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El Museo Arqueológico de Oviedo cataloga como "prerrománicas" las esculturas actuales de una campesina asturiana

Pilar Fernández Carballedo, una campesina asturiana natural de Trevías (Luarca) que ha encontrado últimamente una gran aceptación entre los críticos como «escultora prerrománica», está decidida a montar un escándalo por la existencia de obras suyas, catalogadas como prerrománicas, en el Museo Arqueológico de Oviedo, según manifestó la propia escultora a EL PAÍS. La señora Fernández Carballero cree que muchas obras suyas, vendidas por ella hace años a doscientas pesetas cada una, hacen también el papel de piezas auténticas en otros museos españoles.

Esta situación ha motivado que vayan a realizarse investigaciones al respecto en el Museo Arqueológico de Madrid, según asegura la interesada. «Lo que a mí me molesta», dijo, «es que esas obras a las que falsamente se atribuyen más de 2.000 años de existencia no sean reconocidas como trabajos míos. ¿Es que por haberlas hecho yo tienen menos mérito?».Varios reportajes publicados en La Nueva España por Carlos María de Luis, ex director del Museo Arqueológico de Oviedo, sobre las viejas divinidades astures avivaron las sospechas que Pilar tenía desde hace tiempo al reconocer como suyas tres piezas que ilustraban las informaciones literarias. Días después visitó por primera vez el Museo Arqueológico, donde, según asegura, había una cabeza de piedra hecha por ella que había recibido un golpe y algún tratamiento especial. «Las demás piezas», agrega, «posiblemente las hayan retirado para evitar el escándalo».

Pilar, Fernández comenzó a tallar la piedra hace unos quince años. «A mí me gusta el arte», afirma, «pero mi propio arte; por eso jamás he querido acudir al museo hasta ahora, y por el motivo que le he expuesto. No me interesa conocer, nada que pueda influir en mi trabajo. Soy artista porque he nacido artista. Esto se lleva dentro o no se lleva y se acabó».

Piezas celtas

Carlos María de Luis manifestó a EL PAÍS que esta historia comenzó, efectivamente, hace quince años, cuando una cabeza de piedra fue depositada, con otras dos piezas pretendidamente celtas, en el Museo Arqueológico de Oviedo para su peritación y valoración. «Comprobada la falsedad de las tres piezas -que habían sido vendidas a un anticuario, como auténticas-, el presidente de la Diputación, de la que dependía el museo, ordenó la apertura de una investigación llevada a cabo por m con la colaboración de la Guardia Civil. Después de quince días de indagaciones descubrimos su procedencia en el pueblo de Calleras (Tineo), donde vivía entonces Pilar, Fernández Carballedo, que negó terminantemente cualquier relación con ellas. De las fotografías que yo he publicado en los últimos días en la Prensa, creo que sólo una correspondía a una obra suya. Lo hice de forma intencionada, a ver si ahora que alcanzó cierta fama se reconocía, por fin, autora de la famosa cabeza». Pilar Fernández da una versión diferente de este hecho: «Fueron a investigar mi casa porque posiblemente creían que yo había robado en el museo. No oculté mi obra. Al contrario, intenté venderles una cabeza».Los críticos han tratado con admiración la obra de Pilar Fernández. Magín Berenguer ve en ella «esa llamada plena del primitivismo que actúa sobre nosotros, atrayéndonos, sugestionándonos como si llegara de un remoto ancestral lleno de seres que actuaron para la magia -mitad artistas, mitad hechiceros-, dando ese tono trascendente a sus obras, razón por la cual se esfuman las incorrecciones que produce el desconocimiento técnico y que por ello -acaso- les hizo llevar a cabo la tarea con airosa osadía». Para Jesús Villa Pastur, «su quehacer conlleva porciones de remedo y porciones de invención; por eso es una artista-artesana».

La «escultora prerrománica», según los críticos, afirma desconocer este estilo y cualquier otro, porque nunca fue a la escuela. «He regalado», concluye, «muchas de mis obras; he vendido las primeras a doscientas pesetas, que pasan como piezas realizadas por nuestros antepasados de hace más de 2.000 años, pero ahora mis precios oscilan ya entre las 10.000 y las 60.000 pesetas, aunque valen más».

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