Las marismas del Odiel y su proteccion ecológica
El río Odiel, cerca de su desembocadura, ha separado de la tierra varios trozos: las islas de Saltes, Bacuta y de Enmedio, rodeadas de canales y brazos de agua que albergan unas solitarias marismas, especialmente en la isla de Enmedio. Zonas húmedas del máximo interés, similares, en cierto sentido, a las famosas marismas del Guadalquivir, y que, como ellas, tienen una gran importancia para multitud de aves acuáticas, limícolas y rapaces, en sus rutas migratorias o para su nidificación.La creación en su inmediata cercanía de un núcleo industrial, con todos los problemas de los vertidos, las instalaciones para el aprovechamiento de la importante riqueza mineral de la zona, el drenaje de los ríos Odiel y Tinto para facilitar la navegación y transporte de productos mineros y agrícolas o mineros del interior, las instalaciones turísticas de las costas próximas, y la reciente implantación de una salina en zonas limítrofes a la isla de Enmedio han modificado radicalmente el entorno de la misma, lo que ha producido una profunda y lógica preocupación por el futuro de zona tan interesante, en diversos sectores responsables, reflejada en una verdadera campaña de Prensa, tanto en los diarios regionales y nacionales, como en revistas especializadas, expresándose en algunos artículos opiniones bastante contradictorias.
Se da, sin embargo, la circunstancia de que las salinas ya establecidas, lejos de influir desfavorablemente en las aves acuáticas y limícolas, les ofrecen unas condiciones tan propicias que éstas aumentan considerablemente. En un documentado artículo de reciente aparición, escrito por Javier Hidalgo, titulado Las salinas, oasis estival para las acuáticas, describe el autor, minuciosamente, las razones por las cuales se producen las condiciones óptimas para el aumento de las aves y de otras especies animales, algunos de cuyos detalles se recogerán a continuación.
Afirma Hidalgo que las salinas no son otra cosa que marismas transformadas, dentro y junto a las cuales quedan siempre espacios que conservan las características primitivas, entre ellas su vegetación. El cambio esencial se cifra en los niveles del agua, y en la salinidad de la misma, factores ambos que resultan esenciales para una notable proliferación de un gran número de animalillos y vegetales, que sirven de alimentación a las aves acuáticas y limícolas, es decir, de lo que los biólogos llaman biomasa. En los diques y muretes que separan las balsas de evaporación de las salinas crece una multitud de plantas barileras, halofitas o saladas, que también son de interés para muchas especies.
Los distintos compartimentos, balsas o eras, en donde el agua del mar se va evaporando, hasta llegar a cristalizarse, ofrecen a las aves distintos niveles de aguas someras y diferentes concentraciones salinas, es decir, medio; variables, hasta el punto de llegar a constituir verdaderos paraísos. ornitológicos. En estas aguas salobres aumenta considerablemente el denominado plancton, es decir, los minúsculos animalillos y plantas de que se alimentan otras especies superiores. También crece en ellas una cobertura vegetal Algunos pequeños crustáceos se aceptan a vivir incluso en las eras, en las cuales la concentración salina es ya tan elevada que elimina al resto de los seres vivos. También determinados peces proliferan a la perfección en las eras de evaporación, que son la gran mayoría-, y, hasta resulta posible, y de hecho se realiza, efectuar verdaderos «cultivos» de peces en las salinas, como, por ejemplo, lenguados, anguilas, etcétera.
El papel de las salinas en las zonas húmedas resulta verdaderamente esencial en el verano, cuando la marisma empieza a desecarse, disminuyendo el agua, apareciendo incluso el terrible botulismo de tan funestas consecuencias para muchas especies. Muchas de estas aves encuentran un asilo providencial en las eras de las salinas, llenas de agua y con comida abundante. También durante el otoño, cuando se prolonga la sequía estival, al tiempo de producirse numerosas migraciones, pueden seguir siendo vitales las superficies acuáticas de las salinas para una gran multitud de aves.
La salina de Huelva
Como es natural, no constituye una excepción a lo anteriormente expuesto la salina recientemente creada en Huelva, en las inmediaciones de la isla de Enmedio. Los estudios sobre su influencia en el entorno acaban de iniciarse, pues hasta el año 1980 no se terminaron Ias obras preparatorias de explanación, afianzamiento y distribución, llenándose, por tanto, recientemente sus eras con agua marina. Existe, no obstante, un interesant1simo estudio sobre tan importantes cuestiones, realizado en septiembre de 1980, por un grupo de biólogos, que confirma ampliamente la beneficiosa influencia sobre la población ornítica de la marisma de la mencionada salina. Las observaciones realizadas las efectuaron distinguiendo tres categorías de terrenos: zonas de evaporación, zonas de cristalización, esteros y marismas. La consecuencia rotunda es que la mayor concentración de aves se observaba sobre las balsas de evaporación, achacándolo a los factores, ya mencionados, de haber en ellas aguas someras y ligera cobertura vegetal que favorecen la proliferación de una fauna muy rica y variada. Fueron censadas 51 especies de aves, algunas de extraordinaria importancia.
Las conclusiones finales del mencionado estudio son, en la época en que'se realizó, que la salina de Huelva no afecta negativamente al ecosistema marismeno, sino que, por el contrario, existe una mayor riqueza y abundancia de especies en la salina, en comparación con la marisma circundante.
La mencionada salina ocupa una extensión de 1.200 hectáreas de las cuales el 95 % están ocupadas por balsas de evaporación, y, únicamente, el 5 % es la zona de cristalización, situada, precisamente, en el extremo más cercano a los núcleos urbanos.
Las balsas de cristalización
Como es lógico, al ir aumentando la concentración de la sal en el agua, aunque al principio favorezca la proliferación de la vida en la misma, llega un momento en el cual, incluso los seres más resistentes a la salinidad, como el crustáceo Artemia, no pueden vivir en ella. Las zonas de cristalización resultan, por tanto, abióticas, y, en el estudio referido, se observaron scíbre ellas solamente algunas gaviotas marinas.
Si una salina se compusiera, fundamentalmente, de zonas de cristalización, podría afectar en forma muy nociva al ecosistema marismeño en el que estuviera enclavada, pero, como asimismo ya se ha indicado, en las salinas corrientes, las eras de cristalización ocupan una extensión inferior al 5% de la superficie total, y, por tanto, su influencia es muy escasa, por no decir nula, y viene ampliamente compensada por la mejoría de condiciones que suponen las amplias superficies de evaporación.
Por último, es indudable que la implantación de las salinas supone un mejor control y mayor facilidad para impedir la caza furtiva, denunciada en algunos artículos, que aseguran que viene practicándose en la isla de Enmedio, a pesar de las dificultad es que suponen los loda zales de la misma para andar sobre ella. En definitiva, si al concluir este estudio durante la época de nidificación de las aves de la zona se confirma el impacto positivo de las salinas, serían muchas las razones que apoyarían la conveniencia de transformar parte de la isla de Enmedio en salina, pues de esta forma se verán favorecidas extraordinariamente las condiciones que presenta para albergar una importante población de aves migratorias, que, sin duda alguna, aumentarán en forma notabilísima.
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