Comienza en Valencia el ciclo de ópera
Con la puesta en escena de la ópera de Bizet Carmen ha comenzado el cielo que patrocinan este año el ayuntamiento, diputación, Ministerio de Cultura y la caja de ahorros.Es Carmen quizá una de las óperas más populares de todos los tiempos. ¿Quién no conoce la célebre Habanera o la Canción del toreador? Su difusión ha rebasado las fronteras del aficionado musical, llegando a ser conocida por cualquier interesado o no en el mundo de la música.
Esta gran popularidad no puede ser fruto más que de una construcción musicalmente sólida, de exótica belleza y de su folklorismo. Cuestión esta última que ha fomentado los tópicos bastante extendidos allende de nuestras fronteras de que los españoles somos todos «toreros o gitanas de rompe y rasga» en el puro sentido folklórico de la palabra, tópicos cada vez más desarraigados gracias a las corrientes turísticas.
Con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halevy, basado en una novela de Prosper Merimée, la acción transcurre en Sevilla a principios del siglo XIX. Bizet gustaba de utilizar los temas folklóricos en sus obras, y este libreto fue el vehículo ideal para su música bien construida, de temas muy pegadizos, pero no exenta de gran calidad y exotismo.
Los caracteres de la obra, muy bien construidos, presentan diferentes contrastes, siendo todos ellos dominados por el personaje central: Carmen, de fuerza arrolladora, mujer temperamental y de gran dramatismo, casi siempre representada musicalmente por ritmos de danza: habanera, seguidilla, etcétera. En contraposición con ella está el personaje de Micaela, la campesina, invención de los autores del libreto, lleno de ternura y sencillez, muy bien plasmado musicalmente.
Don José, magníficamente retratado como hombre pasional, exaltado, romántico (La fleur que tu m'avais jetée), dominado por los celos y el rechazo de Carmen, que le conducirán al desenlace trágico que posee la obra. Escamillo, el torero, es el triunfador nato, el hombre que saca el máximo provecho de las circunstancias. El resto de personajes, muy bien dibujados, dan una gran vitalidad a la trama.
Bizet armonizó muy bien el texto con su música, el uso de sus dotes imaginativas conduce a que el realismo del tema sobrepase los convencionalismos operísticos habituales, lo que hizo que su estreno fuese un gran fracaso. Sólo ocho años después de su muerte, Francia reconocía los valores indudables de esta gran obra.
Actuaron como intérpretes la yugoslava Gillian Knight, que fue una Carmen muy convincente, tanto por sus cualidades vocales como escénicas. Pedro Lavirgen, como don José, rindió por debajo de sus posibilidades en los dos actos iniciales, para redondear una gran labor en los dos últimos. Ives Bisson, como Escamillo, realizó su labor con soltura, al igual que Mari Carmen Hernández, que estuvo muy bien en su papel. La labor del resto fue muy acertada, bastante flojo el coro; la escenografía expresionista, de buena calidad, bonita.
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