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Moscú, pasa a la ofensiva para replicar a Washington

Mientras los propios EEUU aumentan el escepticismo sobre la denuncia por la Administración norteamericana de la presencia de una «brigada de combate» soviética en Cuba, sobre todo por la manera de conducir el asunto, Moscú redobla sus protestas y argumentos en el sentido de que todo se reduce a una maniobra política sin base real.

Cuba, primero, y la URSS, un par de días más tarde, denunciaron el momento en que el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, había realizado sus «revelaciones» sobre la supuesta brigada, como calculado para desacreditar a Cuba ante la cumbre de países no alineados de La Habana.El martes 11, en vista del volumen de escándalo político que tomaba el conflicto y la grave amenaza para la ratificación del tratado SALT II, que tanto interesa a Moscú, el órgano central, Pravda, se decidió a dar un mentís formal y tajante. Analistas más maquiavélicos, conociendo el afán soviético por «salvar la cara», apuntaron la posibilidad de que la negativa total de Pravda, en la que se afirmaba que las tropas en cuestión llevaban diecisiete años en Cuba y tenían como objetivo adiestrar a los cubanos en el manejo de las armas soviéticas, fuera, por el contrario, un gesto de compromiso respecto a las conversaciones iniciadas por Dobrinin, ya que ello permitía a Moscú retirar la brigada de combate de modo discreto, sin dar la impresión de una nueva crisis cubana.

Pero con el aumento de las dudas sobre la validez de la denuncia de Washington, que ha saltado no sólo a las páginas de la propia prensa norteamericana, sino que es ya moneda común en círculos diplomáticos occidentales, la reacción soviética se ha endurecido.

A las anteriores explicaciones de una maniobra contra el prestigio cubano en la cumbre no alineada y una conspiración para impedir la ratificación del tratado SALT II se añaden ahora planteamientos no ya defensivos, sino ofensivos: Moscú. ha vuelto a plantear el argumento, esgrimido ya por el ministro de Exteriores, Gromiko, en su famosa conferencia de prensa tras la cumbre de Viena, de que, cara a un eventual SALT III, habría que replantear globalmente los problemas estratégicos y, ante todo, el hecho de que la URSS -tan atacada por su presencia en zonas de interés vital que EEUU se ha arrogado unilateralmente- está en realidad completamente cercada y amenazada por una espesa red de bases norteamericanas en otros países, y con más bases móviles, como los submarinos atómicos con cohetes nucleares.

Por fin se ha llegado a utilizar en la prensa del viernes el argumento -un poco traído por los celos, pero todo parece valer ante la confusión que se olfatea en Washington- de que posiblemente la denuncia de la famosa brigada en Cuba tiene por objeto desviar la atención ante la introducción subrepticia de tropas estadounidenses en otros países. Y se alega al efecto una interpelación de diputados dominicanos al presidente para que investigue la presencia de unos 2.000 soldados norteamericanos desplegados a veinticinco kilómetros de la capital de la República, bajo pretexto de socorrer a las víctimas del reciente catastrófico huracán.

Por si fuera poco, la agencia de noticias Tass acusó ayer á EEUU de mantener «numerosas bases en el extranjero» (haciendo especial mención a Okinawa, en Japón), «cuyos objetivos», dice la agencia, «van dirigidos contra la URSS y otros países socialistas».

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