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Los historiadores Preston y Southworth analizan el origen del fascismo español

El historiador inglés Paul Preston, autor de La destrucción de la democracia en España, negó toda posibilidad de triunfo al nuevo fascismo español. «No se puede decir que sea seria, aunque exista, esa amenaza del fascismo en España o en otros países europeos, porque las clases dominantes no se sienten amenazadas como lo estaban en los años treinta». Preston, en una conferencia dictada en un seminario de la Universidad Internacional de Verano de Santander, reconoció la existencia de grupos fascistas en nuestro país, pero «son pequeños residuos del franquismo que la historia ha dejado en la cuneta y que no representan en absoluto a la clase dominante. En los años treinta», añadió, «la democracia era una amenaza para esa clase dominante, fundamentalmente latifundista; hoy día, la misma democracia es una defensa para la nueva clase financiera».

Los orígenes del fascismo y el proceso de implantación en España a través del golpe de Estado del general Franco fue examinado, en la misma tribuna de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, por el también historiador de la guerra civil española Herbert R. Southworth, que mantuvo tesis distintas a las de Paul Preston. Los dos coincidieron en sus opiniones negativas del fascismo y el franquismo y en que el capitalismo, cuando está en crisis y ve en peligro sus privilegios, recurre a una política de emergencia para mantenerse en el poder, recurriendo para ello al fascismo. Pero mientras que Southworth analiza el proceso desde la crisis de inferioridad que sufre España con la pérdida de sus últimas colonias en 1898 y, partiendo del análisis orteguiano, alude a los jóvenes que piensan poder cambiar el camino de España en 1930, reconquistando el imperio español con la ayuda de Hitler y Mussolini, Paul Preston opina que el estudio del fascismo en España no se puede reducir a la Falange, «que después de 1937 no es más que una entre las muchas familias del franquismo».

Mitos

«Evidentemente », dice Preston, «no se puede dudar de la naturaleza del estilo, de la ideología y de los mitos fascistas de la Falange. Sin embargo, dada la escasa importancia de la Falange antes de 1936 y dada su virtual eliminación como organización independiente a partir de la unificación, esta limitación de definición empobrece el estudió del fascismo español». Por tanto, Paul Preston propone un método de estudio «partiendo de la base de que el fascismo es siempre un mecanismo extraordinario al que recurre el capitalismo en momentos de tal crisis que no se puede defender dentro de los mecanismos de la democracia burguesa. El estudio del fascismo español», dice, «tiene que basarse en un análisis de la crisis del capitalismo español durante los años treinta y de la naturaleza del capitalismo español durante los años de la dictadura franquista».El análisis de la Falange lo hace Southworth desde la idea de la conquista del imperio y desde la inicial falta de apoyo de las masas, que la prolongación de la guerra civil iba a remediar en parte, facilitando además una mejor organización del grupo. «Pero ya había perdido toda posibilidad de ganar la guerra», añade el historiador del bombardeo de Guernica, «porque el programa fascista incluye una conquista del imperio y España era entonces un país en ruina económica, escindido en dos facciones. Después de la guerra era imposible realizar ya un programa falangista».

Paul Preston, sin embargo, no opina igual. «La Falange no conquistó el Estado, pero Franco, sí», dice, enfrentando el hecho a los casos alemán e italiano, países en los que Hitler y Mussolini llegan al poder legalmente.

¿Tenía ideas fascistas Franco? Fue una de las preguntas sometidas a debate. Para Preston, la respuesta fue otra pregunta: ¿Pero tenía ideas Franco?, para añadir que «Franco no fue un intelectual, ni tampoco un hombre de acción, sino de no acción, de dejar hacer a los demás, haciéndoles cómplices de una situación de represión, de corrupción, de sus métodos de Gobierno. ¿Y todo ello como resultado de una estrategia?», se preguntó también el historiador, para contestarse negativamente: «Es la astucia del campesino gallego, no un resultado de ideas más o menos maquiavélicas. Por eso adopta el programa de la Falange, que era el único programa organizado en aquel momento, un programa muy demagógico, que le permitiría establecer una estructura política represiva».

Origen ideológico

Sobre el origen ideológico del fascismo español, ambos hitoriadores coinciden. Por una parte, la cuna de la ultraderecha, es decir, el carlismo; por otra, el nuevo hombre, la reafirmación de la nación, el imperio. Unas ideas, las de José Antonio Primo de Rivera, «que eran muy bonitas a nivel teórico, pero que hay que ver en lo que se convirtieron cuando llegaron al poder: en vehículo para fortalecer el desarrollo del capitalismo en peligro y en una forma de enriquecimiento para los falangistas en el poder».Más polémica sería la afirmación de Preston, en el sentido de que «el Mussolini español fue Gil-Robles». El propio historiador de la Universidad de Londres matizaría su idea diciendo que «sería un error definir tajantemente la cuestión, bien en la dirección del fascismo-CEDA, o en la antes apuntada fascismo- Falange. Aunque la CEDA representaba los intereses de la derecha latifundista, el fascismo español es todo el abanico de fuerzas derechistas, como regimientos dentro de un mismo Ejército: el carlismo, la Falange, Renovación Española y la CEDA. La financiación de la guerra la puso fundamentalmente Renovación Española; las masas las aportó la CEDA, y la provocación, la actitud desestabilizadora, fue de Falange, que, como carne de cañón, iba a dar argumentos a Calvo Sotelo y Gil-Robles para justificar la rebelión.

El imperio

Sobre el imperio -ficción de la Falange-, el historiador Herbert R. Soutworth dijo: «El programa de Falange era imposible de realizar, porque España no tenía ya ni vocación ni capacidad imperiales. Era un programa estúpido y contraproducente, porque el único imperio asequible a los españoles era la herencia de la lengua. Los falangistas, en vez de utilizar este instrumento, rebajaron su categoría y le hicieron perder influencia en el mundo».

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