La inmortalidad del artista, según su amigo Alberti
«La verdad es que me sorprendió mucho la muerte de Picasso porque, sinceramente, creía que era inmortal también físicamente», responde el poeta Rafael Alberti al preguntarle por sus recuerdos del día en que murió el pintor malagueño, de quier fue gran amigo. «Yo estaba en Roma y oí pregonar la noticia de que Picasso había muerto. Me sorprendió porque no sabía que estuviera enfermo. Bueno, de hecho no lo estuvo nunca. Sólo la gripe que le produjo la muerte y algún dolor de muelas. La sorpresa fue enorme».Todavía bajo el impacto de la noticia, Alberti viajó inmediatamente a Cannes. «Encontré un gentío enorme: artistas venidos de todas partes, gente de París, obreros y exiliados españoles .. ». Curiosamente, se desercadenó entonces una tempestad impresionante que derribaba árboles y palmeras. Yo imaginaba que no iba a haber ningún entierro y mucho menos con aquel tiempo, pero intenté llegar a su casa. Llamé primero por y me respondieron: «Aquí no queda nadie, aquí todos se han ido». Con esos dos versos escribí después un poema sobre esa jornada.
El entierro privado evitó cualquier espectacularidad que hubiera disgustado a Picasso, quien detestaba los honores nacionales», comenta Alberti sobre el desarrollo de los acontecimientos.
«No, Picasso no hablaba nunca de la muerte», asegura Alberti, que le vio por última vez poco antes de su desaparición, en 1973, con motivo de una exposición, cuyo catálogo iba a prologar. «No soportaba ni oírla nombrar. Cuando murió Matisse, con el que se intercambiaba cuadros fantásticos, sólo dijo: "Hay que morirse, todos tenemos que morirnos", y nada más. Pero él estaba muy seguro de que viviría mucho más».
Recuerda Alberti a Jaqueline, la última mujer de Picasso, «una mujer estupenda, por la que siento mucho cariño», y algunas anécdotas que denotan el desprendido carácter del pintor.
«Una vez, un grupo de jóvenes italianos, actores de teatro, se pusieron en huelga de hambre a la puerta de su casa con la intención de que los recibiera. Llegaba yo entonces y al entrar se lo conté a Picasso. El los hizo pasar y los chicos le explicaron que no tenían dinero para montar su espectáculo ambulante. Entonces les regaló varios dibujos originales y un montón de grabados. Los chicos se fueron a Roma y organizaron allí una exposición que, por cierto, presenté yo, y con el dinero que ganaron pudieron realizar sus proyectos».
La militancia comunista de Picasso es otro de los temas que surgen en el curso de la conversación. «Picasso se hizo comunista después de la guerra mundial. No sé si del PC español o del PC francés, aunque creo que del PCE. A lo mejor tenía los dos carnés. En todo caso, fue un comunista muy especial, que honraba al partido con su militancia. Además, nos ayudó mucho».
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