La herencia arquitectónica, en peligro
La desidia de muchos constructores, por una parte, que destruyen todos los restos que puedan tener un significado artístico, y la acción no combatida, por otra parte, de la contaminación ambiental son dos de las causas más claras que están poniendo en peligro el patrimonio histórico-artístico de la provincia de Huelva. Estos peligros se ciernen en estos momentos sobre los vestigios del colonialismo inglés de la era victoriana en Riotinto, Tharsis y Huelva y sobre los frescos del monasterio de La Rábida, tomados estos dos fenómenos como ejemplos más significativos.
Un problema que sí es alarmante es el de los hallazgos que se hacen casualmente con motivo de nuevas construcciones. Para evitar complicaciones y por temor a paralizaciones indefinidas como las que han ocurrido en otros tiempos, la mayoría de los constructores se deshacen de los restos que encuen tran en sus obras y hasta hay algu no que amenaza a sus obreros con el despido si «se van de la lengua». En Huelva capital sólo se conoce en los diez últimos años dos casos en que se ha comunicado a las au toridades la existencia de huella del pasado en alguna construcción Muchos restos se habrán perdido así irremediablemente.Son igualmente irrecuperable las valiosas piezas halladas en las explotaciones mineras de Riotinto y Tharsis en la época de esplendo del colonialismo inglés y hasta ha ce cincuenta años. Los museos británicos y ciertas colecciones privadas son ricos en vestigios sacados, junto a la plusvalía, de los yacimientos de cobre de la provincia. Los grandes señores de las compañías mineras no solamente se llevaron el mineral y la salud de los onubenses: también les arrebataron trozos de su historia que, después de todo, es su vida.
El barrio de los Ingleses, por su parte, es el conjunto urbanístico más caracterizado y significativo de Huelva ciudad. Miguel González, que ha hecho su tesis doctoral sobre Historia de la arquitectura inglesa de la Rio Tinto Company Limited en laprovincia de Huelva y conoce el tema hasta el último detalle, sitúa su construcción entre los años 1919 y 1927, a cargo de Morgan, «un técnico de ideas raras» que diseñó aproximadamente 270 viviendas, que más parecen de los Alpes que de Gran Bretaña. Su problema actual es que los inquilinos tienen rentas irrisorias que no llegan a cien pesetas mensuales -la propietaria es la Unión de Explosivos Río Tinto- y con esa cantidad no se puede reparar ni un grifo.
Pérdida de la fisonomía
Al parecer, hay un proyecto estancado que trataría de declarar monumento histórico -artístico el conjunto, que además cuenta con una de las escasas zonas verdes situadas en el corazón de la ciudad. Mientras llega ese momento, si es que llega, el barrio se está degradando y se cometen barbaridades, como cerrar porches con aluminio, construir tapias de cemento, garajes... «Hay que establecer una normativa estricta que evite la pérdida de su fisonomía propia», concluye Miguel González. Se sabe que el Ayuntamiento está dispuesto a intervenir decididamente en el asunto. Todavía está a tiempo. Lo que no ocurre con la clínica que los ingleses se construyeron para ellos en 1928, y que está a punto de ser derribada para levantar bloques de pisos en su solar, ni con las casas de madera de Punta Umbría.
Bellavista, en Riotinto, es una espléndida muestra de la arquitectura de los barrios londinenses de la época victoriana. Fue edificada a finales del XIX, cuando los ingleses seguían pensando, probablemente, que «Huelva es un sitio plácido y dócil, donde la gente es muy arnable», y la Rio Tinto Company Limited era aún la Mayor empresa de cobre del mundo. Era el núcleo residencial de los directivos y técnicos de las minas, lo mismo que,hoy lo es de los técnicos y directivos de la UERT. Son casas absolutamente inglesas, rodeadas de césped y floresta, y que se han conservado bien hasta hoy.
Seguramente lo más meritorio del conjunto es un templete de 1891 de estilo gotizante, igual que los existentes al norte de Gran Bretaña, y que, con la marcha de los ingleses, ha experimentado una conversión forzada al catolicismo. Peor suerte le espera al cementerio inglés, que a su desuso actual une su desgraciada ubicación junto a una gigantesca corta de mineral, que acabará tragándoselo, como ya le sucedió al primitivo pueblo, sustituido por centenares de casitas de ocho por 5,5 metros cuadrados, al estilo de los barrios proletarios de las ciudades inglesas. La lástima es que ni en Linares ni en otros lugares colonizados se han detectado tantos signos de la presencia británica.
Patrimonio y contaminación
Como cualquier otro aspecto de la vida de la ciudad, el patrimonio de Huelva ciudad está afectado por la contaminación. Un paseo por la zona industrial permite comprobar el instinto terrorista de algún viejo pescador añorante de tiempos mejores («Había que poner bombas a todas estas industrias de mierda») y contemplar un panorama desolador de aguas estancadas y sucias, chimeneas expulsando veneno y olores nauseabundos. El ejemplo más significativo de los efectos de la contaminación sobre el patrimonio de los onubenses es el estado del monumento a Colón, construido en 1929 por encargo de una fundación norteamericana, que ahora aparece totalmente ennegrecido por la parte que da directamente a la petroquímica,
La polución es asimismo uno de los factores influyentes en el deterioro de los frescos de Daniel Vázquez Díaz conservados a la entrada del monasterio de La Rábida, cuna del descubrimiento de América y uno de los monumentos nacionales más antiguos de España. Si a ella se suman la humedad ambiental y la salinidad de la arena utilizada por el pintor -«un poco tacaño en el uso de materiales», al decir de un especialista-, el resultado lógico tenía que ser el estropicio
«En los seis años que llevo al frente del monasterio», cuenta Oterino, «se han conseguido cosas tan elementales como ir arreglando la red de aguas y las tejas en mal estado o evitar que se construyan pisos en los alrededores del conjunto.» Con respecto a los frescos, se han hecho estudios durante dos años a cargo de químicos, edafólogos, biólogos y restauradores, para tener un diagnóstico completo de la enfermedad que sufren y el remedio que hay que aplicarles.
Babelia
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