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El asalto a la Gran Mezquita pone a prueba la seguridad de los países del golfo Pérsico

Los Estados petrolíferos árabes del golfo Pérsico proyectan reorganizar sus sistemas de seguridad a la luz del reciente asalto a la Gran Mezquita de La Meca, en Arabia Saudí, según se señala en círculos diplomáticos árabes. La toma de la mezquita en la ciudad santa de La Meca por un grupo de «fanáticos» fue un «golpe mayor» para los sistemas de seguridad existentes en toda la península Arábiga y el sector árabe en la región del golfo.

Los acontecimientos de La Meca precipitaron, añadieron fuentes diplomáticas, «contactos urgentes» entre funcionarios de seguridad de la región del golfo para elaborar una nueva fórmula que pueda asegurar protección adecuada a toda la región.Funcionarios de seguridad de la región están particularmente preocupados por la protección de los regímenes existentes y de la riqueza natural de la zona, el petróleo, contra cualquier acto de sabotaje.

La preocupación surge de dos fuentes principales: la revolución islámica del ayatollah Jomeini, en Irán, y los movimientos revolucionarios ortodoxamente comunistas, que operan desde Yemen del Sur, señalaron las fuentes. Funcionarios sauditas patrocinan una reunión de expertos sauditas de seguridad de alto nivel en Riad, capital de Arabia Saudí, antes de fin de año, con el objeto de «reconsiderar la seguridad de la región y adoptar un plan de seguridad , unificado para el conjunto del área».

No está aún claro si la reunión culminará con un acuerdo conjunto de seguridad para formar en la región un aparato de seguridad semejante a la Interpol, a fin de proteger el área contra el sabotaje. Las primeras propuestas en favor de una «Interpol del golfo» fueron discutidas hace más de un año.

Sin embargo, la tendencia entre la mayoría de Estados interesados es elaborar una especie de sistema colectivo que pueda garantizar la protección para los actuales regímenes.

La seguridad saudita era un «símbolo intocable» para el resto de Estados árabes del golfo, los cuales, con excepción de Irak, precisaron las mismas fuentes, fueron seriamente conmovidas por el asalto a la mezquita de La Meca.

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Se sabe que Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo, tiene uno de los sistemas de seguridad más eficaces del área -y que se halla estrechamente conectado con la central de Inteligencia de Estados Unidos CIA.

El régimen saudita, con ayuda de la CIA, desbarató en 1969 un intento de golpe de Estado por varios oficiales deaviación, y desde entonces ha gobernado el país con mano de hierro.

La oposición, incluso desde el más moderado punto de vista político, no existe abiertamente en este reino del desierto, en que los medios de comunicación social de propiedad privada publican regularmente largos artículos de elogio a la familia real y a las reformas que ésta ha introducido en el país.

El edificio en peligro

El episodio de La Meca, sin embargo, «demostró que la legendaria seguridad saudita puede ser penetrada, y cuando falla la piedra angular, todo el edificio se desploma», comentaron las fuentes, diplomáticas árabes.El asalto a La Meca se. produjo tras varios informes de seguridad en vanas partes del golfo, acerca de un aumento de las actividades de contrabandistas de armas y 1 a formación de movimientos contra los regímenes de la región.

Algunos de estos informes confidenciales acusan a facciones radicales de la guerrilla palestina por la reactivación de la rebelión izquierdista en el sultanato de Omán, en tanto que otros atribuyen a la revolución de Jomeini una acción de estimulo dirigida a las minorías chiitas en Bahrein, los Emiratos Arabes Unidos, Qatar, Kuwait y Arabia Saudí para que promuevan revueltas locales.

El príncipe heredero saudita, Fahd, discutió con Yasser Arafat, presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el problema de la supuesta participación de una facción de la OLP en la reactivación de una rebelión en la provincia omaní de Dhofar.

Según se indica, el príncipe acusó al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), dirigido por George Habbash, de preparar planes para que el Frente Popular de Liberación de Dhofar (FPLD) reanude sus operaciones contra el sultán Qabous Bin Saeed en las provincias norteñas del sultanato que controla el estrecho de Ormuz, a la entrada del golfo.

Fahd se quejó también ante Arafat de los vínculos de la OLP con la dirección de Jomeini en Irán y de los posibles efectos que esos lazos pueden tener en los refugiados palestinos que trabajan en el golfo.

¿Alianza palestino-chiita?

Funcionarios de seguridad de la región están asimismo inquietos por la posibilidad de una alianza palestino-chiita en sus paises.Tal alianza superaría en número a las comunidades del golfo gobernadas por sunnitas, particularmente Bahrein y Kuwait, creando una amenaza contra los regímenes de otros Estados.

Fahd discutió asimismo la seguridad del golfo con el vicepresidente de los Emiratos Arabes Unidos (EAU), jeque Rashed Bin Saeed al Maktoum, y el gobernante de Qatar, jeque Jalifa Bin Hamad al Thani.

Informes de prensa no confirmados predijeron que los tres Estados formarían pronto una federación, si no se elabora rápidamente un sistema de seguridad colectiva para proteger a la región contra procesos de agitación.

Los temores a una insurreccion chiita en el lado árabe del golfo crecieron tras el asalto a la mezquita de La Meca, que, según se cree, fue llevado a cabo por soldados sauditas y chiitas que se oponen al presente régimen del rey Jaled.

Pero Irak, la única potencia progresista en el golfo, no puede ser «excluido de acuerdo alguno de seguridad conjunta para proteger a la región contra la amenaza procedente de Irán ».

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