Cerca de un centenar de escultores españoles exponen en un convento de Cáceres
Noventa y siete escultores, entre los que se encuentran los más importantes de nuestro país, llenan estos días con sus obras un convento de Cáceres. La gran exposición es resultado de una iniciativa de la Diputación cacereña, convocante del Premio Cáceres de Escultura, dotado con un millón de pesetas, y que este año -el segundo de su convocatoria- obtuvo Julio López Hernández con su obra Esperanza, y en ella el libro.
Antes de comentar las peculiaridades de la escultura ganadora y de la amplia exposición que la acompaña, formada tanto por las restantes piezas concursantes como algunas otras presentadas fuera de concurso, conviene precisar una serie de datos. Entre ellos, recordar, por ejemplo, que el premio de artes plásticas. promovido por la Diputación de Cáceres, está dotado con un millón de pesetas, y que fue creado el año pasado por primera vez, resultando ganador en aquella ocasión, dedicada entonces a la especialidad de pintura, el catalán Xavier Valls, que es uno de los artistas españoles actuales con más proyección internacional.Con el Premio Cáceres se pretende una doble finalidad: estimular generosamente la creación plástica e ir formando con las obras ganadoras la base de un futuro museo de arte contemporáneo, que promete ser, si se persevera en la buena línea inicial, uno de los más importantes de todo el país.
Pero hay más: este año, la Diputación tenía reservada una hermosa sorpresa, cuya importancia no puede quedar oscurecida por la pasión del concurso. Como sede de exposición de las esculturas presentadas ha elegido el convento de San Francisco, hermoso conjunto arquitectónico enclavado en los arrabales de la ciudad, que antes de ser acondicionado como edificio de la institución cultural El Brocense, se hallaba en estado precario.
Obras sueltas
En cualquier caso, la mejor prueba del éxito alcanzado por estas actividades en favor del arte, del pasado y del presente, que ha emprendido con noble pujanza la Diputación de Cáceres, la encontramos en la amplia y cualificada respuesta a sus convocatorias. Veamos si no lo que ha ocurrido este año con el premio de escultura al que han concurrido casi todos los artistas más representativos de nuestra plástica actual, incluso los académicos y los consagrados internacionalmente, algunos de los cuales lo hacían fuera de concurso. Basta, en realidad, una simple relación nominal salteada: Eduardo Chillida, Gustavo Torner, Baltasar Lobo, Néstor Basterrechea, Feliciano, Amadeo Gabino, Tony Gallardo, Ramón Muriedas, Cristino Mallo, Federico Márés, Marcel Martí, Mendiburu, Miguel Moreno, Pablo Palazuelo, Andrés Nagel, Juan Rebull, E. Salamanca, José Luis Sánchez, Pablo Serrano, Subirachs, Vassallo, Venancio Blanco, Avalos, Pérez Comendador, etcétera, hasta sumar 97 escultores; esto es: un muestrario, casi perfecto, de lo que es hoy nuestra escultura. De hecho, simplemente reunir un conjunto semejante de piezas tiene un valor por sí mismo, como podrán comprobar quienes visiten el convento de San Francisco durante las próximas semanas.En forzada panorámica, me impresionaron personalmente la obra de Sergi Aguilar, que demuestra cada vez más ser uno de los mejores escultores jóvenes del país, incluso a pesar de que rara el concurso sólo pudo presentar una pequeña pieza, cuyo refinamiento y calidad la situaron, sin embargo, entre lo mejor de lo expuesto; Apertura de un cubo, de Amador, muy convincente, asimilando a la perfección la lección de A. Caro; Labra y cultiva, del jovencísimo Ignacio Casanovas; Magma, de Tony Gallardo, que ha expuesto recientemente en Madrid con claro éxito; Más abajo, de Angeles Marco, brillantísimo y muy auténtico ejercicio a la americana; Aymat, de Marcel Martí, una de las obras con más calidad global entre las presentadas; Floración II, de Pablo Palazuelo, que no necesita presentación alguna, como, en otro sentido, también fuera de concurso, la Nadadora de plomo, de Juan Luis Vassallo, una auténtica lección del mejor hacer del arte de entreguerras.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.