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Polémicas y autoexclusiones en el Festival de Cine de Humor de La Coruña

Bajo un refrescante tono ligero e informal, se está desarrollando el VII Festival Internacional de Cine de Humor Ciudad de La Coruña. No tienen especial relieve las películas de concurso ni por su extraordinaria calidad, ni mucho menos por su novedad, pero el certamen mantiene por el momento un nivel aceptable y mucho más creativo que en años anteriores.

De modo deliberado, los organizadores descargaron el festival de cualquier marca de pretendida solemnidad, en un intento de adaptarlo a las limitaciones reales de programación con las que se encontraron. Poco pudieron hacer, con un presupuesto de seis milloñes de pesetas, más que derrochar buenas intenciones e improvisar sobre la marcha soluciones que paliasen la falta de planificación a fondo, de la que siempre adoleció el certamen.

A su vez, esta nueva orientación, todavía tímida y rutilante, ha comenzado ya a provocar las primeras reacciones. A nivel de anécdota significativa, destaca el malestar expresado por un grupo de invitados, compuesto, sobre todo, por los numerosos miembros del equipo de TVE acreditado en el festival, ante la actitud del alcalde coruñés, el nacionalista Domingo Merino, de hablar oficial y exclusivamente en gallego, tanto en las presentaciones como en la recepción municipal. Se dijo que el gallego no debería ser el idioma oficial de un festival que tiene catalogación de internacional. A este pequeño, pero significativo, pataleo contestó el alcalde enviando traducción al castellano de sus discursos a los invitados.

"El imperio de los sentidos"

Otro hecho que parece tener algún significado ha sido la autoexclusión del cineasta local Ernesto Díaz-Noriega, del comité asesor del festival, por negarse a que se incluyera en la programación la polémica cinta del director japonés Nguisa Oshima El imperio de los sentidos. Su opinión era que esta película puede resultar improcedente en el contexto de una muestra como la coruñesa. El caso es que, opiniones particulares aparte, el anuncio de la proyección de esta obra provocó ya suficiente expectación como para que los organizadores estén pensando en ampliar su exposición el día de la clausura, el 1 de septiembre.De lo que se ha visto hasta ahora destaca la película inaugural, fuera de concurso, el filme checo En espera de la lluvia, de Karel Kachyna.

Otra cinta checa, proyectada ya dentro de la sección de concurso relajó también favorablemente el ánimo de los espectadores. Se trata de Adela no ha cenado todavia, de Oldrich Lipsky; se sitúa en la línea de aquella ya vieja y excelente caricatura de la bebida refrescante más internacional trazada en el filme Joe Cola Loca, hace más de diez años, por el mismo director. Esta vez, su humor, sencillo y socarrón, excesivamente lineal en ocasiones, va igualmente dirigido a los mitos de la civilización americana.

En la muestra paralela sobre cine de las nacionalidades se han visto cortometrajes cubanos ya superconocidos, y algunos de primorosa factura documental (como La primera vez) y excelentes bodrios brasileños.

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