"Hay que negociar con los soviéticos la solución al terrorismo internacional"
En un momento de plena psicosis de terrorismo en Estados Unidos, con repetidas acusaciones públicas al más alto nivel contra los dirigentes de la Unión Soviética, calificados de «estimuladores del terrorismo internacional», ha llegado a las librerías estadounidenses un libro polémico que intenta definir las conexiones de la red terrorista mundial.
Claire Sterling, autora del libro La red del terror, niega toda conexión con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para la elaboración de su trabajo periodístico, que le llevó por diez países a lo largo de un año.Cita sin ambigüedades a Libia, junto con Yemen del Sur, como santuarios del terrorismo, bajo la protección y el apoyo benevolente de la Unión Soviética. Considera, en consecuencia, que una solución al fenómeno del terrorismo mundial pasa por una negociación con los soviéticos, al tiempo que no excluye una aparición de fenómenos terroristas en Estados Unidos.
En las veinticinco páginas del libro dedicadas al caso de ETA, sin aportar datos nuevos, Claire Sterling recuerda sus simpatías sentimentales con la resistencia vasca antifranquista, al tiempo que condena las acciones actuales de ETA, que «quiere impedir la democracia en España».
Durante una breve estancia en Washington, con ocasión de la presentación de su libro y la participación en los primeros hearings (audiencias) del Congreso estadounidense sobre el terrorismo, Claire Sterling comentó para EL PAIS algunos de los aspectos de su libro, de próxima aparición en España.
Pregunta. ¿Por qué el terrorismo ha encontrado un lugar en la sociedad actual?
Respuesta. En realidad, el fenómeno se ha producido a lo largo de los siglos. Pero nunca como ahora existió una estructura, un circuito que pasa por una docena de países perfectamente coordinados para el apoyo logístico de suministro de armas o de vías de retroceso para protección después de acciones terroristas. Es evidente que hay una clara diferencia entre el comercio de armas en el mercado negro y el tráfico de armas protegido, por ejemplo, en Sofía (Bulgaria), o a través del canal perfectamente establecido desde mediados de la década de los setenta, de abastecimiento de armas procedentes de países del este europeo en dirección a países de Oriente Próximo, y que, después, vuelven hacia Europa occidental por vías protegidas y garantizadas, que aseguran siempre el suministro necesario.
La calidad, la dimensión y la cantidad de las armas demuestra que hay una red perfectamente orquestada y segura. El mercado negro típico de armas no facilita, por ejemplo, sofisticados misiles capaces de derribar aviones en pleno vuelo, como ocurrió en Rhodesia, o cuando el terrorista Carlos intentó una operación análoga en el aeropuerto de Orly, en París. Encuentro completamente escandaloso que armamentos de este tipo, que constituyen un peligro enorme para la población civil, no provoquen en todo el mundo una insistencia frente a los soviéticos para detener este flujo de armamento.
URSS, Libia, Yemen del Sur, santuarios del terrorismo
P. ¿Dónde sitúa usted los santuarios del terrorismo?
R. Debo decir, en primer lugar, que mi trabajo sobre el terrorismo se centra tan sólo en los casos de los países democráticos. No hablo del terrorismo en los países del Tercer Mundo, donde es más difícil definir el problema, donde se mezclan luchas para defender la libertad y combatir la tiranía. Para mí, lo significativo, lo importante, es cuando en una sociedad democrática aparecen opciones de cambio por vía violenta. En tal sentido, en el apoyo a movimientos terroristas operando en países democráticos occidentales, los santuarios actuales del terrorismo son Libia y Yemen del Sur.
P. Citó antes el caso de la Unión Soviética como centro de tolerancia para el tráfico de armamento sofisticado al servicio del terrorismo. ¿Por qué?
R. No quiero decir que Libia sea un satélite de la URSS, aunque existen vínculos estrechos, como demuestra la presencia de miles y miles de consejeros militares soviéticos, checos, búlgaros, húngaros o de Alemania del Este, que han permitido al coronel Gadafi desarrollar un ejército potente, capaz de llevar a término la actual expansión imperialista en varios países africanos y sostener al terrorismo internacional. Es evidente que todo ello favorece los intereses comunes con los soviéticos, con un paralelismo coherente con los objetivos de la política exterior de Moscú.
P. Claire Sterling fue testigo directo del caso Aldo Moro, en Roma. ¿Qué opinión le merece el que Moro fuese precisamente asesinado por las Brigadas Rojas justo en los albores de un compromiso político que podía haber dado entrada a los comunistas en el Gobierno?
R. En la época en que secuestraron a Aldo Moro, los medios policiales italianos no habían todavía logrado infiltrarse en el seno de las Brigadas Rojas. Su objetivo político, en mi opinión, era sencillamente intentar radicalizar otra vez al PCI y devolverle un carácter revolucionario clásico y bolchevique. Por otra parte, el PCI había abandonado el principio de un posible «compromiso histórico» con la Democracia Cristiana antes del secuestro mismo de Aldo Moro.
P. Frente a la situación actual, con ataques verbales de la Administración Reagan contra la URSS, acusada de «principal centro del terrorismo internacional», ¿cómo cree que puede evolucionar la postura de los Gobiernos democráticos ante el fenómeno terrorista?
R. Hasta el momento, el Gobierno norteamericano no ha presentado las pruebas evidentes de sus afirmaciones respecto a la URSS. Es necesario informar al público, por una parte, y negociar directamente con Moscú, por otro lado. Aunque no haya un fenómeno terrorista en Estados Unidos, es evidente que el problema es global a todas las democracias, que deben defenderse conjuntamente.
Informar al público, con pruebas, y negociar con los soviéticos pienso que es la vía para combatir el fenómeno terrorista.
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