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Rechazadas las tres enmiendas a la totalidad del proyecto de presupuestos

El Pleno del Congreso rechazó ayer, por 174 votos en contra, 125 a favor y cuatro abstenciones, tres enmiendas a la totalidad del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 1980, que habían defendido el Grupo Socialista, los Socialistas de Cataluña y el Grupo Comunista.El ministro de Hacienda, Jaime García Añoveros, hizo la presentación del proyecto, destacando que se integran «de manera coherente y rigurosa en el plan económico del Gobierno» y que el presupuesto para 1980 supone un esfuerzo «que pueda inducir un proceso de racionalización, de reforma liberal y progresiva en todos los comportamientos económicos de nuestra sociedad, y todo ello en un tiempo de crisis económica».

En opinión del ministro, una de las características básicas del presupuesto es la contención del déficit presupuestario, que se eleva para 1980 a 290.000 millones de pesetas, «equivalente al que se va a alcanzar en 1979, después de un esfuerzo notable de reducción del que se presentaba como previsible hace cuatro meses», reducción en más de 50.000 millones de pesetas que el Gobierno presenta como un logro positivo. También citó la desaceleración del gasto público corriente, que crece en un 16,6% inferior al previsible crecimiento del producto interior bruto nominal; la consolidación del esfuerzo inversor de años anteriores y la reasignación de recursos. Igualmente mencionó el incremento en la financiación estatal de la Seguridad Social y en los recursos puestos a disposición de los desempleados, y moderación en el incremento de la presión Fiscal, estimulando la inversión con incentivos fiscales. Se estima que crecerá esta presión en 0,3-0,4 puntos.

Analizó luego las previsiones de liquidación del presupuesto corriente y concluyó que el «presupuesto para 1980 es incómodo, porque la reordenación de las preferencias en la inversión, en la medida que el presupuesto lo permite, ha determinado la acentuación de las inversiones vinculadas a sectores en crisis y de los gastos relacionados con una mayor financiación de la Seguridad Social a cargo del Estado y de las atenciones al desempleo».

En nombre del Grupo Socialista, Enrique Barón defendió una enmienda a la totalidad, en la que atacó fundamentalmente lo que entiende como incoherencia entre el programa del Gobierno a medio plazo y el proyecto de presupuestos. Juzgó el presupuesto como excesivamente pesimista, conservador y represivo y argumentó que «ni siquiera se nos ha explicado cuánto se quiere crecer en este, período», por lo que difícilmente puede hablarse de ajuste entre ambos documentos.

Criticó también la falta de importancia que, en su opinión, se concede a las asignaciones para las corporaciones locales Y, por fin, juzgó excesivo el incremento de los impuestos indirectos en relación con los directos. Ernest Lluch, por los Socialistas de Cataluña, enmendó también a la totalidad y se extendió en dos argumentaciones: la desatención a las corporaciones locales y el desconocimiento del presupuesto monetario.

Pérez Royo, por los comunistas, tuvo una extensa intervención en la que advirtió que el presupuesto muestra cómo «este país está gobernado malamente» y que el Gobierno, en su opinión, vive de espaldas a los grandes problemas económicos y concretamente al de la inversión. El diputado comunista fue analizando duramente las previsiones del proyecto de presupuestos y atacó las previsiones frente al paro, la participación del Estado en sectores como la enseñanza y la vivienda, que juzgó todas ellas insuficientes,

Alberto Oliart, en nombre del Gobierno, defendió que este era el primer presupuesto en el que se hace un esfuerzo serio para reducir el déficit y aumentar el gasto público. Defendió la coherencia absoluta entre el programa económico y el proyecto de presupuestos, negó que sea oportuno exigir mayores esfuerzos a los contribuyentes «en medio de una gran crisis económica».

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