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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Defensa de los ganaderos

Hace meses era frecuente ver en la prensa periódica insistentes denuncias de situaciones abusivas y peligrosas para la salud pública, originadas por la administración incontrolada de drogas a los animales destinados a la producción de carne. Como se sabe, los productos administrados, fundamentalmente antitiroideos y anabolizantes hormonales, tienen por finalidad un aumento de peso a ritmo superior al normal. Algunos de estos productos no hacen más que retener el agua en la carne del animal; otros, como los estrógenos, pasan al organismo humano alterando el equilibrio hormonal. Todo esto es del dominio común y hay que agradecer a la prensa su colaboración en la denuncia del abuso. Sin que queramos justificar a los ganaderos que lo cometían, hay que comprender que nuestra actividad económica sufre continuas interferencias de la política en sus precios (rígido control, importaciones intempestivas de carne a gran escala, etcétera), lo que crea una obsesión por buscar el aumento de peso, aprovechando al máximo los piensos. Pero nosotros no somos químicos ni médicos. Por eso, cuando las autoridades sanitarias han decidido ampliar el margen de seguridad en el consumo de las carnes de vacuno, somos los primeros en aceptarlo, entre otras cosas, porque también nosotros somos consumidores.Pero somos muchos los ganaderos que comentamos con extrañeza el hecho de que la prensa, que tanto contribuyó en su día en la defensa y seguridad de los derechos del consumidor y en la denuncia de los abusos, no colabore ahora en la tranquilidad del ciudadano difundiendo la actual situación de rigor y absoluto control por parte de la Administración. Puede que el ciudadano siga creyendo en el fraude, cuando la realidad es que en estos momentos, y desde hace meses en este asunto de las drogas, el control de los animales sacrificados es máximo, y todo ganadero sabe que se expone a perder la res sacrificada y a fuertes multas.

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