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Las reservas energéticas de la URSS serán un factor determinante de la futura política Este-Oeste

Soledad Gallego-Díaz

La Unión Soviética puede convertirse en los próximos años en uno de los principales protagonistas de la situación energética internacional gracias a sus inmensas reservas de gas natural y, en todo caso, se mantendrá en la década de los ochenta como un exportador neto. El mundo occidental debe actuar en consecuencia y prever que esta nueva condición de proveedor energético de las democracias occidentales le dará al Kremlin un mayor poder en la esfera política internacional.Esta es una de las principales conclusiones del coloquio que ha organizado la Alianza Atlántica sobre «la energía en los países del COMECON 1980-1990, que se clausuró ayer en Bruselas. Han participado en las sesiones de trabajo, que se prolongaron durante tres días, 120 expertos de Europa occidental, Estados Unidos y Canadá.

La URSS produce, desde 1974, cerca del 20% del total mundial de petróleo, con doce millones de barriles diarios, lo que la sitúa por encima de Arabia Saudí o de Estados Unidos. Los expertos norteamericanos y de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no poseen datos suficientes sobre el volumen de sus reservas. Según la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) podrían cifrarse en 4.500 millones de toneladas, pero otros estudios elaborados por servicios científicos las elevan hasta la fabulosa cifra de 16.000 millones. Moscú no ayuda en absoluto a despejar las dudas porque proporciona datos que no coinciden con ninguna de las estimaciones occidentales. En lo único que parece coincidir todo el mundo es que Siberia occidental dispone de un tercio de las reservas mundiales de gas natural.

Según los estudios de los expertos aliados, la URSS produce el 98% del petróleo del COMECON, pero aumenta muy poco su capacidad anual. Para unos está prácticamente estancada, mientras que para otros podrá mantener hasta 1990 un incremento del 1%, lo que la permitiría pasar de 633 millones de toneladas en 1985 a cerca de 665 millones en los años noventa, gracias a una mayor modernización de las técnicas de extracción.

En cualquier caso, en el capítulo del petróleo, y aunque el COMECON en cuanto tal continúe considerándose como un exportador, los informes de que dispone la OTAN parecen sugerir que esta capacidad disminuirá próximamente cara al Tercer Mundo y a los mercados internacionales. En efecto, la URSS tiene que hacer frente al aumento de su propia demanda interior y a la de los países del COMECON no productores de petróleo, a los que tiene que abastecer para evitar que su economía se estanque.

Los países del Este importan, actualmente, de países no comunistas, cerca de un millón de barriles diarios y buscan cubrir sus crecientes necesidades con contratos directos. La URSS, por su parte, se ve obligada, en ocasiones, a acudir al mercado para comprar, a precio muy elevado, el petróleo que necesitan sus aliados, a los que se lo revenden con condiciones menos «draconianas» que las que podrían obtener en Rotterdam o en Génova.

De acuerdo con varios informes presentados en el coloquio que acaba de finalizar en Bruselas, Moscú hará frente en la década de los ochenta a una difícil alternativa: cómo producir petróleo suficiente como para cubrir sus necesidades y las de sus aliados del COMECON, sin disminuir sus ventas a los países en vías de desarrollo ni cortar las reservas que sitúa periódicamente en el mercado internacional para comprar a cambio grano y tecnología.

Las posibilidades de la Unión Soviética de aumentar su capacidad de exportación de petróleo dependerá mucho de la actitud que adopte occidente y de las condiciones en las que esté dispuesto a venderle la tecnología imprescindible para ello.

Más evidente resulta aún la «responsabilidad» de Occidente en el desarrollo de la capacidad exportadora de gas natural de la URSS. Moscú necesita construir gasoductos y Precisa para ello tanto técnica como créditos. Occidente, a su vez, busca reducir su dependencia del petróleo y está teóricamente interesado en el proyecto de la URSS para bombear en 1985 cerca de 40.000 millones de metros cúbicos desde Siberia a Europa. El plan es muy ambicioso porque exigirá remontar dificultades técnicas que hoy parecen insuperables, entre ellas un medio de transporte (canalización) superior a los 35.000 kilómetros.

Superior venta de gas

De acuerdo con las previsiones aliadas, Moscú disminuirá en los próximos años sus ventas de crudo y aumentará rápidamente las de gas. Europa puede «aprovechar» su buena posición para obtener ese gas (tiene lo que la URSS necesita), pero sin olvidar que a partir de los años noventa, la Unión Soviética habría desarrollado su enorme potencial energético y sus dirigentes poseerían una nueva e importante «carta» en el juego de la política internacional.

Entre los objetivos que los aliados deberían fijarse cara a esos años noventa figuran, según los expertos, la reducción en un 2% anual de las necesidades de energía primaria, de aquí a 1990. Al mismo tiempo habría que aumentar la capacidad de la energía nuclear, el carbón y el gas. En la década de 1990, el petróleo debería cubrir sólo el 40% de las necesidades energéticas (hoy supone más del 50%) y el nivel ideal se podría alcanzar en los años 2000 con sólo un 29%.

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