Para Nuakchott ha empezado la posguerra
Mauritania ha decidido «retirarse de Tiris el Garbia a partir del 15 de agosto», anunció el primer ministro mauritano, teniente coronel Uld Jaidalla, en un discurso retransmitido por radio.El primer ministro explicó que esta decisión deriva del hecho de «la ocupación, por la fuerza, de la ciudad de DajIa, efectuada por Marruecos». Según él, dicha ocupación «constituye una agresión contra su administración provisional, contra la que Mauritania protesta con todas sus fuerzas».
Por otra parte, Mauritania ha pedido a Marruecos que retire «inmediatamente» a sus tropas destacadas en dicho país, añadió el primer ministro.
Aunque la guerra del Sahara no ha terminado, puesto que Marruecos y el Frente Polisario están todavía enfrentados, los dirigentes mauritanos afirman que para su país el conflicto armado acabó.
Aun en el caso de que hubiera choques armados, estiman los medios oficiales del país, éstos no afectarán a la «Mauritania útil», que se encuentra al sur del gran triángulo del desierto que apunta hacia Argelia y Marruecos.
A la pregunta de cuál es el principal problema de la posguerra, los dirigentes mauritanos responden: «A corto plazo, superar la bancarrota, y a medio plazo, asegurar la unidad nacional.»
La sequía, la guerra, la inflación, la crisis de los mercados del hierro y del cobre (fue preciso cerrar una mina de cobre) y ciertos errores de inversión -dos nuevas refinerías de azúcar y petróleo están paradas- han acabado por acumular una deuda de 30.000 millones de uguiyas (más de 45.000 millones de pesetas).
El Gobierno de Nuakchott ha adoptado rigurosas medidas financieras. El país, que cuenta con millón y medio de habitantes, puede intensificar la explotación de tres riquezas fundamentales: las nuevas minas de hierro, en el norte, objeto de créditos internacionales; la pesca, sobre todo en las aguas del noroeste, así como la agricultura y la ganadería, en el sur.
Para realizar estos proyectos, Mauritania podrá seguramente contar con ayuda exterior. Según señalan los observadores, hay países interesados en que exista Mauritania y que sea un país estable, puesto que su desestabilización podría desencadenar graves consecuencias.
En este contexto no tiene nada de sorprendente que la Confederación de Patronos y Artesanos de Mauritania (CEAM) organizara anoche un desfile para apoyar el acuerdo firmado hace una semana en Argel entre Mauritania y el Frente Polisario.
También la solución de la «cuestión nacional» tiene su importancia. Mauritania según las estadísticas, tiene un tercio de población de cultura negro-africana, centrada en el sur, y dos tercios de población árabe, en el norte y centro del país. Los primeros exigen que no se acelere la arabización del país, para que tengan tiempo para transcribir sus lenguas orales.
Pero casi todos los mauritanos coinciden en que sólo, si comienzan a apuntarse soluciones a las graves cuestiones económicas y sociales del país, habrá empezado realmente la «posguerra».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.