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XXXII FESTIVAL DE CINE DE CANNES

"Eboli", de Rosi, el subdesarrollo de las comunidades agrícolas

Ángel S. Harguindey

«Para los campesinos, el Estado está más lejos que el cielo, jamás lo encuentran cerca..., ellos viven en un mundo indeterminado en donde el hombre no se distingue nunca de su sol, de los animales, de la malaria; nada puede existir, ni la felicidad ni la esperanza, que son todavía sentimientos individuales: sólo reina la sombra pasiva de una naturaleza dolorosa.» Estas palabras escritas por Carlo Levi, pintor, escritor, médico y político antifascista italiano, autor de la novela autobiográfica en la que se basó Francesco Rosi para realizar su filme Eboli, describen con sobriedad buena parte de las sensaciones y reflexiones que narra la película.

En 1935, a causa de sus opiniones antifascistas, Carlo Levi es enviado a Gagliano, pueblo perdido de Lucania, en el sur de Italia, en donde residirá confinado durante dos años. Levi era un «intelectual», en el concepto más entrecomillado del término, del norte del país, concretamente, de Turín. Fundador en 1930 del grupo político Justicia y Libertad, su ideología, claramente racionalista, se verá enfrentada a las concepciones de un campesinado subdesarrollado, dominado por un aparato político básicamente irracional y con evidentes arraigos en leyendas, hechicerías y demás componentes de una moral medieval en una comunidad que sobrevive en el siglo XX. Rosi -del que se proyectan varias películas en una sala del Palais a modo de homenaje de este Festival de Cannes al realizador de Salvatore Giuliano- ha pretendido hacer lo que resultaba notorio en las intenciones de Carlo Levi: mostrar las contradicciones que comparten la existencia colectiva de un país, entre una pequeña burguesía intelectual y un campesinado que posee otros criterios de comportamiento. Una película que contiene numerosa información etnográfica y un aire didáctico difícilmente compatible con la convicción de la complejidad del mundo actual.«Yo hago un cine que está directamente entroncado con la realidad de mi país -declaró Francesco Rosi-. Trato de llevar a la pantalla un testimonio sobre la crisis que se avecina en el nivel de las instituciones... Eboli quiere demostrar la incapacidad del Estado, incluso en la fase de la democracia, por resolver los problemas nacionales y que, naturalmente, no fueron resueltos durante el fascismo. Personalmente considero que el problema del subdesarrollo del sur de mi país es ya un problema de características nacionales.» A ello habría que añadir los problemas de una sociedad acuciada por los actos terroristas y una división política más que notable. Sin embargo, Eboli vuelve a demostrar la validez universal de los problemas locales. No resultaría excesivamente difícil encontrar problemas similares en el resto de las naciones occidentales, incluso de Extremo Occidente, parodiando la terminología victoriana. Las comunidades agrícolas poseen unas pautas de comportamiento social y moral autóctonas y distantes de las de los centros industriales. Supongo que habría más coincidencias culturales, económicas y sociológicas entre ciudades como Valladolid y Turín que entre Madrid y Las Hurdes, por ejemplo, pero esto es un problema a resolver por los estudiosos del hombre y no por los comentaristas cinematográficos.

Lauren Bacall, el "rock" y Berlanga

En otro orden de cosas cabe reseñar la llegada a Cannes de una de las estrellas maduras con mayor prestigio entre los cinéfilos y los estetas. Nos referimos a Lauren Bacall, que vino a compartir la fiesta de Milos Forman y sus «alegres pillastres» (no olvidemos que Forman, además de realizar la brillante Hair, había filmado previamente -también en Estados Unidos- Alguien voló sobre el nido del cuco, de Ken Kesey), que obtuvieron un importante éxito de crítica. Leo Soyer es el primero de los cantantes pop que se descuelgan por la Costa Azul, en donde tienen previstos dos recitales para este fin de semana los Who, en su nueva gira europea. La fachada del Carlton muestra un polícromo anuncio de El nacimiento de los Beatles, que parecen haber alcanzado categoría de nación, al menos por lo que a títulos cinematográficos se refiere. Los ya citados The Who estarán presentes en dos películas, Neil Diamond sirve de gancho para otra y Elvis siempre será el rey del rock, como nos señala un oportuno cartel cinematográfico. En una palabra, el cine -reflejo bastante fiel del momento social y cultura- se entremezcla cada vez con mayor potencia con el mundo rockero. Sus públicos son coincidentes Y de eso hace tiempo que se percataron los distribuidores y productores occidentales.Luis García Berlanga, realizador español y miembro del jurado internacional de esta XXXII edición de Cannes, comentaba, en una de las estupendas terrazas de la Croisette, su próximo proyecto: «Será una película que surge, en parte, de La escopeta nacional, concretamente, del personaje que desempeñaba Escobar, el marqués cascarrabias. Durante cuarenta años estuvo apartado de la nueva corte de El Pardo, por convicciones monárquicas. La muerte del general que ocupó el poder y la vuelta a la jefatura del Estado de un rey le permitirá abrigar la esperanza de que la corte -la auténtica- revivirá en todo su esplendor. Decide abrir de nuevo su casa-palacio en la ciudad y asiste, entre estupefacto y dolorido, al nuevo proceso de las relaciones políticas con el poder: es evidente que su corte, la de las fiestas galantes y el rigodón, no volverá jamás. Es un inadaptado permanente», y de esta forma, el marqués berlanguiano pasaría a engrosar la larga lista de autsiders de un sistema.

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