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Antonio Tovar. "El eusquera es el único superviviente de una multiplicidad de lenguas europeas locales"

Prosiguen los Encuentros Internacionales de Vascólogos

«Como único supervivente de la Europa occidental preindoeuropea, el eusquera representa el solo un mundo lingüístico desaparecido que apenas nos podemos imaginar. Hubo, sin duda, muchas lenguas, todas extintas sin dejar rastro». Para Antonio Tovar, que abrió ayer la tercera jornada de los Encuentros Internacionales de Vascólogos, el enigma del eusquera, la dificultad de su estudio histórico, radica en el hecho de ser el único superviviente de una multiplicidad de lenguas locales existentes en Europa en el tercero y segundo milenio antes de Jesucristo.

Según su hipótesis, cabe imaginar en esta época tres estratos culturales diferenciados en el Occidente europeo: un nivel de alta cultura con desarrolló de la escritura, extendido en el extremo oriental del Mediterráneo; un segundo estrato de pueblos, como los semitas y camitas, conocedores de la agricultura, que avanzan en distintas direcciones y que a veces se dotan de una organización estatal, y un tercer nivel de lenguas y culturales locales, correspondientes a una civilización exclusivamente pastoril, y que se extienden un poco por toda Europa como residuos, a su vez, de etapas aún más antiguas.El eusquera pertenecería para Tovar a este tercer estrato, del que sería la única lengua superviviente. De ahí la dificultad para aplicar los métodos de la técnica histórico-comparativa para rastrear una posible genealogía del eusquera.

Dificultad que se ve acentuada por la falta de textos antiguos, pues mientras que para estudiar lenguas indoeuropeas o semíticas los especialistas disponen de textos que a veces cuentan 3.000 o 4.000 años de antigüedad, el texto eusquérico más antiguo es de hace menos de cinco siglos.

Es posible, sin embargo, en opinión de Tovar, aplicar otros métodos de lingüística comparativa, como el léxico- estadístico o el tipológico propuesto por Greenberg. El método léxico-estadístico, aplicado por primera vez por el americano Swadesh, consiste en el establecimiento de un léxico básico de las cien palabras más usuales de cada lengua, buscando después el tanto por ciento de semejanza con la lengua objeto de comparación. Ese método permitió a Tovar y Mitxelena establecer un índice de semejanza entre el eusquera y el bereber del 10%. Ese parentesco, cuantificable en un índice del 7,5%, fue también revelado en la comparación con el georgiano y el circasiano, dos de las tres lenguas caucásicas con que se realizó el estudio comparativo.

Comparación con el castellano

Esos niveles, en opinión de Tovar, son, desde luego muy bajos, si se tiene en cuenta que, por ejemplo, la comparación entre lenguas como el castellano y el francés u otras de raíz latina da porcentajes de similitud del 80% y superiores. Pero son al menos índices que revelan la posibilidad de una relación no puramente casual (los lingüistas consideran que hasta un 5% de semejanzas puede considerarse casual).Pero sería arriesgado, por el momento, ir más allá de la pura constatación de esos rasgos comunes con culturas africanas y caucásicas. Lo único innegable parece ser que el eusquera se hablaba hace 10.000 años en la misma zona donde ahora se conserva, y, probablemente, en toda la franja pirenaica.

Esta última apreciación la basó Tovar en las investigaciones de Corominas, entre otros, citando al respecto la aparición de inscripciones de raíz tan claramente vasca como niska (neska, mujer) en unos plomos romanos de una fuente del Rosellón dedicada a las ninfas. La toponimia de zonas del norte de Lérida (Esterri, Guerri, Escalerri, en la que se repite la locución erri, pueblo) probaría esta consideración del eusquera como lengua primitiva de toda la zona pirenaica, hasta el Mediterráneo. Sin embargo, no parece, según Tovar, que la difusión originaria del vascuence se alejara mucho de los Pirineos hacia el Norte. Hacia el oeste de Las Encartaciones vizcaínas, la difusión primitiva está cubierta desde muy pronto por invasiones indoeuropeas.

Latín mal pronunciado

Al igual que André Martinet, Tovar considera verosímil, por otra parte, la tesis de Menéndez Pidal sobre el origen del castellano, que no sería sino el «latín mal pronunciado por los vascos». La certeza de su surgimiento en la zona del valle de Mena, al norte de Burgos, lindando con Vizcaya, más la idéntica estructura vocálica (a diferencia con las demás lenguas latinas) probaría esta influencia de los eusquerohablantes en la formación del romance castellano.Tovar ilustró sus opiniones con detallados estudios de interpretación léxico-comparativa y tipológica, acompañadas de descripciones del método respectivo. El americano Terence H. Wilbur, de la Universidad de California, leyó la segunda ponencia del día (Sintaxis del eusquera), representando sus respectivas comunicaciones Oroz Arizkuren, Xabier Kintana, G. Brettschneider, Jan Braun y Hans Mukarovsky.

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