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Czeslaw Milosz, premio Nobel de Literatura 1980

Exiliado desde 1951, el escritor polaco vive actualmente en Estados Unidos

Czeslaw Milosz, poeta y escritor polaco de 69 años, nacido en Lituania y que vive actualmente en Estados Unidos, ha sido distinguido por la Academia Sueca con el Premio Nobel de Literatura 1980. El nombre del poeta premiado con las 880.000 coronas suecas (quince millones de pesetas) fue celosamente guardado hasta el mediodía de ayer, en que fue dado a conocer por las autoridades de la Academia. En los escuetos fundamentos de los académicos se señala que Milosz tiene «una claridad singular y libre de todo compromiso para analizar los conflictos del ser humano, inmerso en un mundo que lo somete a distintas clases de presiones. El mundo que Milosz describe en su poesía, su prosa y ensayos», agrega la Academia, «es el mundo en el cual viven los seres humanos después de haber sido expulsados del paraíso».

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La personalidad literaria del poeta polaco es poco conocida en Suecia, donde solamente uno de sus libros, Almas encarceladas, escrito en 1953, ha sido traducido al sueco tres años más tarde. Por tal motivo, la decisión de la Academia resultó un tanto sorprendente en los medios literarios suecos, aunque era una posibilidad que, por otra parte, había sido prevista a través de algunas declaraciones previas formuladas por algunos académicos.Algunos observadores sugieren cierta relación entre la elección de la Academia y los últimos acontecimientos ocurridos en Polonia.

Milosz fue elegido por la Academia Sueca entre casi 150 postulantes, que inicialmente habían sido más de quinientos. Centenares de especialistas de diferentes países trabajaron en despejar el camino hacia la decisión final de la Academia Sueca.

En representación del comité del Nobel, Lars Guillenstein, a la una en punto de la tarde, y siguiendo paso a paso la tradición, se asomaba por las célebres puertas de la Academia para decir, con voz apenas audible y en cuatro idiomas, el nombre del galardonado por el premio de 1980 y las razones del jurado.

Un nombre desconocido para la mayor parte, que tuvo que ser repetido varias veces por el secretario perpetuo de la Academia antes de que los teletipos empezaran a funcionar para todo el mundo.

Lars Guillenstein tuvo que responder, como todos los años, a las preguntas de la Prensa. Por ejemplo, afirmó sin explicaciones, y con el laconismo que le caracteriza, que este nombramiento no tiene nada que ver ni con los acontecimientos políticos y sindicales recientemente ocurridos en Polonia ni con ninguna intervención del Papa. Y fue diciendo las conclusiones de la Academia: Milosz -leyó- ha escrito una literatura del exilio, tanto en el sentido material como en el psicológico. La suya es la escritura del extranjero, «cuyo exilio físico es el reflejo de un destierro espiritual, metafísico, incluso religioso, aplicable a la humanidad en general». En su obra, que muchas veces mira a la Biblia como aclaradora y fundadora de los conceptos de bien y de mal, «las fuerzas de la destrucción y la traición han sido incorporadas a las del bien y la creación, y unas y otras resultan igualmente verdaderas, igualmente presentes». Y, por otra parte, añadió: «Sus análisis políticos, que atrajeron en su momento la atención internacional sobre su persona y su obra, se distinguen por su clarividencia psicológica y una rara intensidad».

Después, y celebrándolo, el académico -que a su vez es un escritor difícil- leyó el párrafo en que los académicos avisan sobre el carácter muy intelectual de la obra de Milosz, y dijo: «Milosz tiene la reputación de ser un gran artista del lenguaje, hasta el punto que su literatura no puede ser realmente bien apreciada sino en polaco. Pero si sus cualidades lingüísticas, musicales y rítmicas no resisten la traducción, la sensualidad del fondo se hace notara su través».

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