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Estados Unidos califica de oportunista el comportamiento de Japón

La crisis de Irán, que se encuentra y a en su sexta semana, está provocando las primeras fricciones entre Estados Unidos y sus aliados, sedientos dé petróleo. La Administración Carter criticó abiertamente ayer el comportamiento de Japón y acusó a este país de enviar «señales ambiguas» a Irán, lo que dificulta la liberación de los irehenes. En lo que, posiblemente, supone la mayor critica hecha a Japón desde el fin de la segunda guerra mundial, el secretario de Estado, Cyrus Vance, y otros altos funcionarios que le acompañan en su actual gira europea dijeron que el comportamiento de compañías y bancos japoneses está minando los esfuerzos de Washington para presionar a Irán y conseguir la puesta en libertad de los cincuenta rehenes retenidos desde hace 38 días.

Vance, que se entrevistó en París con el ministro japonés de Asuntos Exteriores, Csubaro Okita, dijo que algunas compañías japonesas estaban comprando a un precio «extraordinariamente elevado» el eructo que Estados Unidos dejó de comprar poco después de iniciarse la crisis. Aunque estas compañías y bancos son de carácter privado, Vance parece haber indicado a su colega japonés que el Gobierno de Tokio no está haciendo todo lo que podría hacer para evitar ese comportamiento del sector privado.El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Robert Byrd, fue más rotundo al declarar que los japoneses están «aprobando, si no premiando, las acciones ilegales ejercidas contra ciudadanos norteamericanos». Otro senador demócrata, Russell Long, recordó que Japón depende militarmente de Estados Unidos y que si la crisis de Irán desemboca en un conflicto internacional, Japón se encontrará ante un peligro mayor que Estados Unidos, e incapaz de defenderse por sí solo.

Informaciones extraoficiales señalan que Vance ha pedido a los europeos que reduzcan sus compras de petróleo iraní, que no ven dan material militar o piezas de recambio y que cooperen con Estados Unidos en la congelación de los depósitos bancarios del Gobierno de Teherán. Al parecer, Inglaterra, no dependiente del petróleo iraní, y la República Federal de Alemania han respondido de forma más favorable, aunque en este último país se dejan oír fuertes protestas de la banca privada.

Si la situación empeora, Estados Unidos podría solicitar sanciones económicas colectivas contra Irán, según lo previsto en el capítulo VII de la Carta de la ONU, si bien existe el peligro de un veto de la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad. Otro posible movimiento de Estados Unidos sería declarar el embargo comercial, con el apoyo, al menos tácito, de sus aliados, acompañándolo de un bloqueo naval contra Irán.

No hay ultimátum

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El Departamento de Estado negó rotundamente ayer una información, difundida por la cadena de televisión ABC, que indicaba que Estados Unidos ha impuesto un ultimátum de diez días a Irán rehenes, con la amenaza de actuar en caso contrario en favor del derrocamiento del actual régimen islámico. «Claro que no queremos que esto dure indefinidamente, pero no hemos dado un ultimátum», dijo¡ el portavoz del Departamento de Estado, Tom Reston, ante las cámaras de la televisión.

Los medios de comunicación social están jugando un destacado papel en esta crisis. Desde hace más de un mes, las tres grandes cadenas nacionales de televisión dedican la mitad o más de su telediario de la noche al tema, además de emitir un programa diario de media hora, con abundantes imágenes de masas gritando eslóganes antiamericanos.

La cadena NBC ofreció el lunes por la noche la primera entrevista con uno de los rehenes, el cabo de marines William Gallegos, de 21 años. Durante casi media hora, millones de telespectadores vieron al rehén, que presentaba buen aspecto, decir que los estudiantes que ocuparon la embajada «se han portado bien con nosotros», que no ha sufrido un «lavado de cerebro», y que está «dispuesto a morir por Norteamérica, pero esto (la negativa a extraditar al sha) no es una buena causa».

A cambio de la entrevista exclusiva, los ocupantes de la embajada, que están demostrando tener una excelente habilidad para aprovechar los sofisticados medios de comunicación norteamericanos, exigieron y obtuvieron cinco minutos de espacio para lanzar una proclama en la que piden al pueblo de Estados Unidos que reaccione y apoye la devolución del sha. La Casa Blanca no pudo ocultar su disgusto ante esta emisión.

El cabo de marines dijo que treinta rehenes están juntos, y que no sabe dónde se encuentran los veinte restantes; aseguró que viven en condiciones higiénicas buenas, que se les trata bien y se les da de comer suficientemente. Los rehenes no pueden hablar entre sí y tienen atadas las manos con tela, pero pueden recibir correo, aunque censurado, y hacer periódicamente llamadas telefónicas a sus familiares en Norteamérica.

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