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La mínima calidad del cine infantil, reflejada en el certamen de Gijón

La escasa calidad de la mayoría de las películas exhibidas y la participación de unos chavales sin formación cinematográfica protagonizaron la 13ª edición del Certamen de cine para la Infancia y la Juventud (Cerinterfilme-80), clausurado el pasado fin de semana en Gijón. Ambas apreciaciones, compartidas por casi todos los especialistas y críticos presentes en el certamen, quedaron reflejadas tanto en las actas finales de los jurados oficiales, constituidos por adultos, como en la concesión de los premios Platero y Pelayo, otorgados por los propios niños.La falta de una mínima formación cinematográfica en la mayoría de los niños y jóvenes que formaron parte de los jurados, denunciada incluso por el impulsor de la organización Niños para Gijón, Baltasar Miñambres, explica tal vez que el Premio Pelayo haya sido concedido a la película soviética Klave K. es culpable de mi muerte. El galardón, concedido por un jurado de 180 jóvenes, premia una «aburrida película llena de moralina e ideología barata, con treinta años de retraso respecto al cine occidental», según la opinión del crítico y experto cinéfilo Manuel González Cuervo. Una apreciación que no es unilateral, sino compartida por la mayoría de las personas que estuvieron en este Cerinterfilme-80.

El jurado internacional encargado de recomendar las mejores películas infantiles del certamen, presidido por Rosa Chacel, dejó constancia de su opinión en el acta final: «Ha quedado patente la falta de producción interesante y de calidad de películas infantiles, que se enmarca en la crisis general del cine. Por ello, este jurado internacional quiere hacer un llamamiento a todos los países y entidades para que mejoren la calidad del cine infantil». Además de Rosa Chacel integraban este jurado el polaco Jan Batory, la italiana Adela Turín y el holandés Han Wiederman. No obstante, a pesar de su desencanto, recomendaron, entre otros, el largometraje La niña de los caballos (República Democrática Alemana) y la película Yo tuve un sueño (República Federal de Alemania).

El Premio Platero, concedido por un jurado de 180 niños de varios países, fue para la película sueca Nick Carter, aquel loco, loco detective americano, un producto bastante digno dentro de la filmografía que se proyectó a lo largo de la semana que duró el certamen.

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