_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las responsabilidades de la viuda de Perón

Poco importa ahora si María Estela Martínez de Perón conoció a Juan Domingo Perón cuando era bailarina en Centroamérica o si fue amante del hombré de confianza del matrimonio, José López Rega. Las anécdotas -y hay muchas- quedan para la Prensa amarilla, o, eventualmente, para trazar una sociología del poder político en Argentina. Lo fundamental es rememorar ciertos datos para que las responsabilidades históricas no queden difuminadas, sobre todo cuando la señora de Perón puede quedar democráticamente legitimada -y también el Gobierno de Viola-, por haber sido prisionera de la dictadura militar y última presidenta constitucional.Quizá la mejor forma de recordar a Isabel sea esbozando, muy esquemáticamente, las coordenadas políticas en que se desarrollaron sus veintiún meses de gobierno (julio de 1974 a marzo de 1976). En el momento en que ella heredó el poder de su marido, el propio Perón ya había empezado a dar pasos atrás en las reformas que la Administración de Héctor Cámpora intentó delinear en su breve gestión gubernamental en 1973. María Estela Martínez en el poder era un triunfo de la derecha peronista, que la había impuesto, junto con Perón, como candidata a la vicepresidencia, en octubre de 1973. Y el burdo gesto mitológico de reeditar a Eva Perón terminaría en tragedia.

Las fuerzas e intereses que estaban en juego en Argentina en 1974 eran tan variados como complejos. La gran burguesía agraria, financiera, industrial y comercial, asociada al capital transnacional, veía con malos ojos la reforma tributaria, una tímida reforma agraria, la nueva ley de inversiones extranjeras, la nacionalización de los depósitos bancarios y fundamentalmente, el libre ejercicio de libertades públicas que por primera vez estaban vigentes, luego de siete años de dictadura militar (1966-1973). En este sentido, la apertura democrática iba a contra corriente de las necesidades de los sectores económicos más poderosos. Estos, ante la crisis mundial que entonces se vislumbraba, querían acabar con el Estado benefactor, con la Política de apoyo a la industrialización para el mercado interno, con parciales distribuciones de riqueza, y buscaban, como luego se vería en los planes económicos de las dictaduras del Cono Sur, aplicar las teorías de Milton Friedman, incompatibles con la política nacionalista moderada del peronismo.

En 1974 los trabajadores ya se veían defraudados en sus expectativas; la poderosa burocracia sindical peronista intentaba utilizar las crecientes movilizaciones para ganar poder en el Gobierno; la izquierda peronista se veía definitivamente desplazada del movimiento peronista y perdía sus esperanzas de constituirse en vanguardía del mismo, al tiempo que elegía la lucha armada. Entre tanto, la derecha peronista se hacía fuerte y aprovechaba el momento para depurar los elementos de la izquierda del movimiento y sacar enormes beneficios de la Administración del Estado. La figura de López Rega, especie de primer ministro de María Estela Martínez y mano derecha de Perón desde los años cíncuenta, sintetiza lo dicho: posiblemente sólo los militares sepan qué ganancias ilegales obtuvo esta mezcla de astrólogo con mafioso mientras estuvo en el poder, ya que ellos le permitieron salir del país en 1975 sin detenerle. Y él fue también la principal cabeza organizadora de la temible Alianza Anticomunista Argentina (AAA), escuadrón de la muerte que mató, según un informe de Amnistía Internacional, alrededor de 2.000 personas, entre 1973 y 1976.

Las evidencias señalan que nadie fue inocente: las fuerzas armadas consintieron la AAA antes de toniarel poder porque les realizaba una buena parte de la labor represiva sin comprometerles públicamente. Desde burócratas sindicales hasta policías, pasando por asesinos a sueldo y caudíllos regionales que, habiendo tocado el cielo del poder con las manos, temían perderlo ante unas movilizaciones Populares crecientes; los implicados fueron muchos más que un reducido grupo de profesionales. Los militares argentinos han insistido, curiosamente, en procesar a la viuda de Perón por malversación de fondos, pero nunca se ha hablado de la AAA. Reagan perdona a Videla y Viola acabará perdonando a Isabel, una cadena de complicidades asentada sobre la continuidad entre el Gobierno represivo de la viuda de Perón y la dictadura de las fuerzas armadas.

Mariano Aguirre es periodista y escritor argentino, miembro del Comité Español de Ayuda a los Refugiados.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_