Encantos y desencantos del teatro al aire libre

«Hemos procurado que por todo este espectáculo campee un espíritu festivo. No busquen complejidades psicológicas... Es un juego verbal inspirado por la zumba popular», explicaba Lauro Olmo en el programa de lo que e presentaba como verbena-teatro. Y con espíritu festivo lo recibió el público, aunque un tanto contenido.Lo que se suponía iba a arrancar el espectáculo en sí -toda una colectiva vibración verbenera- fue logrado el día del estreno en momentos muy concretos. Especialmente durante las actuaciones de Rafaela Aparicio, Rafael Castejón, Luisa de Córdoba o la cantante Mari Carmen Ramírez. A veces daba la sensación de que los espectadores tan sólo habían acudido a ver a la veterana actriz, quien salvó con improvisaciones las malas pasadas que le jugaron los nervios y que, a modo de regalo final, cantó un cuplé en un viejo tranvía madrileño (intencionado símbolo del país).

Las gentes que acudieron a La Corrala hicieron buen ejercicio de cuello al contemplar las distintas escenas que transcurrían en plataformas, balcones de La Corrala, tablado o tranvía. Pero la zumba popular continuaba más allá del múltiple escenario. Transcurrían al mismo tiempo los festejos de la barriada, y a los pequeños fallos de sonido se sumaron unas interferencias mitineras y de tómbola. Y, como dato complementario para todos aquellos que veían en las situaciones descritas por Arniches detalles actuales, de la vida misma, varios vecinos de Lavapiés (transfigurados en personajes saineteros) mostraron su enojo por la falta de sitio en versión original castiza.