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Escándalo en el fallo del Premio Heliodoro

El ganador está en París, y los diez millones en Suiza

«Que nadie piense que se le está tomando el pelo», dijo Antonio Fernández, editor de Heliodoro, arte y bibliofilia, al abrir el acto en que se sabría quién era el ganador del premio de diez millones de pesetas que lleva el nombre de su editorial. «Este premio inicia una aventura cultural», dijo.

En medio de un escándalo, el señor Fernández abrió los sobres timbrados de los quince secretos jurados, y resultó ganador, en el escrutinio público, Claudio Bastida, ausente de una sala en la que había varios finalistas, y que daba su dirección por orden, en una calle del barrio 12 de París. «Algunas revelaciones se harán públicas próximamente», dijo Antonio Fernández, «y además están en el curriculum del dossier que he entregado a la prensa».En el acto, efectivamente, el propio señor Fernández -que ha firmado ya algún libro para bibliófilos con el seudónimo Heliodoro -fue abriendo los sobres en papel timbrado de su firma, y de donde salían las puntuaciones de uno a tres de los jurados, de nombre desconocido, y cuya procedencia era de las provincias españolas que siguen: Badajoz, Barcelona, Bilbao, La Coruña Madrid, Murcia, Oviedo, Las Palmas de Gran Canaria, Pamplona, Salamanca, Santander Sevilla, Valencia y Zaragoza Según las puntuaciones de estos enmascarados, que una señorita iba anotando en una pizarra blanca en el único rato de silencio general que hubo en todo el acto, ganaba Claudio Bastida, con su obra titulada Constitución sobre la tierra, quedando segundo Ramón Hernández, novelista allí presente, con la obra A la distancia de un grito.

Y gritos fueron los que se empezaron a oír a partir de entonces: buena parte de la junta directiva de la Asociación Colegial de Escritores, con su presidente, Angel María de Lera, a la cabeza, comenzó el fuego de un debate que se centraba en las dos grandes incógnitas de la noche: el mecenas -del que dijo el señor Fernández que era amigo suyo, y pilarista, como él mismo, y al que calificó como «un caballero caprichoso- y el jurado, del que lo más concreto que se llegó a oír fue la frase casi desesperada de Antonio Fernández, que decía: « ¡Pero si no hay jurado! » Y luego, «el mecenas se ha encargado personalmente de la elección de casi todos ellos», y «déjenme arreglarlo, denme tiempo; el jurado se sabrá en su momento», que, como había dicho a EL PAIS la víspera, el momento será, probablemente, «cuando se presente la novela ».

Se le preguntó dónde estaba el dinero. «Comprendan que estoy bajo juramento», dijo. «Si algún hombre hoy en día se ofrece a ser mecenas, está en su derecho a dictar las condiciones en que lo hace. El que tiene el dinero es el que manda», y, un rato antes había dicho: «Todo se sabrá en su momento. Les aseguro que aquí no hay ningún fraude. Es un poco original este procedimiento, pero en España se han visto cosas verdaderamente graves y nadie se ha rasgado las vestiduras por eso.»

«La entrega del premio», dijo, «será antes de una semana». ¿Dónde? ¿En Suiza? ¿En París? Estas eran las preguntas hechas ya con cierta sorna. ¿Tal vez en Ginebra? El director del Club Urbis, que estaba presente en el acto, trató de poner orden entre los periodistas revueltos, y a una pregunta de la que esto suscribe: «¿No será usted el mecenas?», respondió: «A usted que le importa». A partir de ahí las teorías más peregrinas comenzaron a sobrevolar todas las cabezas, en medio de este acto desconcertante y surrealista en el sentido más ortodoxo de la palabra. Como el señor Fernández dijo él mismo conocer el resultado de la votación -puesto que él había guardado los votos en sobres de la firma Heliodoro-, se prestó a explicar un poco la novela ganadora, que dijo «haber leído vez y media». «Se trata», dijo, «de una novela nada convencional, que cuenta, mediante superposiciones y una investigación numérica y lingüística, la destrucción del mundo actual tal como lo conocernos.» En el curriculum de Bastida hay un libro, finalista de Adonais, y una monografia sobre pintura. Y según todos los indicios, en el curriculum de Antonio Fernández está la clave. Tal vez esa novela que dice haber escrito Heliodoro, fiado de su nombre solar, desde la convocatoria hasta hoy, sea, la ganadora.

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