_
_
_
_
Finalizó la "cumbre" de Viena

Carter y Brejnev sellaron con dos besos en las mejillas la firma del tratado SALT II

ENVIADO ESPECIAL, Jimmy Carter y Leónidas Brejnev sellaron ayer con dos insólitos besos en las mejillas la histórica firma del segundo tratado de limitación de armas nucleares estratégicas entre Estados Unidos y la Unión Soviética, al término de cuatro días de conversaciones en la capital de la neutral Austria. El sorprendente gesto del presidente norteamericano y el secretario general del Partido Comunista soviético, que, momentos antes, habían estampado su firma a veintidós páginas del tratado, un protocolo adicional, 43 páginas de «entendimientos adjuntos» y una declaración conjunta de intenciones de dos fólios, pilló desprevenidas a las delegaciones y los periodistas-testigos del acto, que tan sólo pudieron aplaudir, emocionados, el primer beso que los dirigentes de las dos potencias adversarias se han dado en más de dos décadas de guerra fría y casi diez años de política de distensión.

Más información
Hua Guofeng inaugura la sesión de la Asamblea china
EEUU y la URSS, incapaces de entenderse en las cuestiones y áreas conflictivas
Armas para arrasar varias veces la vida de la tierra

La firma del tratado SALT II pone fin a seis años y medio de intensas negociaciones entre los dos países para limitar el arsenal ofensivo nuclear estratégico de que disponen y que, aun limitado en la forma dispuesta en el acuerdo, es suficiente para devolver a ambos países y a la mayor parte del planeta a la Edad de Piedra.

"Defensa del derecho a la vida"

Aun así, el dirigente soviético calificó el acuerdo como un adecuado freno a la carrera armamentista y señaló que con su firma am: bas naciones «defendían el derecho más sagrado de cada hombre: el derecho a vivir». Por su lado, el presidente Carter, en su discurso pronunciado después de Breinev, pese a que fue el primero en estampar su firma en el acuerdo, presentó éste como «un paso decidido en la búsqueda de un mundo más estable y pacífico».El tratado SALT II restringe, cualitativa y cuantitativamente, los arsenales atómicos de Estados Unidos y la Unión Soviética, pero es todavía parco a la hora de limitar el futuro desarrollo tecnológico de nuevas armas. Su entrada en vigor está pendiente además de la ratificación del mismo por el reticente Senado norteamericano y por la legislatura soviética, el Soviet Supremo de la URSS. Expirará en 1985 y deja fuera de su alcance el desarrollo armamentista nuclear en la poblada Europa, donde se concentran importantes arsenales tácticos de ambas potencias y de sus aliados.

Según el texto del acuerdo, las dos potencias se comprometen a «reducir de 2.400 a 2.250 el número de vectores o lanzadores de armas nucleares en los seis primeros meses desde su entrada en vigor o antes de 1981. La URSS, que dispone de 2.500, tendrá que destruir 250 mísiles, mientras que Estados Unidos, con 2.058 en la actualidad podrá completar dicho número. A la vez, el tratado establece una serie de sublímites para las distintas clases de vectores: 1.320 para los intercontinentales con cabeza múltiple, que bien estén basados en tierra, en submarinos o en aviones; 1.200 para intercontinentales sencillos basados en tierra, marinos o aéreos, y un tercer límite de 820 para los intercontinentales terrestres de cabeza múltiple.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Respecto a las restricciones cualitativas, las dos partes se comprometen a no desarrollar hasta 1985 un nuevo tipo de misil intercontinental de cabeza múltiple, a restringir a diez el número de cabezas por cada misil múltiple terrestre, a catorce en el caso de los submarinos y a diez en los bombarderos. Asimismo, el documento restringe a veinte el número de misiles Crucero por cada avión estratégico B-52, y a veintiocho en los de alcance medio, y determina que ninguna de las dos partes podrá construir en cinco años nuevos silos para misiles pesados como los SS-19 soviéticos.

Comunicado conjunto

Junto a los textos del tratado SALT II, las dos delegaciones hicieron público ayer un comunicado conjunto de quince páginas que resume casi ocho horas de conversaciones de trabajo y siete de actos sociales de las dos delegaciones, y un encuentro personal celebrado ayer lunes, entre Carter y Brejnev, que duró una hora. El comunicado aborda el contenido de las conversaciones de una manera genérica y es más una declaración de principios que un relato de las cuestiones internacionales y bilaterales abordadas durante la cumbre.

Con excepción del compromiso de ambas superpotencias para iniciar, en breve, contactos bilaterales orientados a poner en marcha la tercera fase de las negociaciones SALT, prácticamente no engloba ningún acuerdo sustancial. No obstante, ambas partes confirman su intención de iniciar conversaciones separadas para tratar una serie de cuestiones: desmilitarización del océano Indico, control de la transferencia de armas convencionales y limitación de los sistemas antisatélites.

El documento ratifica la satisfacción de ambos países por la continuación de la política de distensión y ambas se comprometen a extender este concepto y colaborar a la reunión que se celebrará en Madrid el año próximo, dentro de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea. Hace referencia también a la necesidad de obtener una paz global y justa en Oriente Próximoy ambos expresan su respeto a los esfuerzos de los países independientes de Africa para desarrollarse dentro de unas relaciones pacíficas y positivas con otros Estados.

Por último, en una referencia a los problemas bilaterales, se hace hincapié en la necesidad de mejorar las relaciones económicas y comerciales, en cuyo contexto se encuentra la eventual concesión por Washington del rango de nación más favorecida a la URSS.

Al término de la ceremonia de la firma, el presidente Carter se dirigió, tras una breve parada en su embajada en Viena, al aeropuerto, y su avión, el Air Force Number One, partió a las 2.25 hora local. A su llegada a Washington, Carter tenía previsto dirigirse al Congreso norteamericano para presentar los tratados y pedir su ratificación por el Senado. Por su parte, Leónidas Brejnev abandonó Viena casi dos horas más tarde.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_