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El amor y la pasión, tema general de las sesiones del Festival de Cine de la Mujer

Soledad Gallego-Díaz

Más allá del amor, una película de la realizadora Ingemo Engstrom, nacida en Finlandia, pero afincada en la República Federal de Alemania, obtuvo el premio de la crítica del IV Festival del Cine de la Mujer, clausurado en Bruselas. El premio del público fue compartido por Gaijin, caminos de libertad, de Tizurka Yamasaki, brasileña, hija de emigrantes japoneses, y Los años del hambre, de Jutta Bruckner, de la República Federal de Alemania.

La casi totalidad de las películas exhibidas en el festival gira, de una forma o de otra, en torno al amor y a la pasión, tema que parece constituir la principal preocupación de las mujeres que dirigen filmes en la sociedad europea, tanto occidental como socialista. Sin embargo, el tratamiento de este problema de fondo escapa generalmente a planteamientos «románticos» para buscar su encuadre en las circunstancias políticas y sociales en las que se desarrollan las relaciones afectivas.Una excepción a esta regla casi general la constituye precisamente Más allá del amor, el filme que obtuvo el premio de la crítica. La película de Engstrom intenta reflejar una forma de «amor absoluto» . Una psiquiatra conoce en su clinica a una paciente que ha intentado matar a su marido en una crisis de amor pasional. Fascinada por esa especie de «amor-locura a dos», la joven intenta trasladarla a su relación con un hombre.

El público prefirió Gaijin, caminos de libertad y Los años del hambre, dos películas muy diferentes. La primera es un largometraje en color, que fue ya finalista a la Cámara de Oro en el Festival de Cannes de 1980, y que relata la vida de una pareja de emigrantes japoneses que llega a principios de siglo a Sáo Paulo (Brasil) para trabajar en una plantación de café. Es el primer largometraje de la Yamasaki, que ha trabajado como asistente de Glauber Rocha y de Pereira dos Santos. La segunda, en blanco y negro, ha obtenido también varios premios antes de exhibirse en Bruselas; entre ellos, el Premio de la Crítica Internacional 1980, y refleja una violenta relación madre-hija en la RFA de los años cincuenta.

El festival se ha desarrollado sin grandes sorpresas, con la clásica retrospectiva de Marta Mezsaros, la directora húngara que ocupa ya un lugar entre los clásicos del cine contemporáneo. Entre las películas que se presentaban a concurso -quince, de once nacionalidades distintas-, la mayor expectacion la despertó Las hermanas, de Margerethe von Trotta, realizada en 1979, pero aún no estrenada en los circuitos comerciales europeos. Von Trotta, que ha codirigido ya varios largometrajes junto con su marido, Volker Schlondorff (Fuego de paja y El honor perdido de Kalerina Blum), refleja en su filme el conflicto que se plantea a la mujer cuando asume el papel tradicional del hombre, cercena una parte de su sensibilidad y se pliega al papel que le exige la sociedad para permitirle el acceso al mundo clásico masculino.

Las hermanas cuenta la historia de María, una secretaria bien pagada que costea los estudios de su hermana Anna y la somete a una relación de dependencia material y emocional que terminará con el suicidio de la joven. María intenta reproducir la relación con una compañera de trabajo, que terminará por sublevarse.

La mejor sorpresa la constituyó, probablemente, un largometraje-documental de la sueca Marianne Ahrne, realizado en 1974 y titulado Paseo por el país de la vejez. Durante cerca de hora y media, la Ahrne muestra la vida cotidiana de los ancianos. Viejos y viejas cuentan delante de las cámaras sus temores sus deseos o sus pasiones, sólo interrumpidos por Simone de Beauvoir, a la que la realizadora ha efectuado una amplia e incisiva entrevista.

La presente edición del festival ha demostrado un predominio del cine alemán realizado por mujeres, así como un avance en número de las directoras de otros países europeos. Hay que destacar la ausencia de películas españolas.

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