declarado a Il Messaggero el gran acusador de la P-2, el ingeniero Francisco Siniscalchi, que en 1979 levantó la liebre: «Si todos los que figuran en la lista no son sinvergüenzas, de lo que no cabe duda es que en ella están todos los sinvergüenzas del país».

El presidente de la República, Sandro Pertini, ha tenido una larga conversación con el presidente del Gobierno, Arnaldo Forlani, que ha sido quien reveló al Parlamento y a la opinión pública la lista negra. Precisamente, Pertini había declarado en Lisboa, donde se encontraba de visita oficial, que «Forlani es un político sin sombras en su pasado. Lo conozco muy bien y me costó dos horas el convencerle para que aceptara formar Gobierno».El anciano Pertini, tan sensible a la moralidad política de este país, ha dado órdenes inmediatas para que «se descubra toda la verdad». Puesto que estaban implicados también hombres de su partido, el socialista, convocó inmediatamente a Roma al secretario general, Bettino Craxi, que estaba en París para asistir a la toma de posesión de Mitterrand. Se habla de que estos días habrá una cumbre del presidente Forlani con todos los partidos del Gobierno para estudiar el asunto. Se habla, incluso, de una remodelación ministerial aunque comunistas y radicales han pedido ya que Forlani presente su dimisión al Parlamento.

En los ambientes vaticanos y eclesiásticos de Italia existe amargura al conocer que figuran demasiados democristianos y hasta católicos practicantes en la logia masónica. Precisamente en la ficha secreta del ministro Franco Foschi, que ocupa actualmente la cartera de Trabajo, está escrito católico practicante, mientras en la del socialista Cicchitto, de la izquierda del partido, está escrito católico, sin el término practicante.

Mientras el mundo político está en ebullición, ayer en el Parlamento empezaron a llover los desmentidos. Desde Forlani hasta el ministro de la Defensa, Felio Lagorio, pasando por los secretarios. de los partidos, quienes han dicho claramente que «antes de hacer procesos sumarios en un país democrático» es necesario aclarar muchas cosas, porque se sabe que Gido Gelli, el venerable maestro de la P-2 que es la logia excomulgada por la masonería italiana no secreta es un gran bribón y ha podido embaucar a muchos personajes inocentes. Se ha llegado a pensar que la famosa maleta marrón donde estaba la lista de los 962 nombres la había dejado voluntariamente Gelli.

Pero resulta que la llave de la maleta tuvieron que encontrarla los carabineros en la bolsa de la secretaria de Gelli. En la maleta, además de la lista negra, había también veintisiete sobres con importantes secretos de la vida política y económica italiana. Uno de estos sobres obligó a dimitir a Ugo Ziletti, vicepresidente del Consejo Superior de la Magistratura. En otra existe una serie de cartas entre Gelli y el mafioso italo-americano Guarino.

Dalla Chiesa, "espía"

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En algunas de ellas se dice, por ejemplo, que el secretario de Estado vaticano, Agostino Cassaroli, se había negado a que dos altos prelados vaticanos testimoniaran a favor de Sindona. En una carta, Gelli respondió: «Este Vaticano es el mayor enemigo de la humanidad. Mejor que Michele (Sindona) se quede en Estados Unidos» (donde está en la cárcel).En los nuevos documentos revelados al Parlamento se demuestra que algunos personajes antes de ser aceptados como afiliados necesitaban estar apoyados por otros hermanos masones de fidelidad. Así, el ministro actual de Justicia, el democristiano Adolfo Sarti, había sido presentado por el ex ministro Stamniati y el famoso general de carabineros, Carlo Alberto dalla Chiesa, que ha declarado que había pedido la afiliación para introducirse como espía, fue presentado por el general de las finanzas, Lo Giudice, que hoy está en la cárcel acusado de implicación en el escándalo del petróleo. Todo el asunto es como una gran novela que la gente se la está leyendo ávidamente. Se están vendiendo más diarios que en los días del atentado del Papa.

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