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Reportaje:Grecia, décimo país miembro de la CEE / y 3

La adhesión a la Comunidad Europea plantea graves problemas a la agricultura y la industria

Soledad Gallego-Díaz

Con la adhesión de Grecia, la CEE ha pasado a poseer la flota mercante más importante del mundo. Este pequeño país, con sólo nueve millones y medio de habitantes, posee casi 4.000 barcos (3.961, para ser exactos) con una capacidad de cuarenta millones y medio de toneladas. Y eso si se cuentan sólo los navíos bajo pabellón helénico. Otros quinientos, con otros diez millones de toneladas, navegan con «pabellón de conveniencia », es decir, bajo bandera de Panamá, Chipre o Liberia.Los griegos son los «reyes del flete». Los mercantes griegos pueden cargar trigo en Argentina y depositarlo en la Unión Soviética o naranjas españolas para el mercado alemán. Partidarios acérrimos de la integración.

El único inconveniente con el que los cargueros griegos podrían tropezar en su integracion europea es la implacable persecución a la que les someterá su único competidor comunitario: Gran Bretaña. Londres está harto de comprobar cómo los griegos se llevan todos los fletes en el mercado mundial, ofreciendo precios más bajos, que sólo se justifican por una mano de obra más barata y por las malas condiciones de los propios navíos.

Los griegos han hecho caso omiso, hasta ahora, de las peticiones íntemacionales para que eviten la polución de los mares, y son responsables de varias de las catástrofes ecológicas que han azotado las costas de la Europa del norte en los últimos años. «Los barcos griegos tienen tres o cuatro veces más posibilidades de sufrir un accidente que los de cualquier otra flota del mundo», protestan los británicos. Además, sus marineros trabajan a un ritmo de destajo, con travesías larguísimas y, a veces, sin hacer escalajamás en un puerto griego».

«Vamos a modernizarnos», responden los griegos. Lo harán, sin duda, y sobre todo porque van a disfrutar para ello de un apoyo financiero impagable. Grecia dispone de dos astilleros -uno estatal y otro propiedad del grupo Niarchos-, pero está dispuesta a encargar sus nuevos navíos a sus socios comunitarios.... siempre y cuando se le concedan créditos a largo plazo.

Si la adhesión a la CEE aparece como un «negocio redondo» para los armadores griegos, la agricultura, el otro sector que podría resultar, sobre el papel, más beneficiado, tiene en la realidad un panorama mucho más incierto, por más que el Gobierno lo hay a considerado, en sus campañas propagandísticas, como el «argumento supremo» que recomendaba la integración.

Grecia tiene una altísima proporción de su población activa dedicada a la agricultura: aproximadamente el 28% España, otro país con una gran población agrícola no supera el 19%, Italia no llega al 15% y Francia se queda en un 8,8%). No existe el latifundio (sólo la Iglesia ortodoxa posee grandes extensiones de tierra, en general sin producción), pero sí un minifundio extendido por todo el país: la superficie media de la explotación griega es inferior a las cinco hectáreas.

Por lo pronto, la adhesión destruirá su pequeña ganadería, que ha sobrevivido hasta ahora gracias a las subvenciones estatales, pese a su escasa productividad y rendimiento. Grecia se ha venido abasteciendo de came en la CEE, pero también, y muy fundamentalmente, en Yugoslavia y Argentina. Ahora deberá limitarse a comprar a la Europa comunitaria, lo que puede tener una fuerte repercusión en su economía, porque a cambio de la carne yugoslava, por ejemplo, vendía a ese país socialista cítricos de baja calidad, que difícilmente podrá colocar ahora en los exigentes mercados de la Europa del Norte.

Competencia española

«Nuestro principal oponente en las negociaciones con la CEE», explica uno de los principales dirigentes de la Confederación Panhelénica de Cooperativas Agrícolas, señor Sifniotis, «no fue Francia, sino Italia. El período transitorio, que es dé cinco años, en términos generales, se amplió a siete para nuestros tomates y melocotones, debido a una exigencia del Gobierno en Roma. Holanda nos planteó también problemas hasta el último momento con nuegtra Producción de alcachofas».

«Las negociaciones se desarrollaron a la máxima velocidad posible», añade Sifniotis, «porque no queríamos, de ninguna forma, que se nos incluyera en un sólo paquete con España y Portugal. Sabíamos que España plantea muchos problemas a Francia, mientras que nuestra agricultura no es peligrosa para los campesinos galos».

Sifniotis duda que los socialistas puedan renegociar con la CEE algunos aspectos del capítulo agrícola, caso de que ganen las elecciones. «Habría que ver qué podíamos ganar. Espaiía sigue estando ahí y cualquier cosa que modifiquemos podría ser a peor, englobándonos en las precauciones que se adopten para Madrid».

Takis Roumeliotis, consejero económico del PASOK, no opina lo mismo. «La integración puede resultar beneficiosa para algunos sectores, como para el aceite de olíva, que tiene gran importancia en nuestra economía pero, en general, va a ser un desastre también para la agricultura. La CEE exige que abandonemos algunos sectores agrícolas, poco competitivos con los suyos, y eso va a provocar más paro, en un momento, precisamente, en el que no se puede dar empleo a nadie en la industria».

Para el economista socialista, la solución de la agricultura griega pasa por el mantenimiento a cualquier coste de los ingresos de los campesinos y por una redistribución de la tierra.

Latigazo para la industria

Si hay dudas razonables sobre el efecto inmediato de la integración en el plano agrícola, en el industrial casi todo el mundo coincide la adhesión a la CEE es un latigazo. Unica esperanza, según los expertos gubernamentales: el enorme poder de adaptabilidad del griego, su capacidad para cambiar en un día para otro la naturaleza de su pequeño negocio. Porque en Grecia, el 95% de las empresas tiene menos de diez trabajadores, y sólo doce en todo el país superan los 2.000 obreros. Las grandes, dedicadas a la producción de cemento o aluminio o al tratamiento del petróleo, son además filiales de empresas extranjeras (francesas y norteamericanas, fundamentalmente).

No se puede decir, sin embargo, que exista una gran penetración de capital extranjero en Grecia. Por el contrario, la derecha,de Caramanlis no ha logrado, pese a todos sus esfuerzos, atraerse las inversiones europeas o norteamericanas, y ello por dos razones muy simples: no existe un mercado interior capaz de absorber la producción, y la situación geográfica de Grecia no es la más indicada para exportar hacia otros mercados, excepto, tal vez, hacia Oriente Próximo.

Las buenas relaciones con los países árabes (Grecia es, junto con España, el único país europeo occidental que no tiene relaciones a nivel de embajadores con Israel) han sido el señuelo permanente exhibido por Atenas para atraerse el dinero internacional. La guerra de Líbano pareció ser la gran ocasión para convertir'la capital griega en el emporio que dejaba de ser Beirut, pero lo cierto es que las casi trescientas empresas internacionales que se trasladaron a Grecia eran sólo una oficina, cuatro empleados y un telex.

"¿Miedo a que con la adhesión a la CEE las multinacionales se apoderen del país?», ironiza Yannis Marinos, director de la revista económica independiente Oikomikos Tachydromos, partidaria de la adhesión, «es estúpido. Los representantes de las multinacionales cenan desde hace años cada noche suculentos solomillos en las tabernas del golfo de Salónica». «Y lo peor», añade un diplomático griego, «es que ni tan siquiera están implantados en el país. Controlan el mercado desde fuera, sin invertir directamente aquí. Nosotros nos limitamos a importar».

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