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La crisis político-social en Polonia

El nuevo Gobierno polaco accede a la convocatoria de elecciones sindicales libres

El régimen polaco, a través del primer secretario del partido comunista (POUP), Edvard Gierek, hizo el pasado domingo una concesión a los obreros sin precedentes en la Europa del Este: la celebración de elecciones sindicales libres y democráticas. Las concesiones de Gierek a los huelguistas llevaron consigo además un amplio reajuste gubernamental, acogido con escepticismo, con la destitución del primer ministro, Edvard Babiuch, y altos encargados de la dirección económica e ideológica y una sustancial modificación en los dos más altos organismos del partido comunista con la entrada de representantes de una tendencia más liberal.

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Según el presidente del comité de huelga de los astilleros. Lenin, del puerto de Gdansk, Lech Walesa, la dimisión del jefe del Gobierno, Edvard Babiuch, y de otros miembros del propio Gobierno y del Buró Político es «una victoria de los trabajadores», pero, al tiempo, el dirigente sindicalista anunció que las huelgas proseguirán hasta lograr todos los objetivos, empezando por la legitimación del movimiento sindical autónomo. Walesa se confiesa apolítico.Como «paso significativo» definió ayer el cambio operado en los estamentos políticos la destacada sindicalista, dentro del sector de los transportes públicos, Ala Walentinowcs, pero añadió también que proseguirá el movimiento de resistencia obrera hasta que las reformas sean objeto de negociación inmediata entre el Gobierno y los comités de huelga.

El sábado se iniciaron de hecho estas negociaciones al máximo nivel, con el viceprimer ministro Mieczyslaw Jagielski a la cabeza. Los contactos prosiguieron ayer tarde. De la noche a la mañana se ha operado un cambio profundo en Polonia, y no sólo porque la vuelta al poder del ala liberal del Partido Obrero Unificado, los resortes fundamentales, hayan cambiado de titularidad. Por lo pronto, la radio polaca informó ayer que este mismo año discutirá el Sejm (Parlamento) una nueva ley, por la que se constituirán los sindicatos sin interferencias políticas, partiendo de elecciones libres, con listas abiertas y sin limitación en las candidaturas. La televisión polaca ofrece, desde el domingo por la tarde, un semblante más liberal, en relación con el movimiento huelguístico. Al frente del comité de RTV ha sido colocado ahora el director del diario Tribuna Ludu, Jozef Barecki.

Además de Edvard Babiuch, jefe del Gobierno desde el pasado mes de febrero, otros altos funcionarios han sido depurados de sus puestos en el Gobierno y en el comité central. Las reformas se han concentrado especialmente en los sectores económico y de propaganda. El primer secretario del comité central, Gierek, que dio a conocer los cambios en su discurso del domingo, realizó una cruda autocrítica y reiteró que no es la primera vez que enjuicia negativamente las gestiones de los responsables del plan económico. Gierek anunció «drásticas reformas» en la planificación y en la estructura de las relaciones laborales, pero anticipó que el Gobierno no puede prometer más que lo que pueda cumplir. En consecuencia, las reformas que se lleven a la práctica deben aplicarse dentro del más estricto respeto a la trayectoria socialista de Polonia.

En el mismo sentido se expresó ayer en la prensa de Gdansk el primer secretario de la sección del partido de esta ciudad báltica, Tadeusz Fiszbach, que desmintió el carácter antisocialista que, según él, se aplica a los iniciadores del movimiento huelguístico por algunos sectores interesados.

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Las huelgas «no van dirigidas ni contra la autoridad del pueblo, ni contra los fundamentos políticos, ni contra el sistema de alianzas de Polonia». Según informaciones de diplomáticos occidentales acreditados en Varsovia, el Kremlin ha dejado a Gierek las manos libres para que resuelva la crisis interna, «siempre que no sacrifique los fundamentos del sistema socialista». El propio líder polaco recalcó en su breve discurso la necesidad de mantener a salvo el marco socialista, porque «solamente una Polonia socialista puede mantenerse independiente», una alusión aplicable al sistema de alianzas de Polonia con los países del Pacto de Varsovia. En el mismo sentido emitió ayer un comentario Radio Moscú, en el que se recordó que «los intereses del Estado y del pueblo polacos están unidos inseparablemente al socialismo», y se recomendaba « responsabilidad, calma y sentido común» como medios de superación de la crisis.

Una vertiente liberal

Exponente de este nuevo espíritu es el nuevo jefe del Gobierno, Josef Pinkowski, vicepresidente de la Comisión del Plan de 1971-1974, es un hombre eminentemente práctico, partidario de introducir medidas flexibles. Conoce de cerca la planificación agrícola y la industria alimentarla, con todos sus problemas, por haber presidido los resortes; del partido dedicados a estas vertientes. El domingo pasó a formar parte del buró político. A este alto organismo regresó también Stefan Olszowski, ex ministro de Asuntos Exteriores, que a primeros de año fue retirado del mismo y sele nombró embajador en la República Democrática Alemana (RDA). Hasta el momento no se sabe si se le asignará una nueva función dentro del Gobierno.

También han sido depuestos de sus funciones los vicepresidentes del Gobierno Tadeusz Pyka y Tadeusz Wrzaszczyk, que también abandonan el buró político. Nuevos vicepresidentes son Tadeusz Grabski, el hasta ahora ministro de Finanzas, Henryk Kisiel, que asumirá la presidencia de la comisión del plan. Un cambio significativo es el operado en el Ministerio de Asuntos Exteriores; su titular, Emil Wojtaszek, deja el puesto a su segundo, Josef Czyrek. Otros puestos objeto de cambios son la presidencia de la Comisión Estatal de Precios y la Oficina Central de Estadística.

En Varsovia, los medios oficiales se han esforzado en recalcar que la solución otorgada a la crisis se ha elaborado «bajo la inspiración y la iniciativa» de Edvard Gierek, con lo que se ha tratado de desmentir indirectamente los rumores de los últimos días sobre su posible dimisión.

Para hoy está anunciada una reunión del consejo central de los sindicatos, con el fin de elaborar una nueva ley sindical y realizar «una autocrítica».

Por otra parte, una treintena de periodistas polacos, que cubren las informaciones de las huelgas en el Báltico, protestaron ayer contra las «obligaciones que se les impone a su labor», en una clara referencia a la censura.

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