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Francia y Holanda, enfrentadas por la contaminación del Rin

La «guerra de la sal», entre Francia y Holanda, estalló ayer. El Gobierno de La Haya llamó a su embajador en París «a consulta». Se .trata de un incidente diplomático-ecológico de envergadura, provocado por la actitud reacia de Francia para descontaminar el Rin.

Anteayer, el Gobierno francés se negó una vez más a someter a la ratificación de la Asamblea un tratado multinacional, firmado en 1976, referente a la descontaminación del Rin. Este gesto de las autoridades francesas ha sido el detonador de la crisis franco-holandesa. Pero antes de llegar a este punto, conviene rehacer la historia de un litigio que subraya una vez más cómo la ecología se ha convertido en una componente esencial de las relaciones internacionales.

El problema lo ha planteado la contaminación del Rin, que atraviesa cinco países: Holanda, Alemania Federal, Francia, Suiza y Luxemburgo. Desde hace un cuarto de siglo muy especialmente, es decir, a lo largo de los años del crecimiento económico salvaje, el desarrollo demográfico e industrial ha acrecentado de manera inquietante las suciedades del agua del Rin como consecuencia de escombros, desperdicios y sales.

El Rin, un basurero

Unas veinte fábricas, ubicadas en los países ribereños, han convertido el Rin en un basurero. La industria más contaminante es la francesa Minas de Potasa de Alsacia. Y el país más afectado por sus desperdicios (sales en estado sólido) es Holanda.En el suroeste de este país, como consecuencia de la contaminación de las aguas del Rin, se calcula que unas 5.000 hectáreas de terreno se esterilzarían a largo plazo. De no remediar la situación actual, 30.000 cultivadores resultarían afectados.

Para sanear las aguas del Rin, desde principio de los años setenta se celebraron conferencias entre los cinco países interesados y, por fin, en Bonn, en 1976, se firmó un tratado que establecía el programa de descontaminación del Rin, precisando la cuantía económica que debía aportar cada país para financiar los trabajos.

Los 92 millones de francos que los demás países debían aporta para que Francia efectuara los trabajos en Alsacia ya le fueron entregados el año pasado al Gobier no de Paris y, en consecuencia, el único detalle pendiente para el ¡nicio'de la labor de descontaminación era el de la ratificación del tratado de Bonn por la Asamblea francesa.

Pero las autoridades de París, que anteayer retiraron una vez más el tratado de la Asamblea, chocan con la oposición de casi todos los diputados. Estos últimos, en efecto apoyan a los parlamentarios alsacianos, que, a su vez, deben tener en cuenta la hostilidad de la pobla ción ante los métodos que se han previsto para descontaminar el río En un principió se habló de construir una salina y después, lo técnicos propusieron inyectarla sal bajo tierra, pero en cualquiericaso los alsacianos no quieren que el basurero que ahora es el Rin se traslade a sus tierras.

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