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Sólo 150 "orientadores" para toda la población escolar española

El Ministerio de Educación sólo cuenta con 150 orientadores para toda la población escolar española, pese a las numerosas referencias que en la ley General de Educación se hacen a la necesidad de los servicios de orientación escolar, que el propio texto legal reconoce como un «derecho» del alumno.

La ampliación de estos servicios es uno de los principales objetivos de la Asociación de Técnicos en Orientación Escolar y Vocacional, que en estos días se encuentra pendiente de su legalización y que el pasado fin de semana celebró sus primeras jornadas sobre los problemas de la orientación escolar en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Somosaguas.La citada asociación, integrada por los profesionales que realizan tareas de orientación escolar y vocacional en los centros estatales de EGB de Madrid, estima que, en el caso de que este servicio sólo funcionara a nivel de zonas, serían precisos un mínimo de 4.000 técnicos para cubrir las necesidades básicas.

La verdad es que la ley General de Educación prevé la existencia del servicio de orientación escolar en los propios centros y que en las orientaciones pedagógicas para los planes y programas de estudios de la EGB aparece estructurado el Departamento de Orientación como una de las principales unidades organizativas del centro.

Sin embargo, estos servicios ni siquiera aparecen tipificados en el proyecto de ley de estatuto de centros docentes no universitarios, elaborado por el anterior equipo directivo del Ministerio de Educación y pendiente de su aprobación por las Cortes.

De hecho, todo cuanto actualmente se realiza en materia de orientación escolar en los colegios nacionales de EGB depende de la buena voluntad de unos cuantos profesionales y, en ocasiones, del estímulo y apoyo económico de determinadas asociaciones de padres de alumnos.

El alarmante aumento de las cifras de fracaso escolar; los casos cada día más frecuentes de inadaptación juvenil; el grave desajuste que se aprecia entre la escuela y el medio familiar y social; el incremento de los porcentajes de escolares víctimas de bloqueos que les dificultan la adquisición de las destrezas básicas (dominio de la lectura, escritura y el cálculo), y la sobrecarga de contenidos en que incurren la mayoría de los textos que se manejan en la escuela, son sólo algunos de los aspectos que ponen de manifiesto la necesidad de que se potencien los servicios de orientación escolar.

En el cuerpo de profesores estatales de EGB existen actualmente numerosos titulados en psicología y pedagogía cuyos conocimientos específicos se desaprovechan. Los escasos servicios que funcionan en algunos colegios nacionales son casi siempre el fruto de la habilidad del director del centro, que recurre a toda clase de triquiñuelas administrativas para utilizar a uno de estos titulados en funciones específicas de orientador escolar. Afortunadamente, la sensibilidad de la mayoría de los inspectores técnicos de EGB ampara el funcionamiento de estos servicios aislados y la «trampa» puede así prolongarse por algún tiempo. Al menos hasta que se produce el consabido reajuste de plantillas, como consecuencia de un concurso de traslados, lo que suele dar al traste con el siempre inestable gabinete de orientación.

La enseñanza privada, sobre todo aquella a la que acceden las clases privilegiadas es muy consciente de la importancia de la orientación escolar. Por esta razón resulta particularmente delicado el que pueda seguir hablándose de la «necesaria limitación en el acceso a los niveles superiores de la enseñanza». La selectividad o el numerus clausus en la Universidad tendrían que ,venir, en el caso de que esta medida sea absolutamente necesaria, después de garantizar una enseñanza de calidad para todos, a partir de la educación preescolar.

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