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Se acabó el trato privilegiado al embajador de la Unión Soviética en Estados Unidos

Moscú Anatoly Dobrynin, embajador soviético y decano del cuerpo diplomático en Estados Unidos ha experimentado personalmente la política de guerra fría resucitada por la Administración Reagan. Cuando se dirigía, el jueves, a su primera entrevista con Alexander Haig, su vehículo tuvo que dar marcha atrás en la rampa que da acceso al aparcamiento del Departamento de Estado y dirigirse a la puerta C, por la que entran todos los demás diplomáticos extranjeros

.Desde que Henry Kissinger ocupara la Secretaría de Estado, Dobrynin disfrutaba de un tratamiento especial que le permitía aparcar en el estacionamiento oficial.

El incidente es un reflejo de la extrema violencia que ha caracterizado los recientes ataques de Ronald Reagan contra la Unión Soviética, a los que Moscú reaccionó ayer con virulencia.

El jueves, en su primera conferencia de Prensa, el presidente Reagan había llegado incluso a acusara los soviéticos de «criminales, mentirosos y tramposos» en sus actuaciones, encaminadas a «establecer un único Estado comunista mundial».

Ayer la agencia oficial soviética Tass calificó de indigno» el lenguaje empleado por Reagan, y acusó a los dirigentes norteamericanos de «deformar premeditadamente los propósitos y carácter de la política internacional soviética».

Reagan había calificado el proceso de distensión come «una vía de sentido único», utilizada por los soviéticos para alcanzar sus objetivos. A esto la agencia Tass responde recordando que «la paz les es necesaria por igual a todos los hombres, a todos los países de la Tierra». En relación a los acuerdos SALT II sobre la limitación de armas estratégicas, los soviéticos consideran que el nuevo presidente norteamericano «se permite el lujo de desnaturalizar el verdadero estado de la cuestión», ya que «pretende demostrar que baje su actual forma el tratado multiplica, en vez de limitar, las armas estratégicas».

Por último, Tass critica a Reagan por «no comprender el sentido de las transformaciones que se producen en el mundo», las cuales, según la agencia soviética, «tienen un carácter objetivo e independiente de la URSS y de Estados Unidos».

La visita de Dobrynin al Departamento de Estado, que duró media hora y sobre la que no se ha informado en absoluto, podría haber tenido relación con la protesta oficial soviética respecto a las críticas gubernamentales norteamericanas, llovidas en tomo a la forma en que la Prensa soviética trató el tema de los 52 rehenes que permanecieron 444 días secuestrados en Irán.

Por otra parte, en una entrevista concedida al semanario francés L'Express, Haig se pronuncia a favor de una mayor presenciar militar norteamericana en el golfo Pérsico, pero precisa que ha de actuarse con tacto para no enemistarse con «países como Arabia Saudí o arriesgarse a invertir el sentimiento prooccidental en algún país, tal como Irak».

Respecto a la Organización, del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Haig cree que no «puede, a corto plazo, ampliar sus fronteras», pero estima, en cambio, que sus objetivos se encuentran «en el mundo entero».

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