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Simposio internacional sobre España en la Universidad norteamericana de Vanderbilt

Trató sobre "Conflictos y logros de un lustro democrático"

La Universidad de Vanderbilt, en Nashville, capital del Estado de Tennessee, ha cumplido ya 107 años de existencia. Es una de las grandes universidades privadas norteamericanas, y fue fundada hace ya más de un siglo por un obispo metodista del mismo nombre. Su estructura inicial es típicamente británica, con antiguos edificios de ladrillo rojizo cuya configuración recuerda los de Cambrigde.

Hoy, estas antiguas construcciones se codean con los grandes edificios ultramodernos. Es una Universidad cara, de elites -el curso cuesta inicialmente 7.000 dólares (cerca de cinco millones de pesetas) a cada alumno-, pero existe también un buen porcentaje de becas, pagadas por el Estado, y muchos alumnos subvienen a sus necesidades con trabajos temporales en la misma Universidad o sus aledaños. El gran complejo de Vanderbilt se mantiene con las cuotas de los alumnos, los donativos -en los últimos tres años, recibió donaciones de antiguos alumnos por valor de 150 millones de dólares- y las becas estatales. Por su parte, la Universidad estatal de Tennessee se encuentra en su mayor parte centralizada en Memphis, al suroeste del Estado, la gran capital del algodón, a orillas del Misuri.En este marco típicamente su dista y norteamericano, selecto y hospitalario, se celebró el pasado mes de marzo un simposio internacional organizado por los departamentos de español y portugués, y de historia, de la Universidad de Vanderbilt. Su tema: Spain (1975-1980). Conflictos y logros de la democracia. Durante tres días, del 20 al 22, una serie de especialistas expusieron a un atento y nutrido auditorio la temática política y cultural más destacada de los últimos años de la vida española. Bajo la dirección de los profesores John Crispin, José Luis Cagigao y Enrique Pupo-Walker, de la Universidad de Vanderbilt, y con la asistencia de un numeroso grupo de hispanistas, españoles, latinoamericanos y anglosajones, se desarrollaron los debates, en un apretado programa. El primer día hablaron por la mañana, actuando de moderador Claudio Guíllén, de la Universidad de Harvard; Juan Luis Cebrián, director de EL PAÍS -La experiencia del período constituyente-; José Luis Abellán, de la Universidad Complutense, sobre La función del pensamiento en la transición política, y la periodista Rosa Montero, sobre La alienación de las mayorías. En esta sesión, las intervenciones más críticas fueron la política, de Juan Luis Cebrián, y la sociológica, de Rosa Montero, mientras la intervención del profesor Abellán estuvo dedicada en gran parte a combatir el pasotismo y el desencanto.

Por la tarde intervinieron el profesor Ruiz Ramón, de la Universidad de Purdue, y Francisco Ayala, escritor, novelista y profesor, que trataron del teatro, quien esto escribe, sobre los últimos cinco años de la narrativa española, y la directora Pilar Miró sobre el cine español. Al día siguiente intervinieron Raymond Carr, de la Universidad de Oxford. -El legado del franquismo-, y Richard Gunther, de la del Estado de Ohio, sobre la evolución de la democracia y los partidos políti cos. Como final de la segunda jornada, Manuel Fraga habló, con humor, brillantez y cierta penetración, sobre la elaboración de la Constitución de 1978, en la que él jugó personalmente un importante papel.

También se proyectaron dos filmes -El espíritu de la colmena y Cría cuervos- en una sesión moderada por la profesora- del Wellesley College, de Boston, Elena Gascón, y el simposio terminó el día 22 con una mesa redonda en la que se abordaron sobre todo temas económicos. En la misma, y en los debates anteriores, participaron los profesores Claudio Guillén, Manuel Durán, Javier Herrero, Allen Joseplis, Juan Luis Alborg, López Morillas, Paul Ilie, Cano Ballesta y Ruiz Fomells.

La dialéctica de intervenciones y debates se polarizó rápidamente, en un sentido insólito en esta clase de Congresos, pero que otorgó profundidad, complejidad dialéctica y utilidad a la reunión: por una parte, las intervenciones más críticas, sociopolíticas, de algunos de los participantes españoles, y por la otra, las de quienes exponían los avances conseguidos, valorándolos de manera indiscriminada. La enumeración de las fallas y defectos del proceso democrático -sobre todo en el terreno de la libertad de expresión, pues también estaba prevista la proyección del filme El crimen de Cuenca, que finalmente no pudo llevarse a cabo- no respondieron a un sentido negativista, sino más bien a una necesidad de perfeccionismo, rigor y exigencia, en el contexto de un proceso vacilante.

En la capital de la música country -500.000 habitantes, un 50% de población negra y separada de la blanca en dos comunidades tangentes, con un Partenón de tamaño natural en el parque frente a Vanderbilt, quinientas iglesias de todas las religiones-, la búsqueda de sus raíces es también evidente. La zona occidental de Tennessee es el sur profundo.

De allí salió un gran presidente, Andrew Jackson, enterrado pocas millas más allá, visita que Manuel Fraga no se perdió, antes de ser retratado, con un Bloody Mary en la mano, entre Rosa Montero y Pilar Miró. La democracia siempre conlleva la calma tras la tempestad.

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