Homenaje en Ginebra a Herrera Petere en el aniversario de su muerte

El Club del Libro en Español de Naciones Unidas, constituido para promover en Suiza el conocimiento de la cultura que se expresa en espafiol, rindió un emotivo homenaje a la memoria del poeta exiliado José Herrera Petere, fallecido en Ginebra el 7 de febrero de 1977.Inició el acto el profesor español Luis López Molina, catedrático de Lengua y Literatura Española de la Universidad de Ginebra, quien resumió la carrera artística del homenajeado ante un numeroso auditorio.

El profesor López Molina hizo, además, una semblanza de la personalidad humana y moral del poeta español, destacando la coherencia entre su obra literaria y la honestidad de su vida y compromiso político, y el acendrado patriotismo que la inspiró.

«Plenamente respetuoso de otros países y culturas, nunca fundó su patriotismo en la exclusividad ni la xenofobia, pero España fue su tema casi único y el centro de gravitación de su espíritu, con sus problemas históricos, sus tierras y paisajes y los conflictos que han enfrentado a sus hombres», señaló el profesor López Molina.

Destacó también su «aristocratismo innato (no social, sino sustancial) y la total naturalidad de su elegancia, a despecho de lo descuidado de su ropa. No deseaba resultar elegante (nada más ajeno a él que el intento de predominio), sino que lo era como vuela el pájaro o como huele la flor, incluso a pesar suyo. Tuteaba desde el primer momento a todo el mundo porque sólo le veía sentido a la relaclón no convencional y al diálogo de corazón a corazón.»

Terminó afirmando que Herrera Petere podría haber hecho suyo como lema el dlcho que entusiasmaba a Machado: «Nadie es más que nadie.»

El centro del acto estuvo constítuido por un recital de poesías de Petere, una de ellas en grabación original. El recital permitió al auditorio hacerse cargo de la evolución de una poesía que, sensible a toda una serie de factores de renovación estética, permaneció en su mundo fiel a una epicidad esencial condicionada por el trauma de la guerra civil y sus consecuencias. Sus versos evocaron el dolor de la contienda y el desgarramiento espiritual que implicó.

El acto fue cerrado con unas palabras de adiós a cargo de la escritora María Zambrano, entrañable amiga del poeta, y por la que éste sintió profunda y cordial admiración.

Dijo de él María Zambrano que «era poeta y poema él mismo, pues estaba hecho de sustancia poética; su ser se le derramaba en vida».

En cualquier momento en que se le viera, «su presencia era como una aparición, llevando el cuerpo del alba entre sus brazos ( ... ), y por esa tu pura voz que viene del alba de la historia estabas predestinado al exilio, donde tu poema se te cumple».

El acto de homenaje se realizó en el salón de actos de la OIT, en presencia de los familiares del poeta.